Única solución: refundar unas Naciones Unidas capaces de establecer un nuevo orden mundial

miércoles, 26 de febrero de 2014

Es patente el caos en que han desembocado la codicia y las ambiciones hegemónicas de unos cuantos países y la total irresponsabilidad intergeneracional con que han intentado gobernar el mundo. 

Es necesario y apremiante poner en práctica la Carta de las Naciones Unidas y el diseño de cooperación, solidaridad, justicia y libertad para la “igual dignidad de todos los seres humanos”, tan bien establecidos en los “principios democráticos” de la Constitución de la UNESCO. 

Está clara la crisis sistémica –ética, social, política, económica, medioambiental,…- que estamos atravesando y que, como tantas veces he repetido, requiere múltiples transiciones: 

• La transición desde una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra a una economía de desarrollo global sostenible y humano. 

• La transición desde una cultura de imposición, dominio, violencia y enfrentamiento a una cultura de encuentro, conversación, conciliación, alianza y paz. 

• Una transición, en suma, de la fuerza a la palabra. 

La Carta de las Naciones Unidas se inicia con un párrafo en el que, insisto, se sintetiza la razón de ser de las Naciones Unidas en 1945 y, hoy mismo, las soluciones que podrían permitir a la humanidad en su conjunto iniciar una “nueva era”: “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra”. No se cita a los gobiernos o a los Estados sino a los pueblos, que son quienes deben tener en sus manos las riendas del destino común. Y no se aplica, una vez más, como se ha hecho a través de la historia, el perverso adagio de “Si quieres la paz, prepara la guerra”. Se tiene que “evitar el horror de la guerra”, es decir, se debe construir la paz. Paz en uno mismo, paz en relación a los demás, en relación a nuestro entorno, paz a escala nacional, a escala regional, a escala mundial. Pero el inicio de la Carta nos da otra clave esencial para el mañana: la responsabilidad intergeneracional, el tener en cuenta, como compromiso supremo, según palabras del Presidente Nelson Mandela, a la generación que llega a un paso de la nuestra. Debemos cuidar la habitabilidad de la Tierra, y debemos cuidar también desde un punto de vista conceptual nuestro legado, de tal manera que todos los seres humanos, y no sólo unos cuantos, puedan vivir dignamente. 

El neoliberalismo globalizador sustituyó a las Naciones Unidas por grupos plutocráticos y los valores éticos por los bursátiles, por el mercado. El resultado está a la vista: crisis de toda índole y de gran profundidad, en la que todos los parámetros se agravan, con en efecto, desigualdades inadmisibles -85 personas, según OXFAM, acaparan una riqueza equivalente a la de la mitad de la humanidad (¡!), estimada en 3.300 millones de seres humanos, que sobreviven (o mueren) en condiciones de pobreza extrema-; amenaza nuclear; tráficos supranacionales de drogas, personas, armas…; incumplimiento reiterado de las responsabilidades propias de ciudadanos democráticos, puesto que evaden los impuestos en lugar de procurar comportarse como corresponde a las representaciones fidedignas de la voluntad popular... Hace años, a principios de la década de los ochenta, puse de relieve que la adopción de medidas no podía aplazarse, especialmente en casos de potencial irreversibilidad. Y hoy, de manera particular en todo lo que tiene que ver con los procesos sociales y naturales, en lugar de asumir con criterios socialmente apropiados y con rigor científico la situación, nos dejamos guiar exclusivamente por el cortoplacismo de los beneficios dinerarios. El mercado lo domina todo, mientras que la propia habitabilidad del planeta se deteriora. 

Sólo el poder ciudadano, sólo “Nosotros, los pueblos…” puede ahora terminar con la deplorable situación mundial y esclarecer los sombríos horizontes actuales. 

Los siguientes títulos publicados en los últimos días en un periódico (“El País”) pueden hacernos reaccionar y expresar en un gran clamor popular el rechazo total, la objeción de conciencia y la desobediencia cívica a quienes intentan, a pesar de la severidad de los retos y amenazas que afligen a la humanidad, seguir favoreciendo la pujanza de unos cuantos cuando los muchos ven cómo se van mermando cada día sus necesidades materiales, intelectuales y culturales: 

• “La rebelión laica en Siria se rompe”. 

“Ucrania se hunde en la violencia” y “La represión desencadena una matanza”. 

“Los desmanes de la mayor mina europea de cobre a cielo abierto” (las multinacionales mineras siguen produciendo estragos en el medio ambiente… llenándose los bolsillos y colmando los paraísos fiscales). 

“El negocio del cambio climático. Empresas y fondos apuestan por industrias que se beneficiarán del aumento de las temperaturas. Para los inversores, la clave estará en el agua…”. 

• “Tres años después de la primavera árabe"... (y once años después de la invasión de Irak… en medio del total desconcierto, aunque, eso sí, los yacimientos de petróleo ya están, desaparecidos Sadam Husein y Gadaffi, en manos de los “grandes del poder energético”…) 

“Se ven luces, pero Oriente Próximo no mejora”: es de especial urgencia terminar con la vergüenza del “eterno” conflicto palestino—israelí… sólo, con la autoridad de unas Naciones Unidas dotadas de un apoyo global y de los medios humanos, financieros y técnicos necesarios, podría reorientarse adecuadamente y sin mayor retraso, el futuro de Siria, Egipto… 

“Inflamable” (las noticias que llegan de Ucrania, Tailandia o Venezuela hacen evidente que la historia es una pelea perpetua…). 

“59 años de cárcel para siete acusados de inducir a la prostitución a menores…” (el tráfico y consumo de drogas, inmensamente mortíferos, no se resolverán hasta que se enfrenten, con acciones reguladoras apropiadas, como problemas de orden sanitario y no de seguridad, y dejen de promoverse, por los fabulosos réditos que proporcionan y por la existencia de paraísos fiscales, que nunca desaparecerán porque son los países más ricos de la Tierra, cuya brújula está desquiciada por la ambición, los que los protegen celosamente). 

“Pequeña guerra fría: el contraataque de Bruselas a Suiza intenta contener la escalada populista en Europa”… 

“Justicia Universal, sí, si no afecta al amigo… La presión política y la diplomática se imponen sobre los derechos si los criminales son socios. Prima la geoeconomía”… 

El G-20 promete un plan para acelerar el crecimiento un 2% en cinco años", y "las tensiones por la fragilidad de los emergentes afloran en el G-20" 

Ya ven: “Para muestra, dice el refrán, vale un botón”. Este desolador panorama requiere con gran apremio un Sistema de Naciones Unidas eficaz para toda la humanidad, sin excepciones. El Partido Republicano de los Estados Unidos se opondrá siempre –como lo hizo ya en 1919 con la Sociedad de Naciones- a que la justicia, la seguridad y la paz sean garantizadas por la unión de todos los países, capaces de reaccionar con prontitud y contundencia cuando un país recurra a la violencia, contraviniendo los principios de convivencia democrática. 

Democracia a escala mundial es la solución. 

Por primera vez en la historia, podemos construirla e incorporarla a nuestro comportamiento cotidiano. El tiempo de la obediencia ciudadana y de la sumisión ha terminado. Podemos expresarnos libremente y tenemos que hacer posible la gran inflexión histórica de la oligocracia a la democracia, del bienestar de unos cuantos al bienestar generalizado, donde cada ser humano único pueda desarrollar plenamente las facultades que le distinguen. 

“Nosotros, los pueblos…” tenemos la palabra. Unos cuantos tienen la fuerza. No estemos distraídos ni atemorizados: ha llegado el gran momento, después de tantos siglos de oprobio y sumisión, en que la palabra prevalezca sobre la fuerza.

Unión Europea:

lunes, 17 de febrero de 2014

1) ¡Fuera los paraísos fiscales! 
2) ¡Referencia mundial de derechos humanos y democracia! 
3) ¡Ayuda al desarrollo y a la libre circulación de personas! 

¡Ésta y no otra es la Europa que podría salir airosa de la situación en que la han sumido los últimos coletazos del neoliberalismo “globalizador”! 

¡Ésta y no otra es la Europa que podría hacer frente a la Confederación Helvética que, amparada en resultados de consultas ciudadanas precariamente democráticas, limita la entrada de otras nacionalidades y sigue abriendo sus cajas de caudales para ocultar dinero oscuro de toda procedencia! 

¡Ésta y no otra es la Europa que se dotaría de un Parlamento en que los euroescépticos y antieuropeos racistas no tendrían escaño que ocupar! 

Europa tiene desde el año 2000 una Carta Europea de los Derechos Humanos realmente excelente. Hay que aplicarla. Esta es la solución. 

Joaquín Estefanía contaba ayer mismo en “El País”, ante la tibieza de la reacción institucional europea por el referéndum suizo, el Manifiesto por unas elecciones para votar un verdadero Gobierno Europeo, elaborado por Álvaro Gil Robles, Enrique Barón y Josep Borrell. Léanlo, pónganlo en práctica. De otro modo, el resultado de las próximas elecciones europeas puede acelerar todavía la deriva actual.

Desarme nuclear ¡ya!

No podemos seguir viviendo ni un día más con la “espada de Damocles” de una explosión nuclear. Hasta ahora los “pueblos” han estado callados, silenciados, atemorizados, obedientes, sumisos. Ahora, de repente, pueden expresarse libremente, pueden disentir, pueden opinar sin cortapisas. Hay muchas urgencias que abordar: el hambre, las desigualdades sociales, el deterioro del medio ambiente… Pero una sobresale, una es más urgente todavía que las otras: el desarme, empezando por el nuclear. 

Una humanidad que contempla cómo sólo el 20% de sus componentes viven en el “barrio próspero” de la aldea global, mientras que 4 de cada 5 habitantes de la Tierra viven o sobreviven en gradientes progresivos de pobreza; que vive horrorizada porque se invierten 4000 millones de dólares al día en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre y desamparo unas 50.000 personas al día, más de la mitad niños y niñas de uno a cinco años de edad; que contempla cómo se deteriora la habitabilidad del planeta, la casa común… no puede, no debe seguir tolerando ni un día más la amenaza atómica. 

Hoy mismo, sin dilación, tecleemos en nuestros ordenadores y móviles nuestra repulsa. Consigamos un clamor mundial en contra del armamento nuclear y de todas las armas innecesarias. Aboguemos por una Naciones Unidas refundadas y eficaces, de tal modo que, por fin, la paz prevalezca sobre la seguridad, que la palabra, por fin, prevalezca sobre la fuerza. 

(A Jean Jacques Lafaye, por su tesón
y audacia en la lucha contra el peligro nuclear)
 

Fueron necios

Muy necios. Cuando todo clamaba paz –desmoronamiento de la Unión Soviética sin una sola gota de sangre; terminación del apartheid racial en Suráfrica; fin de los enfrentamientos fratricidas en Mozambique y El Salvador; reinicio del proceso de paz en Guatemala…- el Presidente Reagan y la Primer Ministro Thatcher abanderaron, por ambiciones hegemónicas, el neoliberalismo “globalizador”, y cambiaron los “principios democráticos”, tan bien establecidos en la Constitución de la UNESCO, por las leyes del mercado, y el multilateralismo de las Naciones Unidas por grupos oligárquicos. En suma, cambiaron la democracia por la plutocracia y los valores éticos por los bursátiles. 

Ellos y los que les siguieron fueron necios. “Es de necio confundir valor y precio”, había advertido D. Antonio Machado, y no me canso de repetirlo. A veces un verso resume mejor que un análisis pormenorizado lo que ha sucedido y cómo podría solucionarse la situación planteada. 

El resultado ha sido una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra. Y un incremento de las desigualdades y desgarros sociales. Y el desamparo de buena parte de la humanidad, que vive (sobrevive) en medio de grandes precariedades de toda índole. 

Fueron necios. Y su legado no puede seguir vulnerando la existencia de tanta gente. Su voz debe elevarse, pacífica pero firmemente, en todo el mundo. El tiempo de la gran inflexión se aproxima: refundemos unas Naciones Unidas plurales y eficaces, dotadas de los recursos humanos, financieros y técnicos necesarios. Y repongamos los valores democráticos en el centro mismo de nuestro quehacer diario.

Lecciones de América Latina

martes, 11 de febrero de 2014

Europa, que tanto se ha beneficiado y se beneficia de América Latina, sigue sin querer reconocer, aferrada al ocaso de un sistema que ha sustituido los principios democráticos por las leyes mercantiles y el multilateralismo democrático por grupos oligárquicos, las lecciones que, en múltiples aspectos, están dando hoy los países del continente suramericano, por fin emancipados. 

De manera sorprendente, el editorial de opinión de “El País” del día 2 de febrero, titula así su comentario de la Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe) que acaba de celebrarse en la capital cubana: “Simulacro en La Habana”. Dice entre otras lindezas: “Las conclusiones han sido un catálogo de buenos deseos –fortalecer el acercamiento, declarar la región como “zona de paz” o luchar contra la pobreza- que calca la retórica de otros foros”. 

He aquí algunas de las resoluciones adoptadas en la II Cumbre de los días 28 y 29 de enero de 2014: 

• Seguiremos trabajando en planes, políticas y programas nacionales para reducir progresivamente las desigualdades de ingresos que están en la base misma del hambre, la pobreza y la exclusión social mediante, entre otras, políticas fiscales progresivas, de creación de empleos formales permanentes, de protección, de asistencia y seguridad social, de establecimiento de salarios mínimos y su elevación progresiva… 

• Otorgamos la más alta prioridad a fortalecer la seguridad alimentaria y nutricional, la alfabetización y post-alfabetización, la educación general pública gratuita, la educación técnica, profesional y superior de calidad y pertinencia social, la tenencia de la tierra, el desarrollo de la agricultura… y de la salud pública universal, el derecho a la vivienda adecuada para todos… 

• Se procederá a la “elaboración de una Agenda Estratégica Regional sobre la Gestión Integral del Riesgo de desastres”… 

• Nos comprometemos a continuar consolidando sólidos principios regionales en materia de reconocimiento de los derechos de los migrantes, así como a profundizar la coordinación de políticas migratorias regionales y de posiciones comunes en las negociaciones globales… 

• Convencidos de que el cambio climático es uno de los más grandes problemas de nuestro tiempo… “adoptaremos las medidas precisas de conformidad con las disposiciones y principios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y las decisiones adoptadas en las Conferencias de las Partes”. 

• Celebramos la reciente suscripción de la nueva Convención de Minamata sobre Mercurio, como el primer instrumento vinculante negociado en el ámbito de Naciones Unidas en los últimos doce años… 

• Reafirmamos la importancia de desarrollar herramientas que permitan fortalecer el sistema financiero internacional, lo cual debería contemplar una regulación más estricta y efectiva de las entidades financieras… 

• Manifestamos el derecho de nuestros pueblos de aprovechar, de manera sustentable, los recursos naturales… 

• Nos comprometemos a seguir trabajando para consolidar a América Latina y el Caribe como zona de paz, en la cual las diferencias entre las naciones se resuelvan a través del diálogo y la negociación… 

• “Subrayamos la importancia de la cultura en Latinoamérica y el Caribe como fundamento de la identidad de cada país y como catalizador en los procesos de integración regional. Subrayamos así mismo la importancia de la cultura y de las industrias culturales para las economías regionales y asumimos el compromiso de promover el emprendimiento cultural…”. 

• Reiteramos nuestras posiciones en torno a una reforma integral del Sistema de las Naciones Unidas, muy particularmente a la democratización de las instancias decisorias internacionales, en particular el Consejo de Seguridad… 

• Destacamos la celebración, por primera vez en las Naciones Unidas, de una Reunión de Alto Nivel sobre Desarme Nuclear, el 26 de septiembre de 2013, en la que la CELAC reafirmó la necesidad urgente de avanzar hacia el desarme nuclear y lograr la eliminación total y general de las armas nucleares de forma transparente, irreversible y verificable… 

¡Ya me gustaría ver parecidas resoluciones en otros foros internacionales y, particularmente, en la Europa actual! 

En su conjunto, en América Latina, se están reduciendo las desigualdades sociales, mientras que en Europa se están ampliando. En Europa juzgamos severamente el comportamiento político de algunos líderes de América Latina. 

En cambio, en América Latina son capaces de seguir teniendo buenas relaciones quienes fueron humillados con el “Plan Cóndor”, con miles y miles de asesinados y torturados; y con el “ajuste estructural”, que enriqueció a los prestamistas y empobreció a los prestatarios; y con unas técnicas de explotación minera intolerables; y con embargos de servicios esenciales durante décadas; y a pesar de tener en la memoria la invasión de Irak, que ha resultado en decenas de miles de muertos y mutilados, en millones de desplazados…; y de la forma en que Europa se deshizo de mandatarios árabes puestos en evidencia por la población en la famosa “primavera”, a los que hacía bien pocos meses se había agasajado espléndidamente, y vendido armas a manos llenas; y han aceptado, hasta ahora, todo tipo de excusas de algunos de sus grandes "inversores", aunque no fueran precisamente buenos ejemplos de “democracia”... 

A pesar de haber sufrido tantos desmanes por la aversión del Partido Republicano a las Naciones Unidas y a instituciones de integración y debate a escala continental, los países de América Latina mantienen, en general, una actitud de acercamiento y de coexistencia pacífica. 

Una inflexión histórica se avecina: tomen nota de la CELAC y de las conclusiones de su Segunda Cumbre. No le iría mal ahora a Occidente aprender los nuevos diseños políticos; y poner en práctica las excelentes resoluciones adoptadas en La Habana. Europa, en la debacle de un sistema basado exclusivamente en los mercados, da la impresión de que no quiere o no sabe mirar la realidad de otra manera. 

No estaría mal, no, que en reuniones de la Comisión Europea, o en Davos, o en la OCDE… se adoptaran, con ánimo de llevarlas a la práctica, resoluciones parecidas.