Construir puentes!, no muros!

viernes, 31 de agosto de 2018


Uno de los peores presagios que hoy nos acucia es el retorno del racismo, de la xenofobia. He escrito en varias ocasiones -pensando en los años 1936 a 1939, en particular- que el supremacismo genera odio y confrontación. Y mata. Por eso he reclamado tolerancia cero y ser actores -no espectadores impasibles distraídos por el inmenso poder mediático- porque "mañana puede ser tarde".

Hoy he vuelto a leer un lúcido artículo -como es habitual en ella- que Rosa Montero publico en "El País Semanal" del 8 de julio pasado, titulado "Fronteras", que reproduzco a continuación abreviado, por su aleccionador y apremiante contenido:

"Durante gran parte de mi vida he habitado en un mundo en el que... el planeta estaba dividido por el telón de acero, y uno de los argumentos esenciales que esgrimían en nuestro lado capitalista para evidenciar la maldad aberrante del sistema contrario era la denuncia de la falta de libertad de sus ciudadanos para moverse. No podían salir de sus países, no podían cruzar según qué fronteras, les era muy difícil obtener un pasaporte . Y debo decir que era una crítica muy atinada: un sistema que convierte a sus ciudadanos en reclusos de su propio país es un sistema profundamente enfermo. En contraposición a eso, a nosotros en Occidente se nos llenaba por entonces la boca de encendidas loas a la movilidad individual. Todo ser humano poseía el derecho inalienable a trasladarse allá donde deseara, consagraba la propaganda de nuestro sector. Yo me la creí.

Veintinueve años después de la caída del muro de Berlín vivimos en una sociedad en la que ese mismo sistema occidental prohíbe a decenas de millones de personas que crucen fronteras y que ejerzan su supuestamente inalienable derecho a moverse libremente. Según ACNUR ahora mismo hay 68,5 millones de desplazados forzosos, una cifra récord en la historia. Se diría que estamos copiando a la antigua URSS, sólo que, en vez de restringir la movilidad a nuestros ciudadanos, estamos haciendo del resto del mundo una prisión... A medida que la tragedia aumenta y el moridero engorda (más de 3.000 ahogados en el Mediterráneo en 2017 intentando llegar a Europa), va creciendo también un populismo xenófobo de una ferocidad aterradora. Trump..., Hungría aprobando una ley que criminaliza a quien ayude a los inmigrantes, e Italia, con el ministro Salvini a la cabeza, en plena deriva neofascista. Los energúmenos se han quitado los disfraces; incluso se jactan de su brutalidad. Me siento como en la cobarde Europa de los años treinta, observando la subida de Hitler con cierta inquietud pero sin querer preocuparme de verdad, para así no tener que implicarme en combatirlo.

No digo que el problema no sea difícil de solucionar: es colosal, quizá el mayor reto que afronta el mundo hoy. Pero parecería que ni siquiera estamos intentando buscar una salida. Yo sólo veo que nos atrincheramos, que cerramos fronteras, que condenamos a millones de personas a la muerte o al infierno. La magnitud del drama nos paraliza; preferimos no pensar en ello, convertir a las víctimas en frías cifras. Los xenófobos incluso las culpabilizan: para qué vienen. Hay un poema estremecedor que lleva un par de años incendiando las redes. Es de Warsan Shire, una joven británico -somalí: "Nadie abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón... Nadie deja su casa a menos que su casa le persiguiera hasta la costa". Es un poema largo. Merece la pena buscarlo en Internet y leerlo. Merece la pena hacer el esfuerzo de no olvidarlo. Merece la pena asumir que las fronteras son hoy el problema mundial más acuciante, y que están en la tierra pero también dentro de nosotros, lindando con la indignidad de nuestra indiferencia".

Construir puentes. Hasta hace poco, la inmensa mayoría de los seres humanos nacía, vivía y moría en unos pocos kilómetros cuadrados. No sabían lo que acontecía más allá de su entorno inmediato y eran, en consecuencia, temerosos, sumisos, silenciosos... La mujer no se asomaba más que fugaz y miméticamente a las escenas del poder, ejercido siempre de forma absoluta por varones.

En las últimas tres décadas, gracias en buena medida a la tecnología digital, podemos expresarnos libremente y saber lo que acontece en todas partes. Ahora "nosotros, los pueblos" por primera vez en la historia somos mujer y hombre, y tenemos voz. No podemos ser cómplices. No debemos seguir indiferentes e insolidarios. Vamos a construir puentes y derribar muros. Si no lo hacemos, si no aprendemos las lecciones de la historia, seremos culpables... "Fingí que no sabía... y ahora voy con mi conciencia a cuestas, insomne noche y día".

Sabemos. Actuemos. La indiferencia, nos advierte Rosa Montero, es una indignidad.

Profesor Vicent Martínez Guzmán

viernes, 24 de agosto de 2018

El Profesor Vicent Martínez Guzmán, sembrador de paz, de paces, ha culminado la fase visible de su excepcional trayectoria humana y educativa. Se ha ausentado pero son tantas las semillas que sembró y la luz que emanó sobre la convivencia pacífica, la justicia y la libertad que seguirá estando presente, como referente primordial, en el comportamiento cotidiano de tantísimas personas que le mantendrán en sus brújulas y de muchísimas más que lo incorporarán. 

Sentía por él una admiración y una amistad extraordinarias. Seguirá donde estuvo, donde está: en la vanguardia de la cultura de paz y de la no violencia que prevalecerán en la nueva era que se avecina. Seguirá siendo “un crit de la consciencia”. 

A todos sus familiares, discípulos y amigos mi más profunda condolencia.

En el fallecimiento del ex Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan

sábado, 18 de agosto de 2018

A su mujer, familia, allegados y miembros del Sistema de las Naciones Unidas, mis más profundas condolencias. 

Él estuvo siempre en la vanguardia de toda acción en favor de la igual dignidad humana, la paz y el pleno ejercicio de los derechos humanos. 

Kofi Annan permanecerá siempre para todos nosotros y para muchas personas en el mundo como una referencia y guía en el comportamiento cotidiano. 

Con la mayor estima, Federico Mayor 
Ex Director General de la UNESCO (1987-1999)
Presidente de la Fundación Cultura de Paz

Apremiante: nuevo concepto de seguridad. La voz debida

martes, 7 de agosto de 2018

¡Irreversible deterioro ambiental!, ¡muertos de hambre y pobreza extrema!, ¡incendios y otras catástrofes!, ¡emigrantes!... Estos son los objetivos que ahora, por un acuerdo unánime a escala mundial, conscientes todos de que se trata de una responsabilidad generacional histórica, deben abordarse de forma impostergable. La inercia de los poderes hegemónicos tradicionales y de los obcecados supremacistas y minimalistas  sigue propiciando el incremento de gastos en defensa territorial, olvidando la seguridad de los seres humanos que viven en estos territorios.

Miles de bombarderos, misiles, acorazados…  Miles de miles de soldados preparados para el uso de las armas más sofisticadas… cuando resulta que se carece del personal capacitado y de los medios técnicos adecuados para hacer frente con rapidez y eficacia a incendios y otras catástrofes… De nuevo este año, California, la  perla de Norteamérica, devastada por fuegos voraces que obligan a evacuar a decenas de miles de ciudadanos…  36.000 hectáreas abrasadas… Y lo mismo en Atenas… Y aquí y allí miles de personas viviendo la tragedia de familiares muertos o heridos, de hogares arrasados…

Y miles de seres humanos al día, no me canso de repetirlo, muertos de hambre al tiempo que se invierten y armas y gastos militares más de 4.000 millones de dólares. Es un dislate intolerable que debe ser corregido sin mayor demora. Ya lo advirtió el Presidente Eisenhower: “El mayor poder en los Estados Unidos corresponde al complejo bélico-industrial”. Ahora mismo, el neoliberalismo ultra habiendo marginado a las Naciones Unidas sustituyéndolas por grupos plutocráticos (G7, G8, G20), el insólito Presidente Trump ha anunciado que va a incumplir los Acuerdos de París sobre Cambio Climáticos y los Objetivos sobre Desarrollo Sostenible. Y todos los demás países -¡casi doscientos!- en lugar de oponerse radicalmente a una actitud que puede, si no se enmienda rápidamente, afectar a la humanidad en su conjunto, se apresuran a obedecer los designios del Presidente para aumentar los gastos de defensa, omitiendo las acciones inmediatas que reclaman tantos humanos abandonados y la propia habitabilidad de la Tierra.

La Unión Europea, en lugar de haber señalado con firmeza unas “líneas rojas” bien establecidas y argumentadas, se ha precipitado a aumentar las inversiones en defensa, reservando para la otrora importante ayuda al desarrollo unas migajas vergonzantes. ¿Cuánto costarán al final los cuatro “re-tocados” e “imprescindibles” submarinos españoles? ¿Cuánto se invertía y cuánto se invierte ahora en ayudar a tantos países en los que sus nativos no deban verse compelidos a emigrar por carecer de los mínimos recursos de subsistencia? Cuando, por fin, el gobierno decide atender a los emigrantes como se merecen y abordar con políticas conjuntas la cooperación internacional, pensando en la gente y no en el dinero, ayudando en lugar de explotar, tanto en España como en la Unión Europea los peligrosísimos xenófobos y racistas -¡miles de millones para las armas… y unas limosnas para el auxilio a emigrantes y refugiados!- superan a los que se sienten reconfortados.

Todo ser humano igual en dignidad: esta debe ser la referencia para los cambios radicales que son ahora apremiantes. Sin minusvalorar la seguridad territorial, deben destinarse las cantidades apropiadas a las cinco prioridades que hace ya años establecieron las Naciones Unidas: seguridad alimentaria, acceso al agua potable, sanitaria, ecológica y educativa. Este es el nuevo enfoque de seguridad que el mundo requiere con urgencia. Hasta hace pocas décadas, “Nosotros, los pueblos”, como tan lúcidamente se inicia la Carta de las Naciones Unidas, no podíamos expresarnos.  Ahora, por primera vez en la historia, ya podemos. Ya somos mujer y hombre. Y ya somos conscientes de que “mañana puede ser tarde” y de que el deterioro de la calidad de vida no tiene marcha atrás. Ahora ya podemos expresarnos y elevar la voz. Y sustituir la fuerza por la palabra. Y ser millones y millones los que, un día señalado, escriban en su móviles “NO”… a las políticas actuales, a seguir adquiriendo productos a quienes profundizan la brecha social y económica. A los grupos oligárquicos que pretenden retener en sus manos las riendas del destino común… Y decir “SÍ” a un Sistema de Naciones Unidas dotado de los recursos personales, financieros, técnicos y de defensa necesarios para el pleno ejercicio del multilateralismo democrático… Y decir “SÍ” a la eliminación completa de las armas nucleares… y a los comportamientos cotidianos solidarios. 

En 1945, la mención de “Nosotros, los pueblos”, era prematura. Ahora ya es factible. Los “pueblos” ya tienen voz y van a expresarse aunque el “gran dominio” (militar, financiero, mediático, energético…) intente silenciarlos.

Será pronto la voz del pueblo la que reconduzca las torcidas y peligrosas tendencias actuales.