Libia: por fin, "¡Nosotros, los pueblos!..."

miércoles, 30 de marzo de 2011

La "marea" sólo podrán encauzarla unas Naciones Unidas dotadas de la autoridad requerida.

Ahora resulta que la solución a la crisis libia "será política y no militar" según acaba de proclamar el mismo líder europeo que hace cuatro días activaba frenéticamente todos los resortes militares...

Está claro. Era previsible la "marea", empezando por los países vecinos.

Era previsible que los grupos plutocráticos globalizadores, acosados por los mercados, no podrían ejercer un buen gobierno.

Era previsible que, como tan bien diseñó Roosevelt, sólo unas Naciones Unidas fuertes y con autoridad aparecieran, ya indiscutiblemente, como la única solución posible.

Debemos ahora recomendar a todos los que, a fin de cuentas, optaron por la solución militar en lugar de haber, aguas arriba, utilizado la solución política, que no se demoren de nuevo en la adopción de decisiones... porque la "marea" ya no se detendrá.

Diplomacia, al principio

martes, 29 de marzo de 2011

Desde hace muchos años, como Director General de la UNESCO, creada para "evitar la guerra", para "construir la paz en la mente de los hombres", he hecho hincapié en la necesidad de recurrir al encuentro, al diálogo y a la conciliación antes de los conflictos o, al menos, al inicio de los mismos.

En lugar de pedir permiso al Consejo de Seguridad a última hora para reducir a Gadafi por la fuerza, los Estados miembros de las Naciones Unidas hubieran debido apoyarlas unánimemente como gran interlocutor para prevenir el conflicto.

La viñeta de Máximo en el periódico ABC del 25 de marzo es excelente. ¡Dice tanto en tan pocas palabras! (destaca especialmente entre tantas palabras que dicen tan poco)




Libia: sólo el mazo, NO!

miércoles, 23 de marzo de 2011

Detener la acción mortífera de Gadafi sobre la población disidente, sí. Ha sido autorizada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero, simultáneamente, hay que hacer lo que se hubiera tenido que hacer mucho antes: hablar. Hablar bajo las alas de las Naciones Unidas. Ha habido propuestas de mediación: Venezuela, Rusia, Brasil… los BRIC…

Las Naciones Unidas, que han autorizado la acción bélica, deberían forzar ahora la mediación. Es imprescindible. Es su papel principal.

Y debería quedar muy claro para el futuro, que los “líderes del mundo” no pueden seguir intentando gobernar a través de los G-8 o los G-20 y, sólo cuando no les queda más remedio, recurrir al “plácet” de las Naciones Unidas.

A partir de ahora, en lugar de terminar en las Naciones Unidas hay que empezar por ellas. Y es que los países han de unirse a las “Naciones Unidas…. en lugar de estar marginándolas permanentemente.

Por cierto, comparar una acción bélica como la actual, limitada exclusivamente a detener una acción represiva e intolerable, con la invasión de Irak, basada en la mentira y en ambiciones energéticas y geoestratégicas, es, sencillamente, inmoral. Quienes la provocaron sabiendo que no existían los arsenales de destrucción masiva, tienen una cuenta pendiente muy grave con la historia.

¿CALUMNIA SIN LÍMITE?

La democracia no debe tolerar estos excesos

En el ABC de hoy, el señor Gabriel Albiac publica una columna titulada “Salida digna”. Se dirige al Presidente del Gobierno, al que en los distintos párrafos de su artículo llama “Nadie sonriente”, “necio armado de sonoras vaciedades”, “tonto de la tribu”, y termina así: “No sé si será cierto lo de que piensa marcharse ahora, tras haber enlodado realidad y retórica de un modo loco. Para volverse a casa. Tan tranquilo. Yo, en su lugar, al menos, me volaría los sesos. Dignamente”.

Es intolerable: el último párrafo alcanza proporciones delictivas, que exigen rectificaciones y excusas.

El señor Albiac no debía haber escrito de este modo. El ABC no hubiera debido publicárselo.

Promotor incansable de la cultura de paz, respeto todas las críticas –y alabanzas!-, todos los puntos de vista, todas las opiniones, aunque sean radicalmente opuestas a las propias. Pero la violencia, no. La imposición, no. La amenaza, no. Ante tamaña insidia, lo que está claro es que los sesos del señor Albiac no marchan bien. Deseo que se trate de un fallo transitorio.

¡Hacer la paz y no la guerra!

lunes, 21 de marzo de 2011

Nueva lección para dotar a las Naciones Unidas de la autoridad que es indispensable para el cumplimiento a tiempo de su misión, que es "evitar el horror de la guerra".

Los actuales poderes, que sólo conocen el empleo de la fuerza, las llaman siempre al final -cuando se las llama, como ahora, que es mejor que marginarlas como sucedió en Irak- cuando ya no queda más remedio que hacer la guerra.

El G8 y el G20 deberían desaparecer de una vez del escenario internacional, porque sólo sirven para llegar tarde, mal y nunca.

Si hubieran, hace 20 días, respaldado unánimemente a las Naciones Unidas, se habría negociado la paz porque todos los países del mundo están en contra de la brutal reacción de Gadafi. Ahora ya sólo queda emplear, una vez más, el lenguaje de las bombas. Eso sí: como hace muy pocas semanas todos se afanaban en vender armas al "dictador", las que se usan por uno y otro bando son las mismas y se conocen bien...

Acabemos de una vez con la vergüenza que producen unos gobernantes "saltimbanquis" que, sin brújula ni rumbo, un día abrazan y al siguiente repudian. Y es que, aunque no quieran reconocerlo, se trata de una crisis sistémica y lo que deben hacer, si más aplazamientos, es darle la vuelta a la gobernación mundial, con valentía y lucidez, pasando del G20 al G-196, a todas las naciones... porque todas sufren las consecuencias de la plutocracia actual.

No podía consentirse lo que estaba pasando, es cierto. Nadie puede disparar impunemente sobre el pueblo... pero donde era necesaria la determinación política de utilizar con apremio y unanimidad el cerco diplomático y económico, se utiliza la contundencia -de resultados siempre imprevisibles y con notables "efectos colaterales"- de la fuerza.

Con la misma diligencia con que hace un mes vendían armas sin sonrojo ahora llevan a cabo acciones bélicas. Es preciso aprender la terrible lección y tomar medidas para que no se repita este oprobio.

Miren lo que está pasando en Bahrein y Yemen. ¿No es ya tiempo de acabar con el sueño hegemónico de Reagan y Thatcher, y de los grupos plutocráticos, para volver a unas Naciones Unidas de las que se fueron y hacerlas rápidamente, fuertes, eficientes y respetadas por todos?

Solo unas Naciones Unidas fuertes... y unidas!, podrían...

jueves, 17 de marzo de 2011

  • Ser un interlocutor válido y eficiente, representando a todos los países y no a unos cuantos (Unión Europea, OECD, Liga Árabe... cada uno, además, con antecedentes “poco ejemplares”) para intervenir –y prevenir- en casos como el que la Libia de Gadafi representa hoy dramáticamente...

Se está llegando, como era previsible, a una situación límite y se perderá, con muchas víctimas y sufrimiento, una ocasión histórica.

El G-8 y el G-20 siguen agonizando y las Naciones Unidas no reciben –ahora es el momento- el apoyo necesario para jugar el papel que sólo ellas podrían desempeñar.

  • Como única institución capaz -si cuenta con la colaboración de todos los “globalizadores” que han pretendido un poder hegemónico- de alcanzar rápidamente, siendo depositaria del compromiso universal con las generaciones venideras que no puede aplazarse ni un momento, un gran pacto mundial energético, respetuoso con el medio ambiente, para regular en adelante el consumo, uso y características de las distintas fuentes (incluyendo, en primer lugar, el petróleo y las nucleares).
  • Sólo el Sistema de las Naciones Unidas tiene la capacidad de coordinar y poner en práctica las pautas de acción apropiadas frente a las catástrofes naturales o provocadas, para la reducción de su impacto, con la tecnología y el personal capacitado para ello...
  • Sólo unas Naciones Unidas fuertes... y unidas podrían constituir referencia y arbitraje universalmente reconocido en cuestiones tan “nuevas” y apremiantes a escala planetaria como la gestión de Internet...
  • El tiempo de la globalización neoliberal, de los grupos G y del poder hegemónico ha concluido. “Los pueblos” como establece la Carta de las Naciones Unidas, están empezando a elevar su voz.

Delito de silencio: ha llegado el momento. Es tiempo de acción

martes, 15 de marzo de 2011


La Editorial Comanegra acaba de editar "Delito de silencio: ha llegado el momento. Es tiempo de acción", una publicación en la que su autor, Federico Mayor Zaragoza, exhorta a los ciudadanos a que no permanezcan más tiempo silenciosos y espectadores, que se impliquen y tomen en sus manos las riendas de su destino. Que digan: ¡BASTA!


INTRODUCCIÓN

Saber, prever, prevenir. Actuar siempre de tal modo que configuremos un futuro, que inventemos un mañana acorde con la igual dignidad de todos los seres humanos. Este compromiso con las generaciones venideras exige hondas transformaciones, cambios radicales, pero también conservar los valores esenciales que deben orientar nuestros rumbos y ser punto de referencia para responder a los grandes desafíos a los que nos enfrentamos.

Así, a contraviento, cavar nuevos surcos y plantar semillas, aun en tiempo desapacible y entorno inhóspito. Durante siglos ha prevalecido, en escenarios de poder estrictamente masculinos, la cultura de imposición, de la violencia, del dominio. Y la gente, vasallos obedientes, acallados, atemorizados.

Ha llegado, por fin, el momento de los pueblos, de las mujeres y hombres del mundo entero que toman en sus manos las riendas de su destino. Ha llegado el momento de no admitir lo inadmisible. De alzarse. De elevar la voz y tender la mano.

La tecnología de la información y la comunicación permite hoy la participación no presencial. Y, por tanto, facilita la transición de una economía de especulación y guerra a una economía de desarrollo global sostenible. De súbditos a ciudadanos. De la fuerza a la palabra.

Ha llegado el momento. Es tiempo de acción. De no ser espectador impasible.

El tiempo del silencio ha concluido.

...¿...los crea y ellos se juntan?

viernes, 11 de marzo de 2011

Al tanto!. Bush padre, Bush hijo y el ex-Presidente de Colombia Álvaro Uribe, se han reunido hace unos días en la finca que posee en el República Dominicana un conocido empresario, junto al ex-Presidente del Gobierno español D. José María Aznar.

¡Ojo! porque va de islas... Fue en las Azores donde se decidió en 2003 la invasión de Irak por los supuestos inmensos arsenales de armas de destrucción masiva... Todo mentira, al precio de miles de muertos e inmensos sufrimientos para recuperar, eso sí, los pozos de petróleo. ¿Quién les ha pasado cuentas -debería ser la humanidad doliente y afectada- por esa horrenda acción?

Luego, en 2008, en Camp David, el Presidente Bush Jr. decidió el "rescate" de las instituciones financieras... que todavía pesa sobre el conjunto del planeta -"economía libre, comercio libre, mercado libre"- por el permanente acoso del dinero "globalizado" sobre la acción política...

El ex-Presidente Aznar se "acomoda" al deterioro medioambiental y asesora al "gran dominio mediático" del señor Rupert Murdoch... Procedente de una península y dos archipiélagos, es especialmente temible cuando se halla en una isla. Y otro ex-Presidente, Álvaro Uribe, cuya gestión en Colombia será sin duda analizada y juzgada severamente por la historia, entre otras lindezas, ha aprovechado tan especial compañía para insultar al Premio Nobel de la Paz D. Adolfo Pérez Esquivel, luchador incansable en favor de la conciliación y la justicia, llamándole "líder del terrorismo internacional"... Sin comentarios, porque no quiero que aflore la indignación y el desprecio que estas afirmaciones me producen.

Pensar que estos señores siguen siendo los "líderes" de sendas formaciones políticas en sus países de origen, asusta. ¡Ténganlo muy en cuenta -el que avisa no es traidor- el avalar partidos con tales fuentes de inspiración!.

O cambian o les cambiaremos

miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Qué autoridad moral tienen ahora para acusar a Gadafi y a los otros "dictadores" quienes hasta hace cuatro días les ofrecían solícitos el cobijo de sus paraísos fiscales, les vendían armas a manta, les aceptaban prebendas y hasta les daban a sus hijos, con facilidades explícitas, doctorados y otras distinciones académicas?

Tomemos nota, avergonzados, y advirtámosles que deben aprender las lecciones sin demora, actuando rápida y públicamente con medidas concretas, o recibirán muy pronto el rechazo de los ciudadanos. Del mismo modo que se han desencadenado las rebeliones que ahora destapan tantos disparates y contradicciones, provocaremos el cambio de quienes siguen aferrados al mercado, al único valor del dinero, a los vaivenes del "gran dominio" financiero, militar, energético y mediático, a las grandes corporaciones que anuncian beneficios de 32.000 millones de dólares en 2010 -como Exxon Mobil- al tiempo que suben el precio del barril para asfixiar a los consumidores, con "efectos colaterales" tan graves como el alza de los precios de los alimentos.

Exijamos de inmediato el reforzamiento de las Naciones Unidas, una economía basada en el desarrollo global sostenible, la relocalización productiva... el buen sentido, en suma.

El cambio es apremiante. Y este cambio no se hará, desde luego, por quienes confían en la inadvertencia o insolvencia ciudadanas sin aportar solución alguna.

Dejemos de entretenernos con fechas electorales inexorables, acompañadas de maniobras, promesas y ocultaciones intolerables, y proclamemos claramente que si no hay transparencia y cambios reales nos movilizaremos como en Túnez, Egipto... porque nos llena de indignación que sólo se embarguen los bienes "de los derrocados"... al tiempo que todo sigue igual: el acoso de los mercados (¿y los planes de acción social?), el precio del petróleo al alza (¿y el cambio climático?), la economía sumergida, la evasión de responsabilidades civiles (¿cuántos españoles tienen, como los "tiranos", depósitos en los paraísos fiscales?)

Lo dicho: o cambian o les cambiaremos.

Urgente: evitar la intervención militar en Libia, desplegando todos los medios de solución pacífica del conflicto

martes, 8 de marzo de 2011

Sería muy peligroso, de nuevo, recurrir a la fuerza, por principio, pero también porque, en este caso, no debe minusvalorarse la capacidad militar de Muamar el Gadafi.

Lo saben muy bien los que le han estado vendiendo armas hasta hace unos días. En el mes de septiembre de 1999 tuve ocasión de presenciar, junto a la mayoría de los presidentes África y embajadores de muchos países europeos y del Este, una formidable "manifestación", en Sirte, del inmenso potencial bélico que había alcanzado ya en aquel momento Libia: aviones de guerra de origen francés, miles de tanques de origen japonés, acorazados desfilando por el mar que servía de telón de fondo, diversos tipos de cohetes y misiles...

Una acción militar por parte de Occidente crearía un grave precedente y tendría un efecto muy negativo, hasta el punto de hacerlos descarrilar, sobre los procesos de liberación actualmente en marcha en el Magreb y el mundo árabe. Es necesario hablar. Acabamos de ver los malísimos resultados de las invasiones de Kosovo y de Irak.

Por cierto, mucho cuidado también en establecer apresuradamente juicios que consideraran a Gadafi criminal de lesa humanidad. Después de los muertos y de los precedentes de Guantánamo, Abu Ghraib y de Bagram... sería muy difícil acusar a unos y exculpar a otros.

Por todo ello, creo que en este caso, más que nunca en el pasado, lo imprescindible es conferir a las Naciones Unidas toda la autoridad para alcanzar, con Rusia y China incluidos, acuerdos inmediatos de alto el fuego y buscar las soluciones adecuadas.

¿No es suficiente todo lo que hemos vivido desde principios de siglo para cambiar ahora las políticas "parciales" de fuerza e intentar, con unas Naciones Unidas reforzadas debidamente, otras fórmulas que no conlleven tantos muertos, sufrimientos, desplazamientos...?

Occidente debe comprender, de una vez, que lo que necesitan hoy los pueblos que se están rebelando no son armas sino ayudas para consolidar un desarrollo que permita la igual dignidad de todos.

Legalidad y legitimidad en las elecciones democráticas

miércoles, 2 de marzo de 2011

Es muy preocupante la progresiva disminución de la participación electoral, que pone de manifiesto la desafección ciudadana y la fragilidad de democracias cuyos gobiernos y representaciones parlamentarias tienen tan escaso respaldo popular.

Hace poco, en las elecciones portuguesas, al igual que sucedió hace unos meses en los EE.UU., las abstención supera a la participación.

En el caso de las elecciones al Europarlamento, los porcentajes que avalan a los "representantes" de muchos países constituyen un auténtico escándalo, un ejemplo inadmisible de indiferencia y desapego.

Hay que corregir urgentemente esta precariedad porque, de no hacerlo, seguiremos aceptando un peligrosísimo alarde de simulación, con un enorme descrédito para las instituciones democráticas, cuya legitimidad, además de legalidad, interesa actualmente más que nunca.

El establecimiento de un porcentaje mínimo de votantes sería tan útil como aleccionador. ¿Cómo pueden quejarse de carencias y mal funcionamiento de un sistema democrático quienes no han participado?

Corrijamos esta incoherencia. Es especialmente relevante de cara a un futuro que requiere cambios radicales. Es decir, democracias fuertes.