Mikhail S. Gorbachev (1931 – 2022) / Imaginación, lo inesperado

viernes, 2 de septiembre de 2022

 “Los políticos solos no pueden abarcar ni enfrentar todos los desafíos que el mundo presenta hoy. La política debe interactuar con la sociedad civil y con la comunidad intelectual. En consecuencia, el diálogo es absolutamente indispensable, un diálogo de alto espectro que nos ayude a desarrollar enfoques audaces y factibles para ser capaces de resolver los desafíos de nuestro mundo globalizado. El mundo necesita una visión orientada con la voluntad y perseverancia para convertirla en realidad. Necesitamos cultivar una nueva cultura e impulsar nuevos enfoques, porque el mundo necesita una cultura de paz”.

Así iniciaba Mikhail Gorbachev la tercera reunión del World Political Forum, celebrado en Bosco Marengo, Italia, el 8 de julio del año 2002. En aquellos momentos el ex presidente de la Unión Soviética se había convertido ya en una de las figuras más relevantes de la historia. Una vez más, al escucharlo, pensaba en el error que cometían los líderes occidentales al no tomar muy en cuenta las palabras de quien había dado el ejemplo, con una imaginación y habilidad extraordinarias, de resolver uno de los desafíos más importantes del mundo contemporáneo sin el uso de las armas, sin una sola gota de sangre. Obcecados en sus cuentas y dividendos, seguían las pautas de su especialización: mirar hacia otro lado. Este no saber mirar en la dirección correcta ha llevado a la humanidad a la crisis sistémica actual.

El 15 de diciembre de 1984 Gorbachev llegó a Londres encabezando la delegación del Soviet Supremo. Era la primera visita de una delegación soviética a Gran Bretaña desde hacía unos 15 años. Su discurso ante la Cámara de los Comunes fue de una audacia extraordinaria: la época nuclear exigía un nuevo “pensamiento político”; el peligro de guerra  era una realidad; la guerra fría constituía un estado de relaciones anormal que propiciaba el peligro de enfrentamiento bélico; en una guerra nuclear no podía haber vencedores; ningún Estado puede construir su propia seguridad amenazando la de los demás; en la limitación y eliminación de armamentos, y en particular en el caso de las armas nucleares, la Unión Soviética estaba dispuesta a ir tan lejos como sus interlocutores occidentales deseaban…”. En su discurso una frase fue especialmente difundida: “Al margen de cuanto pueda separarnos, vivimos en un mismo planeta. Europa es nuestra casa común; una casa, y no un campo de batalla”. Está claro que Mikhail Gorbachev hablaba ya en un idioma distinto.

En esa ocasión desplegó un gran mapa sobre el que estaban señalados todos los grandes arsenales nucleares. “Cada uno de estos pequeños cuadrados basta para acabar con cualquier vida sobre la Tierra… Así pues, con las existencias acumuladas en armamento nuclear podríamos aniquilar mil veces nuestra civilización”.  Su alocución ante el Parlamento Británico el 18 de diciembre tuvo un gran impacto, tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos.

En octubre de 1986 se reunió el Foro de Issyk-Kul. El propio Mikhail Gorbachev lo describió como sigue: “En octubre de 1986 se había producido un acontecimiento que tendría una importancia considerable en los años de la perestroika. Me refiero al encuentro en el lago de ISSYK-KUL, en el que se reunieron artistas destacados de todo el mundo, entre ellos Arthur Miller, Alexander King, Alvin Toffler, Peter Ustinov, Zulfu Livanelly, Federico Mayor y Afework Teklé… Su iniciador fue el escritor Chinguiz Aitmatov. Se habló allí del peligro nuclear, de las catástrofes ecológicas y de la progresiva falta de dignidad, también en la política. Mi encuentro con los participantes de aquel Foro tuvo lugar el 20 de octubre, una semana después de Reykiavik…”.

Fue después de la reunión junto al lago de Issyk-Kul, cuando aquel distinguido grupo de intelectuales y creadores -a los que hay que añadir James Baldwin, Augusto Forti, Rustem Khairov, Yaser Kemal, Lisandro Otero y Claude Simon- tuvieron con el secretario general una reunión extraordinariamente interesante. Me encomendaron la presidencia y fue para mí una ocasión memorable poder conocer la visión y enfoques de personas que no sólo hablaban de libertad sino de responsabilidad, y de cómo podríamos aconsejar mejor al secretario general de la Unión Soviética para que pudiera llevar a cabo las transformaciones necesarias. ¿Cómo podríamos colaborar a la puesta en práctica de la perestroika?

Para que se comprenda mejor el contexto en el que tuvo lugar la primera reunión del Foro Issyk-Kul, quiero poner de manifiesto las declaraciones del presidente Gorbachev en una conferencia de prensa que pronunció el 14 de octubre de 1986 posterior a la Cumbre de Reikiavik.  Gorbachev subrayó todas las propuestas formuladas al presidente Reagan sobre la reducción y eliminación de armamento nuclear, con grandes facilidades de verificación; total eliminación por parte de los americanos y los soviéticos de los misiles de “media distancia”; situación en Asia y dificultad de establecer previsiones… Gorbachev describió abiertamente que, en un momento dado, una “verdadera batalla” de los dos enfoques sobre política  a  escala  mundial –incluyendo la terminación de la carrera de armamentos y de las ojivas nucleares- se había iniciado… “Me di cuenta, indicó Mikhail Gorbachev, de que el presidente americano está cautivo del complejo industrial-militar de los Estados Unidos”.  Esta aseveración es especialmente relevante y había sido puesta ya de manifiesto por el presidente Eisenhower al final de su mandato.  “Creo que el presidente de los Estados Unidos y yo tenemos que llegar a un acuerdo en mi próxima visita a Washington.  De otro modo, se habría perdido una gran oportunidad histórica”.

En el mes de octubre del año 1989 Mikhail Gorbachev recibió el Premio Nobel de la Paz.  No pudo ir a la correspondiente ceremonia en Oslo por tener que atender responsabilidades muy urgentes.  Por este motivo, pronunció la “Conferencia Nobel” en Oslo, el 5 de junio de 1991 en la que habló extensa y profundamente sobre la necesidad de que la paz prevaleciera sobre cualquier otra condición.  Expresó su confianza en el que la solidaridad y el cambio habían sido aceptados por el “mundo entero para hacer frente a los desafíos globales”. 

¡Qué formidable!  ¿Quién podría pensar que sería un político procedente de la Unión Soviética el que, con gran imaginación y habilidad, fuera capaz de terminar la “Guerra Fría” sin una sola víctima, plácidamente. cuando el Presidente Reagan hablaba de la “guerra de las galaxias”…?

Mikhail Gorbachev, muy preocupado por preservar la calidad de la vida humana, creó en Ginebra, una “Green Cross International” que tiene como objetivos los retos mundiales de seguridad, erradicación de la pobreza y de la degradación medio ambiente. Junto a la Green Cross, el presidente Gorbachev fundó “The World Political Forum”, acompañado de Andrei Grachev, en este caso, como de Alexander Likhotal en el de la “cruz verde”. 

Quiero mencionar la emoción que me produjo el acto celebrado en el gran Albert Hall de Londres –lleno a rebosar- al cumplir Gorbachev 80 años, en el 2011. “El hombre que cambió el mundo”, estaba en el centro de un gran arco en el inmenso Hall. El hombre que recondujo tantas tendencias erróneas, se encontró, desgraciadamente, con unos líderes y hombres impasibles, miopes e irresponsables, incapaces de beneficiarse de tan inesperadas inflexiones históricas. Y, en medio de las ovaciones pensé en lo que había escrito en 1991: “El Muro de Berlín se desmoronó porque un sistema basado en la igualdad se había olvidado de la libertad. Ahora, el sistema alternativo se desmoronará también porque, basado en la libertad, se ha olvidado de la igualdad. Y ambos de la justicia”.

El primer día del mes de octubre de 2016 se unió, desde Moscú, a la campaña “Desarme para el desarrollo”, que patrocinaba el International Peace Bureau, de Ginebra, con Ingeborg Breines y Colin Archer al frente, con el fin de conseguir el 10% de las colosales inversiones diarias en armas y gastos militares. En Berlín, la ciudad-símbolo, desfilamos muy numerosos ”unter den Linden”. Contando con su apoyo expreso y el del Papa Francisco… y, como viene siéndola norma actualmente, en los medios “la voz de su amo”, no tuvo el menor impacto. Pero hemos sido muchos y serán muchos más los que se inspirarán en la fabulosa trayectoria de Gorbachev. Sus propuestas imaginativas e inesperadas han sido y seguirán siendo  orientación muy relevante en mi comportamiento cotidiano.

Gorbachev es una estrella gigante y luminosa para orientar los rumbos del mañana. Su legado permanecerá, como destellos de esperanza para un por-venir que está por-hacer.

Publicado en Other News


Inaplazable, un nuevo comienzo

 “Tendremos la capacidad de lograr el mundo que deseamos si tenemos el valor de emprender un nuevo comienzo”-  Barack. H.Obama, El Cairo, 4 . 06. 2009.

Ha llegado el momento. La cultura de guerra, la economía de guerra, el dominio hegemónico de los “globalizadores” ha fracasado estrepitosamente, a qué precio de sufrimientos, hambre, pobreza extrema, desgarros sociales…. Es preciso un “nuevo comienzo”.

“No hay caminos para la paz; la paz es el camino”, nos recordó el Mahatma Ghandi. Un camino guiado por principios y valores. Por la justicia en primer lugar. La paz es, a la vez, condición y resultado, semilla y fruto. Es necesario identificar las causas de los conflictos para poder prevenirlos. Evitar es la mayor victoria. Por ello, es indispensable disponer de unas Naciones Unidas que, con los adecuados recursos humanos y materiales, pueda llevar a cabo la misión que se le encomendó en San Francisco en 1945: “Nosotros los pueblos, hemos resuelto evitar a nuestros descendientes el horror de la guerra”.

Ha llegado el momento de alzar la voz con tanta serenidad como firmeza. Ha llegado el momento de la emancipación ciudadana, de los pueblos libres. Con la violencia no se nace, se hace. Se genera particularmente con los ejemplos cotidianos, que por desgracia menudean en el entorno existencial, y por el aprendizaje de la historia, contada normalmente como un rosario interminable de conflictos y batallas. Nos hemos preparado para la guerra… y hemos hecho, lógicamente, aquello para lo que estábamos preparados. Ahora, está claro que queremos, en estos albores de siglo y de milenio, cambiar radicalmente de actitud y de pauta: “Si quieres la paz, contribuye a construirla con tu comportamiento cotidiano”.

En 1945, “Nosotros, los pueblos” no existían.  Ahora, por fin, todos los seres humanos iguales en dignidad y capaces de expresarse libremente, es posible esclarecer los horizontes hoy tan sombríos. Ahora, por fin, podemos. Ahora, debemos.

Vamos,  con coraje y lucidez, a cambiar de estilo de vida, de prioridades. La voz de la gente, de millones de personas, debe alzarse ahora para estos cambios.  Es necesaria  una gran movilización en las redes sociales. No seamos más espectadores impasibles. La indiferencia equivale a complicidad.

En un mundo “globalizado” a favor de una minoría que caracteriza la situación actual a escala mundial, la sociedad civil tiene que desempeñar un papel crucial, potenciando la educación y la formación  para un  desarrollo global sostenible y humano, que permita participar a escala local, nacional y mundial,  y unir  las voces de todos  para conseguir  que las responsabilidades intergeneracionales sean tenidas en cuenta… antes de que sea tarde. Y desvivirnos unos por los otros, porque seremos todos conscientes del prodigio que representa cada vida humana: capaces de crear, de inventar el por-venir en el que han soñado tantas generaciones, situando el amor en el centro de todas las brújulas, ya que ha sido su ausencia la principal responsable de tantos episodios tristes, trágicos e inhumanos del pasado.

No son los grupos plutocráticos los que solucionarán las amenazas que se ciernen a escala planetaria. Tan difícil misión sólo puede ser desempeñada por unas Naciones Unidas dotadas de los recursos humanos, técnicos y financieros adecuados, que integren a todos los países y sean realmente “los pueblos” quienes “construyan los baluartes de la paz” y aseguren a todos una vida digna.En el antropoceno, enfrentados a procesos potencialmente irreversibles, debemos tener muy presente nuestro deber supremo: el cuidado de quienes llegan a un paso de nosotros. Traicionarlos constituiría un terrible error histórico.
La igual dignidad humana –hay que repetirlo para que quede bien grabado-  constituye el punto de referencia ético de unos principios democráticos que permitan “asegurar el respeto universal a la justicia, a la ley, a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales que, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión, la Carta de las Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos del mundo”.

En 1972, Universe Books, de New York, publicaba el libro Los límites del crecimiento, informe al Club de Roma, realizado por Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Randers y William W. Behrems. Estaba dedicado “al Dr. Aurelio Peccei, cuyo profundo compromiso con la humanidad nos ha inspirado, al igual que a otros muchos, a reflexionar acerca de los problemas del mundo a largo plazo.

La mejor solución –aunque tengamos que sobreponernos a la inmensa inercia de quienes se aferran al perverso adagio de “si quieres la paz, prepara la guerra”-  es el desarme (incluido, desde luego, el nuclear), aplicando una parte razonable de los colosales medios dedicados a la seguridad territorial al  desarrollo de todos los pueblos, de tal modo que se haga realidad la igual dignidad y calidad de vida en todos ellos.

Insisto, como científico, en que debe destacarse y transmitir a la ciudadanía la posible irreversibilidad de múltiples amenazas actuales. En efecto, pueden alcanzarse puntos de no retorno, lo que advierte severamente sobre la responsabilidad de los gobernantes, en las distintas escalas, para no aplazar la adopción de decisiones que pueden prevenir a tiempo situaciones ya insolubles después. Me gusta repetir que se trata de la “ética del tiempo”, que hace especialmente importante la acción de anticipación, una de las cualidades distintivas de la humanidad, la prevención. Saber para prever, prever para prevenir. Hoy más que nunca es necesario tener en cuenta también esta función de la comunidad científica y académica, al lado, nunca sometida, de los decisores.
Debemos a los jóvenes un legado mejor del que ahora se adivina, y haremos todo lo posible para alcanzarlo. Pero son los jóvenes y los niños de hoy los que deben prepararse para proseguir sin cesar, sin cejar, la labor de conservación, con su actitud cotidiana. La naturaleza y, sobre todo, los habitantes de la Tierra, todos iguales en dignidad, merecen este afán, este denuedo, este des-vivirse que proporciona autoestima y esperanza. Poner en práctica cada día cada uno la Agenda 2030 y los ODS. Tenemos las pautas. Es imperativo deber cumplirlas. Para ello sólo en el contexto del multilateralismo democrático será posible esta gran transición para reconducir la gobernanza actual e iniciar un nuevo comienzo.
Es ahora justo y muy oportuno recordar a Aurelio Peccei y expresar al mundo entero, con todos los medios de comunicación disponibles, la necesidad de transitar con plena libertad desde una gobernanza plutocrática y supremacista (G6, G7, G8, G20) a un multilateralismo democrático, mediante la adopción, en las Naciones Unidas, de una Declaración Universal de la Democracia y la inmediata supresión del requisito de la unanimidad en la Unión Europea que, de hecho, otorga el veto a todos sus miembros.