FIDEL CASTRO, ESTELA DURADERA

martes, 29 de noviembre de 2016

Durante los años de la postguerra europea, al final de la década de los 40,s leía a Albert Camus  y pasé luego algunos períodos de tiempo en Paris donde viví la perplejidad y expectación de los jóvenes que veían su futuro lleno de pasado.

Más tarde, como Rector de la Universidad de Granada (1968 – 1972)  sentí una gran curiosidad por conocer quién era y qué representaba el Comandante Castro que, con el Che Guevara, suscitaba tanta admiración en aquellas generaciones que, no exentas de razón como se ha visto después, se resistían a dejarse ahormar por los poderes post-bélicos (¡tan “bélicos”!).

También contribuía a mi creciente interés por conocer más sobre este tema el hecho de que la España franquista fuera la única vía de acceso a la “isla aislada”: Madrid- La Habana…

Me di cuenta ya  entonces –y tuve ocasión de conocerlo más de cerca en la época de la glasnost y la perestroika- de la enorme influencia de Fidel Castro en una América Latina sometida, para la que los cubanos representaban el sueño de liberación. En efecto, Cuba fue el único país latinoamericano que no sufrió el inmenso y culposo “Plan Cóndor”, iniciado en 1975, que sustituyó por dictadores y juntas militares a los poderes establecidos y asesinó a mansalva… No se debería reflexionar sobre el castrismo sin tener en cuenta la trágica realidad de dependencia y sumisión vivida en aquellos países.

Cuando se habla del incumplimiento por parte de Fidel de los Derechos Humanos, del desmedido tiempo en el poder y la ausencia de pautas democráticas, pienso en el lupanar que era la isla con Fulgencio Batista… en la reverencia que profesan los “mercados” a países en los que el poder es sucesorio por decisión atípica y no expresa la voluntad popular ni se respetan los derechos humanos más elementales. Produce bochorno pensar que cuando se va a negociar con China se elimina antes la Ley de  Justicia Universal… y cuando las conversaciones se tienen con Arabia Saudita se excluyen de la agenda los Derechos Humanos y, en particular, los de la mujer…

En la actualidad, en las últimas etapas de la deriva de un sistema que cambió los valores éticos por los bursátiles y a las Naciones Unidas por grupos plutocráticos (G6, G7, G8, G20),  contemplamos estupefactos como tiene lugar el acoso y derribo de países-alternativa tan importantes como Argentina y Brasil, a través de auténticos golpes de Estado debidamente “disfrazados”.

En los años 1978 -81 en que desempeñé el cargo de Director General Adjunto de la Unesco, tuve ocasión de apreciar la rápida acción solidaria que Cuba llevaba a cabo. Pienso especialmente en la caída de Somoza en el mes de julio de 1979. Llamé al Presidente Adolfo Suárez, de quien era Consejero en aquel momento, y le dije que sería bueno enviar rápidamente a unos cuantos maestros y maestras para contribuir a la normalización educativa de Nicaragua. A los tres días centenares de docentes cubanos llegaban, provistos de tiendas de campaña, con las manos tendidas. Y lo mismo puede decirse de Haití, con urgente y eficiente asistencia humanitaria y médica… y en muchos lugares de África.

Ya entonces puede apreciar el desarrollo comparativo de la educación en Cuba: frente a intolerables porcentajes de analfabetismo en la mayoría de los países de América Latina, Cuba estaba en la vanguardia. Y en la atención sanitaria e investigación biomédica ocupaba también el primer lugar.

He oído voces también muy críticas sobre las ejecuciones y pena de muerte practicadas durante el castrismo. Como Presidente de la Comisión Internacional contra esta cruel e intolerable acción del Estado, me uno a esta crítica… pero atemperada por la decisión que adoptó en 2003: a partir de entonces, Fidel no sólo dejó de ordenar y aceptar ejecuciones si no que eliminó los “corredores de la muerte”. En los Estados Unidos, en cambio, todavía hoy 34 Estados, la gran mayoría de ellos con gobiernos del partido republicano, siguen siendo retencionistas y manteniendo el horror de los “corredores” durante muchos años.

En lo que respecta a su homofobia, se trata de otro error sin duda… que siguen manteniendo en España no pocas personas por motivos ideológicos o religiosos y, desde luego, en muchos países a los que, por intereses cortoplacistas, no censuramos. Hablando de fobias y racismos, la realidad europea y la perspectiva norteamericana son espantosas y merecen una tajante reprobación de todos los ciudadanos.

He sido testigo del extraordinario afecto que tenían por Fidel Castro los pueblos latinoamericanos. Recuerdo que en 1991 se celebró en Guadalajara el “ensayo” del V Centenario del “Encuentro” Iberoamericano. Como Director General de la Unesco había procurado, junto con el Prof. Urquidi, evitar reacciones adversas de las riquísimas culturas originarias, invitándolas a todas ellas a participar en la Cumbre. El Rey Don Juan Carlos y el Presidente Felipe González se sintieron especialmente confortados por la ensordecedora exclamación “¡Fidel, Fidel, Fidel!” que se escuchó en todo el trayecto de las autoridades hacia el Ayuntamiento. Al aparecer en la balconada –yo estaba al lado de la única mujer, Violeta Chamorro, Presidenta de Nicaragua- la muchedumbre sólo repetía enfervorizada  “¡Fidel, Fidel!”. Ni un piropo a la dama, ni un agravio o desagravio a los otros mandatarios….

Pasaron los años y en octubre de 1995 se celebró la Cumbre en Bariloche, Argentina. Yo no había acudido desde Barcelona, 1992. Pero me llamó Enrique Iglesias diciéndome que era sobre educación y no podría faltar. Viajé a Buenos Aires desde donde, de madrugada, seguí a Bariloche con el Secretario General de las Naciones Unidas a la sazón, Boutros Boutros  Ghali. Al aproximarnos al hotel, rodeado de una gran multitud, el adorable Boutros me dijo emocionado: “Federico, es alentador ver la consideración y aprecio que tiene la gente hacia las Naciones Unidas”. Sus sentimientos se vieron seriamente contrariados cuando, al llegar y abrir las ventanillas sólo se escuchó: “¡Fidel, Fidel!”…

En el mes de marzo del mismo año de 1995, Fidel Castro viajó a Paris y visitó oficialmente la sede de la Unesco, para seguir luego hacia la Cumbre de Desarrollo Social –la primera reunión sobre desarrollo “social” que se celebraba en 50 años!- que tenía lugar en  Copenhague. En los registros de la Organización consta que nunca se acumuló tanto público y expectación, dentro del recinto y en sus entornos.

Me he  entrevistado (siempre en altas horas de la noche) con el Comandante en varias ocasiones. En privado, hay que decirlo, también escuchaba. Coincidíamos en muchas cuestiones y discrepábamos también en muchas otras. Una madrugada, discutimos hasta el punto en que me dijo: “Estás cansado. Prefiero no seguir esta conversación”. Regresé al hotel… y cuando estaba desayunando se presentó sonriente comentando: “Yo estaba más cansado que tú. Discúlpame”. Y me acompañó hasta la misma puerta del avión.

Recuerdo vivamente las veces que coincidí con Gabriel García Márquez, visitando antes la Escuela de Cinematografía… y con Oswaldo Guayasamín, “el pintor de Iberoamérica”… y con Eusebio Leal, Alfredo Guevara, Armando Hart, Héctor Hernández Pardo, Abel Prieto….

Otra faceta que debo destacar del Comandante Fidel Castro es la facilitación de los Procesos de Paz. Para reiniciar el de Guatemala en 1992, conté, como había sucedido antes con el Presidente Vinicio Cerezo, que restableció la democracia en su país, con la intermediación del Comandante, y cinco guerrilleros, presididos por Rodrigo Asturias, hijo del premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, acudieron a la primera reunión que programé en los Montes de Heredia, en Costa Rica.

Este mismo año de 2016, asistí a finales de enero en La Habana a una reunión con las FARC, que habían ya alcanzado acuerdos muy importantes con el gobierno del Presidente José Manuel Santos, siempre con la recatada acción de los noruegos a quienes todos debemos especial gratitud por el qué y el cómo proceden en estos casos…

Fidel Castro protagonista del siglo XX. Todos dejamos de ser. Algunos, como él, siguen siendo leyenda. La historia hará un día balance y lo juzgará. Es totalmente improcedente juzgarlo ahora. Y, sobre todo, arrogarse la potestad de “absolverlo” o no… Se ha escrito que “su muerte despeja el camino hacia la democracia”. Es muy deseable… pero ¿hacia qué democracia? ¿Hacia la de Trump? ¿Hacia la de los “mercados” que han tenido la desfachatez de designar, en Grecia, cuna de la democracia, a un gobierno sin elecciones, sin urnas?. Nos hallamos en plena revolución digital. Por primera vez en la historia, los seres humanos saben progresivamente lo que acontece a escala planetaria y pueden expresar libremente sus puntos de vista. Pero, sobre todo, la mujer -“piedra angular” de la nueva era según el Presidente Nelson Mandela-  adquiere con cierta rapidez el papel crucial que le corresponde en la toma de decisiones.

A 200 millas de los EEUU, Cuba es David frente a Goliat. Fidel Castro nunca se hincó y se convirtió en un referente mundial de la resistencia.

Fidel Castro ha muerto pero sus ideas permanecen. Ahora es preciso seguir lo que debe seguirse, aún a contraviento. Y modificar con tino aquello que debe modificarse. Porque, aunque los aferrados a la inercia no quieran reconocerlo, se está iniciando una nueva era en la que serán “Nosotros, los pueblos…” -como tan lúcidamente establece la Carta de las Naciones Unidas- quienes tomarán en sus manos las riendas del destino común… y, con las lecciones, entre otras, del castrismo y del neoliberalismo, releer la Constitución de la Unesco y la Carta de la Tierra, y la Declaración de los Derechos Humanos y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea… para proceder, con audacia, firmeza y rigor a inventar el por-venir que, por fortuna, está por-hacer. Y hacerlo con urgencia, porque podemos alcanzar puntos de no retorno, lo que constituiría un pecado intergeneracional inadmisible.


Sigamos, como hizo Fidel en muchos casos, a José Martí que, dirigiéndose a los jóvenes, les dijo: “La solución no está en imitar sino en crear”….

A Marcos Ana, referente luminoso

viernes, 25 de noviembre de 2016

Baltasar Garzón escribe hoy en “El País” un magnífico y oportuno obituario de quien quiso “llenar de estrellas el corazón del hombre”, que termina con unos versos del poeta-espíritu libre-comprometido-ejemplar Marcos Ana: 

 “… al mundo le dejo todo, 
lo que tengo y lo que siento, 
lo que he sido 
lo que soy, lo que sostengo: 
una bandera sin llanto, un amor, algunos versos…” 

Leamos y releamos esta “Pequeña carta al mundo”. Marcos Ana se ha ausentado pero nos queda para siempre su voz. Nos queda la palabra.

Delito de silencio

martes, 22 de noviembre de 2016

Alepo, Yemen, emigrantes, refugiados, pobreza extrema, anuncio de inobservancia de las medidas sobre el cambio climático por parte del Presidente electo Trump, múltiples manifestaciones de racismo, xenofobia, fascismo… 

Y silencio. 

Las discrepancias o propuestas alternativas –como desarme para el desarrollo- se acallan por el inmenso poder mediático que, siguiendo instrucciones de los “mercados”, están ganando la batalla… 

“Nosotros, los pueblos…” distraídos, irrelevantes… 

Son necesarios grandes clamores populares, presenciales y en el ciberespacio que, apremiados ahora por procesos potencialmente irreversibles, exijan con carácter de emergencia la refundación de un multilateralismo democrático con la inmediata supresión de los ineficientes grupos plutocráticos; un nuevo concepto de seguridad, que atienda no sólo a las fronteras sino a quienes viven en su interior, contribuyendo de momento con el 10% de los gastos militares y en armamento; y que, pensando en las generaciones venideras y en las gravísimas consecuencias que se derivarían del incumplimiento de los Acuerdos de París, adviertan al señor Trump de que la mayoría de los habitantes humanos de la Tierra procederían a no adquirir productos de los Estados Unidos si no respeta íntegramente los compromisos adquiridos… 

La palabra es nuestra única “arma de construcción masiva”. 

O nos unimos y elevamos nuestras voces… o complicidad y delito de silencio. 

“La voz / que pudo ser remedio / … y no fue nada”. 

Delito de silencio.

Miles de inmigrantes y refugiados muertos en el Mediterráneo... y los europeos mirando hacia otro lado

martes, 8 de noviembre de 2016

"Hospitalizados 32 inmigrantes tras saltar la valla de Ceuta..." 

¡Qué vergüenza! Tantísimas personas andan preocupadas por y ocupadas en tantas cosas intrascendentes, en tantos "pre-fabricados" de los medios de comunicación que les convierten en espectadores impasibles, ofuscados, capaces de gritar en favor de su equipo durante hora y media sin parar... al tiempo que no prestan la menor atención a los gravísimos problemas que afectan a su entorno social y ecológico... 

La Unión Europea, estrictamente monetaria, puede inyectar miles de millones al mes al sistema financiero... pero carece de recursos para la ayuda al desarrollo de tal modo que la gente pueda vivir dignamente en sus lugares de origen... 

Vamos a movilizar grandes clamores. Vamos a alzar la voz. Vamos a mirar a donde es impostergable adoptar con firmeza decisiones adecuadas. 

El 20 de mayo de 2004 escribí en Madrid el siguiente poema, que ahora reproduzco para contribuir a que no nos veamos presos de la inercia: 

                       La vida es lo que pasa 
                       mientras miramos a otro lado. 
                                                 John Lennon 
Procuraré
hasta el último momento

mirar a lo que debo

aunque me hiera,

aunque hierva de indignación

todo mi cuerpo.

Aunque mis ojos

se velen de llanto

y duelo,

miraré resuelto

a donde debo

para que mi grito

no cese,

para que no ceje

mi rebelión,

para que nunca

me encadene,

un día cualquiera,

la inercia.



Sí: presencialmente y en el ciberespacio vamos a proclamar las propuestas de enmienda. En otro caso, seríamos cómplices.

El naufragio

lunes, 7 de noviembre de 2016

“Os escribo desde un naufragio…. …desde la mano que se cierra opaca… …desde los niños infinitamente muertos…” José Ángel Valente Desde el naufragio de una civilización que cambió por dinero sus valores éticos. Y la justicia social quedó marginada. Al igual que el sistema multilateral democrático, las Naciones Unidas, sustituidas por grupos plutocráticos (G.6, G.7, G.8, G.20), han aumentado todavía las desigualdades, que han practicado la explotación cuando era más necesaria y apremiante que nunca la cooperación. 

No me canso de repetir que es intolerable sobre todos los puntos de vista que cada día mueran de hambre más de 20,000 personas, la mayoría niños y niñas de 1 a 5 años de edad, al tiempo que se invierten en armas y gastos militares 4 mil millones de dólares. 

Y la visión de los náufragos —y la imaginación de los que no vemos porque se han ahogado— no mueve los sentimientos de tanta gente buena que el inmenso poder mediático convierte en espectadores impasibles y escépticos. Y se olvidan de pensar, de comparar, de compadecer, de compartir, de alzar la voz para que las manos de los Estados y de los más acaudalados no “se cierren opacas”… 

Y el olvido llega a tal punto que no toma en cuenta que muchos de sus ancestros fueron emigrantes un día y hallaron acogida en otras tierras. Y no recuerdan con espanto que el racismo, el fanatismo, la xenofobia… han estado en las raíces de los genocidios, de los grandes cataclismos culturales, étnicos y religiosos… 

Naufragio de tantos por la insolidaridad de quienes deberían darse cuenta de que estamos entrando en una nueva era, en la que, gracias a las tecnologías digitales, los seres humanos ya pueden, al fin, saber lo que acontece a escala global y expresarse libremente. Y, en particular, la mujer, aumenta progresivamente su participación en la toma de decisiones y se convierte en protagonista del cambio. No me canso tampoco de repetir, porque para mí fue un momento clave, que “la mujer es la piedra angular de la nueva era porque sólo excepcionalmente utiliza la violencia cuando el hombre solo excepcionalmente no la utiliza”, me dijo el Presidente Nelson Mandela en Pretoria en 1996. Aunque intenten contenerlo por todos los medios, se avecina una inflexión histórica: serán todos los habitantes humanos de la Tierra, y no un reducido porcentaje de los mismos, los que podrán manifestarse, alzar la voz y tomar en sus manos las riendas del destino personal y colectivo. 

Es tiempo de acción, de no posponer a mañana lo que puede hacerse hoy: estamos ya en el antropoceno y pueden alcanzarse puntos de no retorno en procesos tanto sociales como medioambientales. 

En este “nuevo comienzo”, como preconiza la Carta de la Tierra, todo cambiará –por evolución o por revolución- en favor de la igual dignidad humana. Un nuevo concepto de trabajo, de convivencia, de representación, de participación… y, sobre todo, un nuevo concepto de seguridad, ya que no sólo interesan las fronteras, sino sobre todo, lo que hay dentro de ellas. La propuesta del International Peace Bureau de “Desarme para el Desarrollo”, es muy oportuna y factible, ya que con el 10% de lo que se invierte en armas y gastos militares –y, por tanto, sin menoscabo alguno de la “seguridad militar”— se podrían aplicar plenamente las prioridades establecidas por las Naciones Unidas: alimentación, agua, servicios de salud, cuidado del medio ambiente, educación y paz. 

Es esta propuesta, que nadie se engañe, la única que podrá aportar los medios que se necesitan para los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los Acuerdos de París sobre Cambio Climático, y, en consecuencia es la que necesita un gran apoyo global, un clamor mundial tanto presencial como en el ciberespacio, para que se lleve a término. De otro modo, sucederá como con los Objetivos del Milenio… y se consumará la vergonzosa reducción que ha tenido lugar a escala global en los recursos para desarrollo, que han quedado prácticamente eliminados y que han obligado a múltiples hermanos nuestros a abandonar sus lugares de origen por la extrema pobreza y desamparo. 

“Desarme para el Desarrollo” debe ser ahora el grito, la voz de todos los ciudadanos de la Tierra exigiendo que se aporten los recursos necesarios, que se tiendan las manos en lugar de alzarlas, que cada vida valga lo mismo, que cada muerte valga lo mismo. 

La voz alzada de los pueblos, de “Nosotros, los pueblos…”, para la transición desde una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra a una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global sostenible y humano. 

Un gran clamor popular para la recreación de las Naciones Unidas, convencidos de que la solución está en la lúcida recomendación del Preámbulo de la Constitución de la UNESCO: “La humanidad será guiada por principios democráticos”. 

El naufragio es el título que Ángela Monleón ha dado al nuevo ejemplar de Primer Acto. Su padre repitió muy claramente lo que ahora recomiendo de nuevo tener muy en cuenta en estos momentos cruciales en que deben tomarse con firmeza y con templanza decisiones impostergables: la solución está en la “evolución pendiente”. La evolución que ahora debe ser acelerada porque no podemos aplazar las decisiones ante situaciones potencialmente irreversibles. Contemplemos la tragedia de los náufragos. Contemplemos lo que sucede en Haití. “Y no te olvides de Haití”, ha insistido ejemplarmente Forges en sus viñetas. Y nos hemos olvidado de Haití una y otra vez. Ya en 1995 escribí: “…Ya no saldréis / en las pantallas/ para aguar / las fiestas y el vino / de los ricos. / Ya no moriréis / de bala y fuego. / De olvido/ volveréis a moriros. / Como siempre.” 

Ahora ya no. Ahora ya estamos en condiciones, “los pueblos”, de proclamar que el tiempo de la insolidaridad, de la vergonzosa actitud de mirar hacia otro lado, ha concluido.

*Publicado en Público.es, 23/10/16 

Antes de que sea demasiado tarde,

miércoles, 2 de noviembre de 2016



alzar la voz, grandes clamores.

Lo escribí en "Donde no habite el miedo", con María Novo como co-autora, hace ya cuatro o cinco años.

"No hay tiempo para dormir.
Hay que ganarles
por diligencia,
no por la fuerza.
Hay que ganarles
por el número de voces
por el grito.
Hay que ganarles
por el clamor
del mundo entero.
Haremos alianzas con el viento,
con el eco iremos juntos
para que no quede una sola
conciencia inalcanzada.
Sólo así se detendrá
esta maquinaria infernal
que todo lo arrasa,
silencia
y aniquila.
Sólo así daremos sentido
a nuestras vidas"

No podemos seguir siendo espectadores impasibles. Alzar la voz, especialmente en cuestiones que pueden alcanzar puntos de no retorno: desigualdad social; extrema pobreza y exclusión; medio ambiente; amenaza nuclear...

¡Fuera los grupos plutocráticos (G7, G8, G20) y restablecimiento, en régimen de emergencia, de unas Naciones Unidas con una Asamblea General constituida en el 50% por representantes de la sociedad civil. Inmediato desarme para el desarrollo: no hay recursos para la puesta en práctica de los Acuerdos de París sobre el cambio climático ni de los objetivos de desarrollo sostenible. Con el 10% de las colosales y desmesuradas inversiones en armamento y gastos militares (4.000 millones de dólares al día) sería posible, sin menoscabo alguno de la "seguridad territorial" poner en práctica las prioridades de las Naciones Unidas: alimentación, agua potable, servicios de salud, cuidado del medio ambiente, educación y paz.

Es necesario exigir la transición acelerada de una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra a una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global, sostenible y humano. 

El grito de la humanidad, consciente de que cada día mueren de hambre y condiciones inhumanas de vida más de 20.000 personas, la mayoría niños y niñas de uno a cinco años de edad, a de ser firme, exigente y perseverante.

Una Unión Europea exclusivamente monetaria, insolidaria, empleada en pagar muchas deudas excepto la que realmente importa: la que tiene contraída con la humanidad entera, de la que debería ser vigía y faro. 

Antes de que sea demasiado tarde, alzar la voz de "nosotros, los pueblos..." decididos a tomar en nuestras manos las riendas del destino común.