En circunstancias de emergencia global, llamamiento a la responsabilidad de los medios de comunicación

jueves, 31 de diciembre de 2015

Es apremiante tomar medidas a tiempo para detener el progresivo deterioro de la habitabilidad de la Tierra y de las condiciones de vida de buena parte de los seres humanos.  De otro modo, podrían alcanzarse puntos de no retorno que afectarían irreversiblemente el legado de las presentes generaciones a las siguientes.

Por primera vez en la historia, las actividades de nuestra especie -¡capaz de pensar, de imaginar, de anticiparse, de crear!- pueden afectar el entorno ecológico de forma irremediable. Quieran o no reconocerlo algunos obcecados e ignorantes cortoplacistas, nos hallamos en el antropoceno: el formidable tesoro de la naturaleza que nos circunda está en peligro. Debemos reaccionar sin dilación.

Y está en gravísimo riesgo la propia vida de muchísimos niños, mujeres y hombres  por la obstinada e inadmisible insolidaridad de los más encumbrados y privilegiados, que cuentan y recuentan sus muertos pero no prestan la mínima atención a los ajenos. Miles de personas mueren de hambre todos los días –no me canso de repetirlo- al tiempo que se invierten más de 3.000 millones de dólares en armamento y gastos militares para garantizar la seguridad de un 20% del conjunto de la humanidad.

Sin embargo, no hay fondos para contribuir al desarrollo sostenible y sostenido de los países más necesitados. El neoliberalismo sustituyó la cooperación por la explotación, las ayudas por los préstamos, los valores éticos por los bursátiles y las Naciones Unidas por grupos plutocráticos (G7, G8, G20). ¿Cómo puede pretenderse que 7, 8 o 20 países ricos tomen en sus manos la gobernación de más de 190 Estados? Y, no obstante se aceptó. Como se aceptó que, en una Unión Europea monetaria, los “mercados” nombraran directamente y sin urnas a los gobiernos de Italia y Grecia… ¡cuna de la democracia!

Una economía basada en la especulación, la deslocalización productiva y la guerra sigue aumentando las desigualdades sociales y ocupando cada rendija de otros sistemas alternativos que emerjan. Si la prima de riesgo –paralela a la mayor precariedad- sigue orientando los pasos de la economía en lugar de hacerlo los “principios democráticos” que con tanta lucidez establece la Constitución de la UNESCO, los grandes consorcios no cesarán de progresar y marcar el paso de un sistema que, en particular desde la década de los 80, marginó al multilateralismo democrático, y que ahora, urgidos ante el abismo de situaciones sin regreso, es preciso reponer sin demora.

A este respecto, hemos propuesto (https://declaracionconjunta.wordpress.com/ ) una sesión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas para adoptar las pautas correctoras adecuadas que todos acepten porque a todos afectan, con sólo tres puntos en el “orden del día”: extrema pobreza y flujos migratorios; medio ambiente; conflictos bélicos y amenaza nuclear.

Esto es lo que, con grandes clamores populares, deben reclamar quienes ahora –recordar en España el 15-M- ya pueden expresarse libremente. Hasta hace dos décadas, éramos invisibles, silenciosos, atemorizados espectadores de lo que acontecía. Ahora, gracias a la tecnología digital ya podemos hacernos oír y escuchar, ya tenemos conciencia global, ya somos ciudadanos del mundo. Ya la mujer, piedra angular de la nueva era, puede participar en la toma de decisiones con sus facultades inherentes.

Pero los medios de comunicación no pueden seguir siendo en una proporción que se está haciendo excesiva, “la voz de su amo”. No pueden seguir sin alarmar como corresponde cuando notifican, de pasada, los altos grados de contaminación que ahora mismo se están viviendo en ciudades como Milán, Pekín, o Madrid. Ni ignorar que hace unas semanas tuvo lugar en Barcelona la reunión anual de Premios Nobel de la Paz,  diez personas y diez instituciones galardonadas que, con una clarividencia extraordinaria, reclamaron la atención del mundo –desde la ciudad que, entre otras cosas muy positivas, me inculcó de joven el refrán marinero que dice “nunca hay buen viento para quien no sabe a dónde va”- hacia las urgentísimas decisiones que deben adoptarse imperativamente (http://barcelona.nobelpeacesummit.org/ . Pusieron de manifiesto la insolidaridad actual  y avalaron que el año 2016, a propuesta del IPB (International Peace Bureau), sea el año del “desarme para el desarrollo”.

Exijamos todos que 2016 sea el principio de la reducción de la locura del armamentismo en favor de la cordura del desarrollo. Tal como están las cosas, apoyar por el Estado la venta de automóviles que no sean híbridos o eléctricos, es un auténtico dislate. Seguir adquiriendo productos de firmas como la Volkswagen, cuyo comportamiento ha sido deleznable, es incomprensible. Como lo es seguir favoreciendo el crecimiento de firmas manifiestamente insolidarias.

Sí, ahora es inaplazable levantar la voz y corregir las tendencias actuales antes de que sea demasiado tarde. Constituiría un error histórico imperdonable que, ofuscados por las baratijas y el bullicio del consumo, sin reparar en sus efectos perniciosos, con unos medios de comunicación con frecuencia sesgados y que favorecen la gregarización y el olvido de lo relevante, nos olvidásemos de los grandes desafíos que en la actualidad ya alcanzan a una mayoría de las personas y que, en breve plazo, pueden afectar a todos.

Voz de “Nosotros, los pueblos…”, como se inicia la Carta de las Naciones Unidas, que pueda velar, gracias a su número, fuerza y sentido, por el cumplimiento a escala global de las condiciones mínimas que permitan el inicio de una nueva era, del “nuevo comienzo” que proclama la Carta de la Tierra (http://earthcharter.org/invent/images/uploads/echarter_spanish.pdf ).

Con el concurso insustituible de medios de comunicación de toda índole, la voz de la gente podría, por fin, prevalecer sobre la de los multimillonarios consorcios, para que, los intereses de la humanidad sean tenidos en cuenta; para que, por fin, puedan detenerse procesos que ensombrecerían para siempre los horizontes de las generaciones venideras; para que las condiciones para una vida digna en la Tierra no sigan poniéndose en peligro… Todo ello es impensable sin la contribución convencida y diligente de los omnipresentes y omnipotentes medios de información y de comunicación.

A ellos dirijo, en los albores del año 2016, este llamamiento. De ellos depende, en buena medida, que el nuevo año sea el de la inflexión de la alarmante deriva presente, del desorden conceptual y estructural de una gobernación sin brújula a ciudadanos del mundo capaces de ejercer plenamente los derechos humanos. Para cumplir los deberes propios de la responsabilidad intergeneracional y no dejar a nuestros descendientes una casa desvencijada, es ineludible hacer posible la transición suprema de la fuerza a la palabra.

¿Mayoría absoluta? No, por favor

jueves, 24 de diciembre de 2015

Todos hablan de “mayoría absoluta”… cuando la palabra “absoluta” es la antítesis de “democracia”. Lo que conviene son mayorías procedentes de acuerdos, de concertación permanente, de escucha atenta a “los pueblos” como con tanta clarividencia se inició en 1945 la Carta de las Naciones Unidas. Entonces “los pueblos” no podían expresarse. Ahora, sí. Aquí reside la esperanza. No en la “mayoría absoluta”. 

Tenemos que sustituir la fuerza por la palabra, la gran inflexión histórica que se avecina. Y la imposición del “rodillo” -que tanto daño ha hecho en los últimos años- por la conciliación, por la democracia genuina. Y que los “mercados” se calmen, atentos a la voluntad de sus clientes, que aspiran a que sean los valores éticos y no los bursátiles los que orienten la economía. Y que los grupos plutocráticos se reemplacen urgentemente por un multilateralismo eficiente, por unas Naciones Unidas refundadas que puedan hacer frente con apremio a los grandes problemas mundiales potencialmente irreversibles, que nos afectan a todos: extrema pobreza, medio ambiente y amenaza nuclear. Y todo lo demás es cosa pasajera y de importancia local. Pensemos en todos los seres humanos y no en unos cuantos privilegiados. Y verán cómo las cosas van mejor entonces.

“Cumbre del Clima, por fin acuerdo. Ahora hay que asegurar su puesta en práctica”

martes, 15 de diciembre de 2015

Cuando acaba de celebrarse en París la “Cumbre del Clima” (del 30 de noviembre al 13 de diciembre) a la que han asistido representantes de la mayoría de los Estados del mundo, me parece oportuno empezar este escrito de apremio para la puesta en práctica de los acuerdos alcanzados, recordando la Carta de la Tierra, uno de los referentes más luminosos en momentos tan sombríos y turbulentos. Se inicia así: “Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro…”. Y termina de este modo: “Como nunca antes en la historia, el destino común nos insta a buscar un nuevo comienzo”.

Desde ahora hay que adoptar conductas y estilos de vida para que el año 2020 sea el principio de una acción real firme y coordinada, y la “salida” de las medidas pactadas no tenga lugar en un contexto ecológico aún más sombrío que el actual. Es imperativo que puedan cumplirse con diligencia las previsiones que acaban de aprobarse con tantas dificultades y apremio. Para ello es imprescindible que existan, bien entrenados ya, los mecanismos supervisores y reguladores adecuados. 

En el antropoceno, garantizar la habitabilidad de la Tierra y una vida digna a todos los seres humanos, constituye una responsabilidad esencial porque el fundamento de todos los derechos humanos es la igual dignidad, sea cual sea el género, el color de piel, la creencia, la ideología, la edad… Siglos y siglos de poder absoluto masculino al cabo de los cuales las asimetrías sociales y la pobreza extrema predominan en una Tierra que, por influencia de la actividad humana, se deteriora. 

Vivimos en la era digital. La libertad de expresión permite la participación progresiva de todos los ciudadanos en la toma de decisiones, de tal forma que se fortalecerán los sistemas democráticos y los cambios de hondo calado serán factibles porque coinciden tres hechos favorables: 1) el conocimiento de lo que acontece en el mundo, incrementándose los sentimientos de solidaridad (material e “intelectual y moral”, como se establece en el preámbulo de la Constitución de la UNESCO); 2) mayor número de mujeres en la toma decisiones, actuando ya en virtud de las facultades que les son inherentes; y 3) la posibilidad de participación no presencial, gracias a la moderna tecnología de la comunicación y de la información. 

A partir de ahora, sucesivamente, el poder no sólo deberá oír sino escuchar las opiniones de todos los ciudadanos de forma permanente. El tiempo del silencio ha concluido. 

Desde la “Cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro (1992) han transcurrido ¡23 años! El sentir popular no ha tenido en los medios de comunicación de toda índole el eco que pudiera alertar a los gobernantes. 

Hemos contemplado impasibles cómo los “mercados” han llegado a la desfachatez de nombrar gobiernos en Italia y Grecia, cuna de la democracia. Vivimos en una economía basada en la exclusión, en el interés a corto plazo, en la especulación, en la deslocalización productiva, en la preparación de la guerra, que ha conducido a una situación de una complejidad extraordinaria que requiere, teniendo en cuenta sobre todo procesos potencialmente irreversibles, la adopción urgente de medidas que puedan rectificar el curso de las actuales tendencias. La llamada “sociedad del bienestar” se ha reducido al 20% de los habitantes de la Tierra, concentrados en los barrios prósperos de la aldea global. En un gradiente progresivo de precariedad, el 80% de la humanidad vive en circunstancias extremadamente difíciles. A todo ello no debe añadirse el agravio histórico intergeneracional que representaría la reducción de la calidad de vida sin posibilidad de restablecerla ulteriormente. 

La palabra com-partir -que era clave del Sistema de las Naciones Unidas en los años 50 y 60– se ha ido acallando progresivamente y, en lugar de fortalecer a los países más necesitados con un desarrollo integral, endógeno, sostenible y humano, las ayudas al desarrollo se han reducido hasta límites insolentes y el Banco Mundial para la Reconstrucción y el Desarrollo “perdió” su apellido y se ha convertido en una herramienta al servicio de las grandes entidades financieras; y se ha debilitado al Estado-Nación, transfiriendo progresivamente recursos y poder a gigantescas estructuras multinacionales. 

Bien está lo alcanzado a condición de que ahora, desde hoy mismo, se establezcan las pautas que, a escala mundial, permitan llevarlo a efecto. Y problemas globales requieren estructuras globales. La puesta en práctica no puede encomendarse a unos países “juez y parte” ni, debe luego, a los totalmente inoperantes grupos plutocráticos (G7, G8, G20) sino al multilateralismo democrático, a unas Naciones Unidas –que los neoliberales desunieron y marginaron- “rehabilitadas”. Ante la emergencia ecológica y social, para cumplir unas funciones, ahora sí, ahora ya, ahora todavía, que sólo ellas pueden llevar a cabo. 

La refundación del Sistema de Naciones Unidas, no me canso de repetir, es más apremiante que nunca para que, como reza la Carta de las Naciones Unidas, en el menor tiempo posible sean “los pueblos” –y no sólo los Estados- los que tengan representación en la Asamblea General y el progreso científico permita una vida digna para todos los habitantes de la Tierra, a través de una economía que atienda las prioridades bien establecidas hace ya tiempo por el Sistema de las Naciones Unidas: alimentación (agricultura, acuicultura y biotecnología); acceso general al agua potable (recolección, gestión, desalinización…); servicios de salud de calidad; cuidado del medio ambiente (emisiones CO2, energías renovables, etc.); educación y paz. Una educación que proporcione a todos conciencia global. Es un aspecto crucial: el prójimo puede ser próximo o distante. Y el cuidado del entorno no debe limitarse a lo más cercano sino que debe extenderse, porque el destino es común a todo el planeta. 

Hoy ya podemos contemplar el mundo y debemos observarlo –“¡qué difícil es observar lo que vemos todos los días!”, advirtió Julián Marías- para que la cotidianidad no signifique aceptar lo inaceptable ni considerar que los “efectos colaterales” del sistema actual son irremediables. Ese genocidio de desamparo e inanición que tiene lugar cada día; la forma en que tratamos a quienes intentan llegar a los países más adelantados porque se mueren de hambre en sus lugares de origen,… deben ser rechazados por un clamor popular con creciente influencia en el ciberespacio. En la era digital, seremos capaces de aplicar aquella fantástica adaptación del conocido refrán que hizo el genial Mario Benedetti: “Todo depende del dolor con que se mire”. 

Es necesario inventar el futuro. “Ingeniar” el futuro con la creciente participación de ciudadanos de todo el mundo, capaces de conocerse y concertarse a través de las redes sociales virtuales de creciente importancia y capacidad de movilización, que propondrán soluciones a los distintos problemas planteados, pasando a ser una parte relevante del funcionamiento democrático a escala local y planetaria. 

Es inadmisible desde todos los puntos de vista que cada día mueran de hambre miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años, al tiempo que se invierten 3.000 millones en armas y gastos militares. La puesta en práctica de los Objetivos para un Desarrollo Sostenible exige “clamor mundial” para, como preconiza el International Peace Bureau, Premio Nobel de la Paz 1910, conseguir los medios para “desarme para el desarrollo”. La seguridad no se afectaría: bastaría con un tercio de lo que hoy se dedica a “proteger” al 20% de la humanidad… 

Innovación política, económica y social. Eliminación sin contemplaciones de la evasión tributaria y de la corrupción, utilizando así mismo fuentes alternativas de financiación, como el impuesto sobre transacciones financieras electrónicas; contribuciones estrictamente proporcionales a los ingresos; revisión conceptual y práctica del trabajo y del empleo, propia de la era digital… 

También en este “nuevo comienzo” será necesario, con rapidez y buen tino, compartir adecuadamente los beneficios que se obtienen de la explotación de los recursos naturales entre aquellos que poseen la tecnología y los habitantes de los espacios donde dichos recursos se hallen. 

Lo que ahora no debería hacer la humanidad, sabiendo además que pueden alcanzarse puntos de deterioro irreversible, es tolerar que los grandes consorcios bélico-industriales sigan obteniendo inmensos beneficios y propugnando el perverso adagio de “si quieres la paz, prepara la guerra”… y que las grandes fortunas –estas 85 personas que, según OXFAM, poseen una riqueza mayor que la de la mitad de la humanidad (¡3.300 millones!) sigan siendo, en general, insolidarias. La Europa monetaria no puede acoger a refugiados y emigrantes… pero puede derrochar miles de millones en evasión tributaria y paraísos fiscales. Ahora “la gente” ya no lo permitirá. Recuerdo aquel magnífico slogan del 15-M: ”Si no nos dejan soñar no les dejamos dormir”. 

¡Ha llegado el momento de no dejarlos dormir!. La demografía y mayor longevidad favorecerán la implicación ciudadana. La inmensa diversidad geográfica se verá compensada por la “cercanía” de quienes, desde lugares muy apartados, aportarán sus puntos de vista. 

Digamos, alto y fuerte a todos los que ahora son responsables de la puesta en práctica de las decisiones de la “Cumbre”: es inaplazable una nueva cosmovisión, con nuevos estilos de vida. El gran desafío a la vez personal y colectivo es cambiar de modelo de vida. El mundo entra en una nueva era. Tenemos muchas cosas que conservar para el futuro y muchas otras cosas que cambiar decididamente. Por fin, los pueblos. Por fin, la voz de la gente. Por fin, el poder ciudadano. Por fin, la palabra y no la fuerza. Una cultura de paz y no violencia y nunca más una cultura de guerra. 

La “Cumbre de París” ha sido, aunque tardío, un primer paso esperanzador. Ahora pensando en los jóvenes y niños, hay que seguir a buen ritmo. Es un deber prioritario, inexorable.

Tres noticias me preocupan

lunes, 14 de diciembre de 2015

1. Inmigración, refugiados, emigración.

• “Y no te olvides de los refugiados”, insiste con toda la razón -como cuando nos recordaba Haití- en sus viñetas el formidable Forges. Refugiados de guerras y conflictos que los grupos plutocráticos neoliberales no ha sabido encauzar debidamente. Refugiados que no hallan la acogida que se les debe, olvidando que se trata de un derecho humano reconocido por los mismos países que , en un momento dado, prefirieron la acción armada y que siguen manteniendo un trato de favor, con inmensa codicia, con los países que financiaron –y quizás financian todavía- las contiendas bélicas. 

• La insolidaridad manifiesta con los inmigrantes, que se ven forzados a abandonar sus países de origen porque allí se mueren de hambre. No me canso de repetirlo: todos los días mueren de pobreza extrema y desamparo más de 20.000 personas, la mayoría de ellas niñas y niños de uno a cinco años de edad, al tiempo que se invierten en armas y gastos militares 3.000 millones de dólares. No hay dinero para el desarrollo. El PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ha reducido de forma extraordinaria sus posibilidades de asistencia. En la mayor parte de los países europeos, el declive ha sido también extraordinario. En España, también ya lo he indicado en diversas ocasiones, se ha pasado del 0.51% del PIB en el año 2010 al 0.11 en la actualidad. Esta insolidaridad debe corregirse. Es una vergüenza que no haya dinero para tender la mano y la haya, como siempre en el pasado, para la mano alzada. Son necesarios grandes clamores populares para que se termine con esta deplorable actitud. 

• Y, por último, la emigración que se favorece, incluso cuando se trata de personas altamente cualificadas. Las cifras que se han publicado últimamente no pueden pasarse por alto. Tenemos que organizar rápidamente protestas y propuestas que permitan corregir este “efecto colateral” del neoliberalismo. Si disminuyen algo las colas de los que esperan un empleo es porque, en el primer semestre del año actual casi 51.000 ciudadanos pusieron rumbo al extranjero, un 30% más que en 2014, según datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística. Ese debería de ser uno de los primeros objetivos del nuevo gobierno: no dejar que se nos escapen talentos tan importantes para el diseño del nuevo futuro que anhelamos. 

2. 22 grados centígrados los primeros días de diciembre en muchas partes de España. ¡Ocho grados centígrados más que lo que es habitual en esta época! Y los ciudadanos, en su mayoría, a pesar de que ahora ya pueden expresarse libremente, siguen callados. Silencio cómplices. Hay que alzar la voz. Están demasiado distraídos. Son espectadores impasibles cuando deberían ser actores muy comprometidos. 

3. Contaminación creciente. En Madrid, en Shanghai… Y el Estado sigue favoreciendo la venta de automóviles altamente contaminantes, en lugar de propiciar los coches híbridos o eléctricos. Esta es la promoción, que ha decidido con gran inteligencia, la Alcaldesa de París, Anne Hidalgo. 

¿Cómo puede ser que se sigan vendiendo los automóviles cuyos fabricantes han atentado consciente y gravemente contra la habitabilidad de la Tierra? ¿Cómo es posible que, en lugar de demostrar la repulsa popular a comportamientos que afectan en tan alto grado las condiciones medioambientales se sigan adquiriendo los productos de estas firmas despreciables, favoreciendo dócilmente sus ubérrimos beneficios? ¿Cómo es posible que el Estado siga promoviendo la adquisición de vehículos contaminantes? El Plan PIVE debería haberse dirigido desde el principio a la compra de automóviles “limpios”. Pues no: lo que importa es vender, aunque se contamine, aunque se pueda cometer la irresponsabilidad histórica de llegar a puntos de no retorno en el deterioro ecológico… 

¿Por qué se siguen adquiriendo de forma masiva productos de empresas que se caracterizan por su insolidaridad? Ahora, sucesivamente, ya podemos expresarnos “libre y responsablemente”. 

“¡Qué cada palo aguante su vela!”, piensan obcecados aplicando las pautas de la Europa monetaria. Lo malo es que las generaciones venideras corren el riesgo de no poder disfrutar de la plena habitabilidad de la Tierra, puesto que hallarían -lo que sería un error inconmensurable e incomprensible- una casa “desvencijada y fría”. Son necesarias acciones urgentes para controlar las actuales tendencias de un sistema que no deja de incrementar las brechas sociales y concentrar la riqueza en muy pocas manos, casi todas insolidarias. 

No puede ser. No puede ser que no haya dinero para el desarrollo, para paliar las inmensas precariedades de la mayor parte de la humanidad, sobre todo, cuando tanto se habla del “derecho a la vida”, cuando tanto millones de niños viven en condiciones inhumanas. 

Seamos valientes. Miremos a los ojos de los niños. Y de una vez, dejemos de guardar silencio. 

Es tiempo de, con gran apoyo popular, preparar las propuestas que harán posible la radical inflexión que se avecina.

Las propuestas que he publicado son para todos los partidos políticos que deseen asumirlas y ponerlas en práctica

martes, 1 de diciembre de 2015

Estas propuestas las publiqué en mi blog en noviembre de 2014 y las actualicé en octubre de 2015.




El 5 de noviembre publiqué una Declaración Conjunta sobre “Emergencia Social y Ecológica”, instando a que se unieran quienes así lo desearan.

El 14 de noviembre apareció en “Público” y, luego, en Other News, un artículo firmado con Roberto Savio titulado “Amenaza global, reacción global”…

Pablo Bustinduy, de Podemos, me pidió que formara parte del Consejo de Paz que iban a crear.  Le agradecí la proposición pero le dije que mis recomendaciones se dirigen a todos aquellos que quieran incorporarlas.

En unas declaraciones a TV5, Pablo Iglesias me citó como miembro del Consejo de Paz.  Más tarde, en otras manifestaciones, declaró que “había recibido las aportaciones del ex Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza”.  Y a las pocas horas, Pablo Bustinduy me escribió pidiéndome disculpas por haber usado mi nombre “por un fallo suyo en la comunicación correspondiente”.

Ya todo queda aclarado: han utilizado algunas de mis propuestas dirigidas a todos los partidos, lo que me parece muy bien.

Y colorín colorado…., con un cordial saludo a los que sí son miembros activos del Consejo de Paz.