Deber de memoria, delito de silencio

lunes, 12 de diciembre de 2022

 -Ha llegado el momento impostergable de la acción consciente y bien argumentada de “Nosotros, los pueblos”. Porque, ahora, por primera vez en la historia, poner en práctica la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas —“Nosotros, los pueblos…hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra”— es posible.

-En 1945 era prematuro encomendar a “los pueblos” tan importante misión, porque “los pueblos” no existían: el 90 % de los seres humanos nacían, vivían y morían en unos kilómetros cuadrados, la discriminación era total y el poder masculino absoluto e incontestable. Ahora, desde hace dos o tres décadas, se ha alcanzado progresivamente la igual dignidad humana, sea cual sea el género, la ideología, la creencia, la sensibilidad sexual, la etnia… Y, gracias en buena medida la tecnología digital, los pueblos ya pueden expresarse, ya tienen voz. Ahora ya pueden participar, ya pueden dejar de ser espectadores impasibles y ser actores diligentes.

-Está claro que el mundo no puede seguir gobernado por grupos plutocráticos y supremacistas (G .6, G.7, G.8, G.20) y con un poder de facto bélico-industrial¹ que supera con holgura la capacidad de estructuras de gobierno basadas en “Nosotros, los pueblos”: El multilateralismo democrático es, sin lugar a dudas, la solución, pero, como sucedió en el caso de las Naciones Unidas, un diseño perfecto de institución multilateral, se inhabilitó inmediatamente por el veto de los cinco vencedores de la II Guerra Mundial. O se incorporan hábilmente requerimientos de “unanimidad”, la antítesis de la democracia, como sucede actualmente en la Unión Europea.

-Ahora, en el momento histórico de cambio de era —antropoceno— con amenazas globales potencialmente irreversibles, habiéndose alcanzado los 8.000 millones de seres humanos, muchos de ellos viviendo en condiciones sociales insostenibles y con un comportamiento irreflexivo abducido por las redes sociales manejadas en buena medida por sistemas de crecimiento económico que dominan buena parte del escenario, es imperativo conseguir el cumplimiento de los esenciales deberes cívicos e intergeneracionales, cuando se aceptan como realidades ya inmutables los paraísos fiscales y, lo que es gravísimo, una justicia desbridada por la ideología.

-Ante este panorama, podría pensarse que no hay solución y que ha llegado el momento de capitular. Sería un inmenso error porque, como ya se ha indicado, ahora “los pueblos” se reconocen iguales en dignidad y pueden expresarse libremente. Ahora sí, podemos. Ahora sí, debemos actuar sin ulterior demora. Para ello, deber de memoria. Y delito de silencio.

-Deber de memoria de la gobernanza a escala mundial y de los intentos habidos para cambiar la fuerza por la palabra.

-En 1919, al término de la I Gran Guerra, el presidente demócrata norteamericano Wilson presenta en la plaza de la Concordia de París la Convención para la Paz Permanente, que implica la puesta en marcha de la Sociedad o Liga de Naciones en Ginebra. Se evitaría así el rearme de Alemania y las disputas y desavenencias entre países se debatirían en el contexto democrático de la Sociedad de Naciones. Todo este gran proyecto se frustró porque el Partido Republicano de los Estados Unidos decidió —¡que enorme incongruencia!— que el país cuyo presidente creó la Sociedad de Naciones nunca perteneciera a la misma.

-Se rearmó Alemania, se desarrolló un terrible supremacismo ario, romano y nipón, con magnicidios y holocausto, y estalló la Segunda Guerra Mundial, al término de la cual el presidente Franklin Delano Roosevelt crea en San Francisco, en 1945, el Sistema de las Naciones Unidas, cuyo funcionamiento y utilidad se entorpeció a continuación con el veto de los cinco vencedores de la gran guerra. Vienen después varias décadas de “carrera armamentística” entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.

-El 10 de octubre de 1986, en Reikiavik, el presidente Mikhail Gorbachev comunica al presidente Ronald Reagan que el Muro de Berlín se desmoronará y la URSS se convertirá en una Comunidad de Estados Independientes, pero que lo más importante de la reunión debe ser dar fin a la amenaza nuclear, que era entonces, y es hoy, un deplorable e intolerable horizonte de la humanidad en su conjunto. Al término de la sesión, se logró rebajar el número de ojivas nucleares de 17.000 cada uno a 6.000. Gorbachev pidió que se consultara con la cúpula militar, subrayando que no se trataba de disminuir sino de eliminar el terrible peligro. Finalmente, Reagan redujo pero mantuvo su propuesta y, ¡además, creó inmediatamente después el G.6! Acababa, de cerrarse una luminosa posibilidad de cambio. Y permanecía, siniestra, la amenaza nuclear.

-En consecuencia, ahora la exigencia suprema de la humanidad consiste en eliminar todas las armas nucleares. “Nosotros, los pueblos” debemos considerar esta decisión como una prioridad a escala global. Deber de memoria. Delito de silencio.

-En septiembre de 2015, otra pausa de esperanza: el presidente demócrata Barack Obama firma en París los Acuerdos sobre Cambio Climático y, dos meses después, en la Asamblea General de las Naciones Unidas la Resolución “para transformar el mundo “(Agenda 2030 y ODS).¡Por fin los clamores de las Cumbres de la Tierra de 1992 (Río) y 2002 (Johannesburgo) eran atendidos!

-Con la llegada del insólito presidente Donald Trump seis meses después, de nuevo completa sumisión al G7 en la gobernanza mundial… Y todo siguió igual. La Unión Europea guardó silencio. Deber de memoria….

-Se ha normalizado la aceptación de la dependencia ideológica de los jueces, que pueden ser “conservadores “ o “progresistas”. Ambos completamente inaceptables. En el Tribunal Supremo de los Estados Unidos y en España se acepta esta quiebra total de la justicia independiente. Deber de memoria. Delito de silencio.

-Se han olvidado, ante la intolerable invasión de Putin y una concomitante irrupción mediática, “las otras guerras” —Siria, Yemen, Libia, Irak, Israel y Palestina…— y conflictos y situaciones que siegan vidas humanas cada día y dejan a su suerte a una ciudadanía desnortada y en muchos casos en condiciones de hacinamiento y pobreza radical… Y la UE incapaz de ser, como era imperativo, el interlocutor de Rusia, dejando esta representación a la OTAN y al G7 debido a la “unanimidad”, requisito que debería ser inmediatamente eliminado.

Deber de memoria. Delito de silencio.

-Hemos presenciado, insensibles y apocados, como formidables negocios a escala mundial basados principalmente en las nuevas tecnologías se unían a los del complejo bélico-industrial, sin que esta manifestación plutocrática acuciara la reacción debida, incluyendo en primer lugar la eliminación inmediata de los paraísos fiscales, que facilitan y consienten el incumplimiento de las normas básicas de solidaridad y justicia distributiva. La gobernanza de los G7, G8 y G20 debe ser contrarrestada por un clamor popular de gran intensidad y alcance en favor de un multilateralismo democrático y eficaz². Debemos ahora, antes de que sea demasiado tarde, recordar y reaccionar. Deber de memoria. Delito de silencio.

-Si algo debe conmovernos y llevarnos a la acción diligente de atender a los más vulnerables, a los más necesitados, a los inmigrantes, a los jóvenes sin horizontes de manos tendidas y ayuda es el progresivo desencanto y distracción de buena parte de la sociedad. Sólo con una gobernanza democrática multilateral pueden asegurarse los cambios esenciales que son precisos, y que ahora son posibles, desde hace poco, por el progresivo reconocimiento de la igual dignidad y de la participación de “los pueblos”, “compelidos a la rebelión”, según se establece en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

-Solidaridad material e intelectual y moral, como establece la Constitución de la Unesco.

-Cada vez que un emigrante o refugiado se ahoga o muere de desamparo se apagan los esfuerzos de compartir y de justicia para una nueva era y se vuelven más sombríos los horizontes colectivos. Cada ser humano capaz de crear, nuestra esperanza. Todos deben tener las mismas oportunidades y es radicalmente intolerable que cada día se inviertan en gastos militares y armamento más de 4.000 millones de dólares al tiempo que innumerables personas se hallen desplazadas, abandonadas, sin recursos. Una de las principales reivindicaciones de “Nosotros, los pueblos” debe ser un nuevo concepto de seguridad, que aúne la seguridad territorial con la de quienes habitan estos territorios tan bien protegidos, asegurando su alimentación, agua potable, servicios de salud, cuidado del medio ambiente, educación a lo largo de toda la vida y los sistemas preventivos de catástrofes naturales… Es perentorio este recuerdo diario de la “seguridad humana”. Deber de memoria. Delito de silencio.

-Especial atención merece la protección de la especie humana dotada de las extraordinarias facultades distintivas que la caracterizan: pensar, imaginar, anticiparse, innovar, ¡crear!

-Estos son los más importantes valores que tenemos que proteger y que desde el origen de los tiempos se han tratado de reducir o anular por la sumisión o el envilecimiento. Ahora el riesgo es mayor, porque se pretende que la inteligencia artificial —que tiene muchos aspectos positivos como coadyuvante— domine y robotice a la inteligencia natural. He leído con espanto que el magnate Musk prevé “poner en seis meses el primer chip en el cerebro humano” (prensa del 2 de diciembre de 2022) y que para ello “espera la aprobación del Gobierno de Estados Unidos”. Esta aprobación deberá, de forma insoslayable, depender de un acuerdo de grupos científicos de gran relieve que, conociendo las grandes realizaciones presentes y la posibilidad de utilizarlas para detectar y prevenir afecciones neurológicas y visuales, puedan asesorar debidamente en materia de tanto interés. ¡Pero otra suplantación de la inteligencia humana por la artificial, no! Deber de memoria. Delito de silencio.

-Ahora sí, ”Nosotros, los pueblos”, podemos. Ahora debemos movilizarnos para recordar las perversas tendencias actuales y poner en práctica, gracias a una gobernanza multilateral democrática, la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible “para transformar el mundo

…………………….

¹Eisenhower Dwight, discurso, enero, 1961

Source: Public Papers of the Presidents, Dwight D. Eisenhower, 1960, p. 1035- 1040

²Proyecto de Declaración Universal de Democracia.

Mikhail S. Gorbachev (1931 – 2022) / Imaginación, lo inesperado

viernes, 2 de septiembre de 2022

 “Los políticos solos no pueden abarcar ni enfrentar todos los desafíos que el mundo presenta hoy. La política debe interactuar con la sociedad civil y con la comunidad intelectual. En consecuencia, el diálogo es absolutamente indispensable, un diálogo de alto espectro que nos ayude a desarrollar enfoques audaces y factibles para ser capaces de resolver los desafíos de nuestro mundo globalizado. El mundo necesita una visión orientada con la voluntad y perseverancia para convertirla en realidad. Necesitamos cultivar una nueva cultura e impulsar nuevos enfoques, porque el mundo necesita una cultura de paz”.

Así iniciaba Mikhail Gorbachev la tercera reunión del World Political Forum, celebrado en Bosco Marengo, Italia, el 8 de julio del año 2002. En aquellos momentos el ex presidente de la Unión Soviética se había convertido ya en una de las figuras más relevantes de la historia. Una vez más, al escucharlo, pensaba en el error que cometían los líderes occidentales al no tomar muy en cuenta las palabras de quien había dado el ejemplo, con una imaginación y habilidad extraordinarias, de resolver uno de los desafíos más importantes del mundo contemporáneo sin el uso de las armas, sin una sola gota de sangre. Obcecados en sus cuentas y dividendos, seguían las pautas de su especialización: mirar hacia otro lado. Este no saber mirar en la dirección correcta ha llevado a la humanidad a la crisis sistémica actual.

El 15 de diciembre de 1984 Gorbachev llegó a Londres encabezando la delegación del Soviet Supremo. Era la primera visita de una delegación soviética a Gran Bretaña desde hacía unos 15 años. Su discurso ante la Cámara de los Comunes fue de una audacia extraordinaria: la época nuclear exigía un nuevo “pensamiento político”; el peligro de guerra  era una realidad; la guerra fría constituía un estado de relaciones anormal que propiciaba el peligro de enfrentamiento bélico; en una guerra nuclear no podía haber vencedores; ningún Estado puede construir su propia seguridad amenazando la de los demás; en la limitación y eliminación de armamentos, y en particular en el caso de las armas nucleares, la Unión Soviética estaba dispuesta a ir tan lejos como sus interlocutores occidentales deseaban…”. En su discurso una frase fue especialmente difundida: “Al margen de cuanto pueda separarnos, vivimos en un mismo planeta. Europa es nuestra casa común; una casa, y no un campo de batalla”. Está claro que Mikhail Gorbachev hablaba ya en un idioma distinto.

En esa ocasión desplegó un gran mapa sobre el que estaban señalados todos los grandes arsenales nucleares. “Cada uno de estos pequeños cuadrados basta para acabar con cualquier vida sobre la Tierra… Así pues, con las existencias acumuladas en armamento nuclear podríamos aniquilar mil veces nuestra civilización”.  Su alocución ante el Parlamento Británico el 18 de diciembre tuvo un gran impacto, tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos.

En octubre de 1986 se reunió el Foro de Issyk-Kul. El propio Mikhail Gorbachev lo describió como sigue: “En octubre de 1986 se había producido un acontecimiento que tendría una importancia considerable en los años de la perestroika. Me refiero al encuentro en el lago de ISSYK-KUL, en el que se reunieron artistas destacados de todo el mundo, entre ellos Arthur Miller, Alexander King, Alvin Toffler, Peter Ustinov, Zulfu Livanelly, Federico Mayor y Afework Teklé… Su iniciador fue el escritor Chinguiz Aitmatov. Se habló allí del peligro nuclear, de las catástrofes ecológicas y de la progresiva falta de dignidad, también en la política. Mi encuentro con los participantes de aquel Foro tuvo lugar el 20 de octubre, una semana después de Reykiavik…”.

Fue después de la reunión junto al lago de Issyk-Kul, cuando aquel distinguido grupo de intelectuales y creadores -a los que hay que añadir James Baldwin, Augusto Forti, Rustem Khairov, Yaser Kemal, Lisandro Otero y Claude Simon- tuvieron con el secretario general una reunión extraordinariamente interesante. Me encomendaron la presidencia y fue para mí una ocasión memorable poder conocer la visión y enfoques de personas que no sólo hablaban de libertad sino de responsabilidad, y de cómo podríamos aconsejar mejor al secretario general de la Unión Soviética para que pudiera llevar a cabo las transformaciones necesarias. ¿Cómo podríamos colaborar a la puesta en práctica de la perestroika?

Para que se comprenda mejor el contexto en el que tuvo lugar la primera reunión del Foro Issyk-Kul, quiero poner de manifiesto las declaraciones del presidente Gorbachev en una conferencia de prensa que pronunció el 14 de octubre de 1986 posterior a la Cumbre de Reikiavik.  Gorbachev subrayó todas las propuestas formuladas al presidente Reagan sobre la reducción y eliminación de armamento nuclear, con grandes facilidades de verificación; total eliminación por parte de los americanos y los soviéticos de los misiles de “media distancia”; situación en Asia y dificultad de establecer previsiones… Gorbachev describió abiertamente que, en un momento dado, una “verdadera batalla” de los dos enfoques sobre política  a  escala  mundial –incluyendo la terminación de la carrera de armamentos y de las ojivas nucleares- se había iniciado… “Me di cuenta, indicó Mikhail Gorbachev, de que el presidente americano está cautivo del complejo industrial-militar de los Estados Unidos”.  Esta aseveración es especialmente relevante y había sido puesta ya de manifiesto por el presidente Eisenhower al final de su mandato.  “Creo que el presidente de los Estados Unidos y yo tenemos que llegar a un acuerdo en mi próxima visita a Washington.  De otro modo, se habría perdido una gran oportunidad histórica”.

En el mes de octubre del año 1989 Mikhail Gorbachev recibió el Premio Nobel de la Paz.  No pudo ir a la correspondiente ceremonia en Oslo por tener que atender responsabilidades muy urgentes.  Por este motivo, pronunció la “Conferencia Nobel” en Oslo, el 5 de junio de 1991 en la que habló extensa y profundamente sobre la necesidad de que la paz prevaleciera sobre cualquier otra condición.  Expresó su confianza en el que la solidaridad y el cambio habían sido aceptados por el “mundo entero para hacer frente a los desafíos globales”. 

¡Qué formidable!  ¿Quién podría pensar que sería un político procedente de la Unión Soviética el que, con gran imaginación y habilidad, fuera capaz de terminar la “Guerra Fría” sin una sola víctima, plácidamente. cuando el Presidente Reagan hablaba de la “guerra de las galaxias”…?

Mikhail Gorbachev, muy preocupado por preservar la calidad de la vida humana, creó en Ginebra, una “Green Cross International” que tiene como objetivos los retos mundiales de seguridad, erradicación de la pobreza y de la degradación medio ambiente. Junto a la Green Cross, el presidente Gorbachev fundó “The World Political Forum”, acompañado de Andrei Grachev, en este caso, como de Alexander Likhotal en el de la “cruz verde”. 

Quiero mencionar la emoción que me produjo el acto celebrado en el gran Albert Hall de Londres –lleno a rebosar- al cumplir Gorbachev 80 años, en el 2011. “El hombre que cambió el mundo”, estaba en el centro de un gran arco en el inmenso Hall. El hombre que recondujo tantas tendencias erróneas, se encontró, desgraciadamente, con unos líderes y hombres impasibles, miopes e irresponsables, incapaces de beneficiarse de tan inesperadas inflexiones históricas. Y, en medio de las ovaciones pensé en lo que había escrito en 1991: “El Muro de Berlín se desmoronó porque un sistema basado en la igualdad se había olvidado de la libertad. Ahora, el sistema alternativo se desmoronará también porque, basado en la libertad, se ha olvidado de la igualdad. Y ambos de la justicia”.

El primer día del mes de octubre de 2016 se unió, desde Moscú, a la campaña “Desarme para el desarrollo”, que patrocinaba el International Peace Bureau, de Ginebra, con Ingeborg Breines y Colin Archer al frente, con el fin de conseguir el 10% de las colosales inversiones diarias en armas y gastos militares. En Berlín, la ciudad-símbolo, desfilamos muy numerosos ”unter den Linden”. Contando con su apoyo expreso y el del Papa Francisco… y, como viene siéndola norma actualmente, en los medios “la voz de su amo”, no tuvo el menor impacto. Pero hemos sido muchos y serán muchos más los que se inspirarán en la fabulosa trayectoria de Gorbachev. Sus propuestas imaginativas e inesperadas han sido y seguirán siendo  orientación muy relevante en mi comportamiento cotidiano.

Gorbachev es una estrella gigante y luminosa para orientar los rumbos del mañana. Su legado permanecerá, como destellos de esperanza para un por-venir que está por-hacer.

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Inaplazable, un nuevo comienzo

 “Tendremos la capacidad de lograr el mundo que deseamos si tenemos el valor de emprender un nuevo comienzo”-  Barack. H.Obama, El Cairo, 4 . 06. 2009.

Ha llegado el momento. La cultura de guerra, la economía de guerra, el dominio hegemónico de los “globalizadores” ha fracasado estrepitosamente, a qué precio de sufrimientos, hambre, pobreza extrema, desgarros sociales…. Es preciso un “nuevo comienzo”.

“No hay caminos para la paz; la paz es el camino”, nos recordó el Mahatma Ghandi. Un camino guiado por principios y valores. Por la justicia en primer lugar. La paz es, a la vez, condición y resultado, semilla y fruto. Es necesario identificar las causas de los conflictos para poder prevenirlos. Evitar es la mayor victoria. Por ello, es indispensable disponer de unas Naciones Unidas que, con los adecuados recursos humanos y materiales, pueda llevar a cabo la misión que se le encomendó en San Francisco en 1945: “Nosotros los pueblos, hemos resuelto evitar a nuestros descendientes el horror de la guerra”.

Ha llegado el momento de alzar la voz con tanta serenidad como firmeza. Ha llegado el momento de la emancipación ciudadana, de los pueblos libres. Con la violencia no se nace, se hace. Se genera particularmente con los ejemplos cotidianos, que por desgracia menudean en el entorno existencial, y por el aprendizaje de la historia, contada normalmente como un rosario interminable de conflictos y batallas. Nos hemos preparado para la guerra… y hemos hecho, lógicamente, aquello para lo que estábamos preparados. Ahora, está claro que queremos, en estos albores de siglo y de milenio, cambiar radicalmente de actitud y de pauta: “Si quieres la paz, contribuye a construirla con tu comportamiento cotidiano”.

En 1945, “Nosotros, los pueblos” no existían.  Ahora, por fin, todos los seres humanos iguales en dignidad y capaces de expresarse libremente, es posible esclarecer los horizontes hoy tan sombríos. Ahora, por fin, podemos. Ahora, debemos.

Vamos,  con coraje y lucidez, a cambiar de estilo de vida, de prioridades. La voz de la gente, de millones de personas, debe alzarse ahora para estos cambios.  Es necesaria  una gran movilización en las redes sociales. No seamos más espectadores impasibles. La indiferencia equivale a complicidad.

En un mundo “globalizado” a favor de una minoría que caracteriza la situación actual a escala mundial, la sociedad civil tiene que desempeñar un papel crucial, potenciando la educación y la formación  para un  desarrollo global sostenible y humano, que permita participar a escala local, nacional y mundial,  y unir  las voces de todos  para conseguir  que las responsabilidades intergeneracionales sean tenidas en cuenta… antes de que sea tarde. Y desvivirnos unos por los otros, porque seremos todos conscientes del prodigio que representa cada vida humana: capaces de crear, de inventar el por-venir en el que han soñado tantas generaciones, situando el amor en el centro de todas las brújulas, ya que ha sido su ausencia la principal responsable de tantos episodios tristes, trágicos e inhumanos del pasado.

No son los grupos plutocráticos los que solucionarán las amenazas que se ciernen a escala planetaria. Tan difícil misión sólo puede ser desempeñada por unas Naciones Unidas dotadas de los recursos humanos, técnicos y financieros adecuados, que integren a todos los países y sean realmente “los pueblos” quienes “construyan los baluartes de la paz” y aseguren a todos una vida digna.En el antropoceno, enfrentados a procesos potencialmente irreversibles, debemos tener muy presente nuestro deber supremo: el cuidado de quienes llegan a un paso de nosotros. Traicionarlos constituiría un terrible error histórico.
La igual dignidad humana –hay que repetirlo para que quede bien grabado-  constituye el punto de referencia ético de unos principios democráticos que permitan “asegurar el respeto universal a la justicia, a la ley, a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales que, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión, la Carta de las Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos del mundo”.

En 1972, Universe Books, de New York, publicaba el libro Los límites del crecimiento, informe al Club de Roma, realizado por Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Randers y William W. Behrems. Estaba dedicado “al Dr. Aurelio Peccei, cuyo profundo compromiso con la humanidad nos ha inspirado, al igual que a otros muchos, a reflexionar acerca de los problemas del mundo a largo plazo.

La mejor solución –aunque tengamos que sobreponernos a la inmensa inercia de quienes se aferran al perverso adagio de “si quieres la paz, prepara la guerra”-  es el desarme (incluido, desde luego, el nuclear), aplicando una parte razonable de los colosales medios dedicados a la seguridad territorial al  desarrollo de todos los pueblos, de tal modo que se haga realidad la igual dignidad y calidad de vida en todos ellos.

Insisto, como científico, en que debe destacarse y transmitir a la ciudadanía la posible irreversibilidad de múltiples amenazas actuales. En efecto, pueden alcanzarse puntos de no retorno, lo que advierte severamente sobre la responsabilidad de los gobernantes, en las distintas escalas, para no aplazar la adopción de decisiones que pueden prevenir a tiempo situaciones ya insolubles después. Me gusta repetir que se trata de la “ética del tiempo”, que hace especialmente importante la acción de anticipación, una de las cualidades distintivas de la humanidad, la prevención. Saber para prever, prever para prevenir. Hoy más que nunca es necesario tener en cuenta también esta función de la comunidad científica y académica, al lado, nunca sometida, de los decisores.
Debemos a los jóvenes un legado mejor del que ahora se adivina, y haremos todo lo posible para alcanzarlo. Pero son los jóvenes y los niños de hoy los que deben prepararse para proseguir sin cesar, sin cejar, la labor de conservación, con su actitud cotidiana. La naturaleza y, sobre todo, los habitantes de la Tierra, todos iguales en dignidad, merecen este afán, este denuedo, este des-vivirse que proporciona autoestima y esperanza. Poner en práctica cada día cada uno la Agenda 2030 y los ODS. Tenemos las pautas. Es imperativo deber cumplirlas. Para ello sólo en el contexto del multilateralismo democrático será posible esta gran transición para reconducir la gobernanza actual e iniciar un nuevo comienzo.
Es ahora justo y muy oportuno recordar a Aurelio Peccei y expresar al mundo entero, con todos los medios de comunicación disponibles, la necesidad de transitar con plena libertad desde una gobernanza plutocrática y supremacista (G6, G7, G8, G20) a un multilateralismo democrático, mediante la adopción, en las Naciones Unidas, de una Declaración Universal de la Democracia y la inmediata supresión del requisito de la unanimidad en la Unión Europea que, de hecho, otorga el veto a todos sus miembros.

Ante las amenanzas globales, "Nosotros, los pueblos"

lunes, 1 de agosto de 2022

 Dirigido a ciudadanos conscientes de nuestro tiempo que buscan ver en qué dirección hay que ir para construir un mundo mejor 

Ante las amenazas globales, algunas de carácter irreversible, que se ciernen sobre la humanidad, mirando a los ojos de nuestros descendientes y de las generaciones venideras, corresponde a “Nosotros, los pueblos” cumplir con nuestros deberes esenciales, ahora que somos conscientes de la gravedad de las situaciones y, por fin, nos sabemos iguales en dignidad y capaces de expresarnos libremente. Uniendo nuestras voces en grandes clamores populares, vamos a promover con firmeza: 

–        el alto el fuego inmediato en Ucrania y otros conflictos en curso, iniciándose a continuación los procesos de paz correspondientes,

–        el cambio inmediato de la gobernanza plutocrática supremacista (G6, G7, G8, G20…) que ha conducido al mundo en su conjunto a una situación de extremo riesgo (medioambiental, nuclear, social…) por una gobernanza multilateral democrática, con unas Naciones Unidas reformadas y ampliadas que adoptarían en una primera reunión extraordinaria una Declaración Universal de Democracia, con el fin de reconducir la sombrías tendencias actuales y facilitar la transición desde una cultura de imposición, dominio y guerra a una cultura de encuentro, diálogo, mediación, conciliación y paz,

–        total eliminación de las ojivas nucleares, ya que es intolerable desde todos los puntos de vista que la espada de Damocles del exterminio total ensombrezca el destino de la especie humana,

–        rapidísima revisión de las instituciones de justicia, para que no vuelva a aceptarse nunca más la sentencia de jueces “conservadores” o “progresistas”, es decir, de malos jueces que sentencian en virtud de su ideología en lugar de aplicar la ley con la imparcialidad que define la calidad de la justicia “justa”,

–        eliminación, sin contemplaciones, de los “paraísos fiscales”, serio obstáculo para la disminución de la brecha social que se incrementa sin cesar,

–        al actual Consejo de Seguridad, ya sin veto, se añadiría un Consejo de Seguridad Medioambiental y otro de Seguridad Socioeconómica,

–        también a escala de otras instituciones locales, regionales y mundiales se eliminarían los impedimentos que, siempre por las mismas razones de poder absoluto, se han opuesto al funcionamiento democrático: el caso más patente y urgente es el de la Unión Europea, que no puede seguir aceptando que decisiones especialmente relevantes deban adoptarse por unanimidad, antítesis de la democracia,

–        el nuevo concepto de seguridad[1] tendrá muy en cuenta la calidad del medio ambiente y la adecuada conservación de mar, tierra y aire. El inadmisible trato de los residuos, con acúmulos y vertederos pensados para saciar desmedidas ambiciones económicas y no para conservar la calidad de la Tierra y sus acuíferos así como el fondo marino —no olvidemos nunca que el agua del mar ocupa los 2/3 de la piel de la Tierra— que se va llenando de productos tóxicos disminuyendo la capacidad de recaptura del anhídrido carbónico propia del fitoplancton,

–        y tendrá en cuenta, asimismo, que los incendios de verano pueden preverse con una adecuada acción (cortafuegos, limitación de espacios…) durante el invierno, y con la disponibilidad de los aparatos y medios técnicos de toda índole que permiten una rápida y adecuada acción cuando se produce un fuego. Sí: la ciudadanía mundial reclama menos bombas y más bomberos, menos aviones de guerra y más para cuidar la Tierra, menos soldados en los cuarteles y más en las UME… y más personal sanitario…  

Todo cuanto antecede ha formado parte de múltiples proyectos que pretendían transitar de la razón de la fuerza a la fuerza de la razón. Pero no pudieron llevarlos a la práctica —insisto en ello— porque “los pueblos” no existían: el 90% de la humanidad nacía, vivía y moría en unos pocos kilómetros cuadrados y, además, existía una discriminación radical por razón de género, sensibilidad sexual, creencia, ideología, etnia… En pocos años, la progresiva igualdad en dignidad ha abierto perspectivas de futuro de gran alcance y, muy importante, los seres humanos, ¡ya iguales!, pueden expresarse libremente. Ahora ya es posible participar y, “Nosotros los pueblos” podemos y debemos alzar la voz para afrontar amenazas que, de otro modo, podrían alcanzar puntos de no retorno. Ahora ya podemos pasar de la guerra (“bellum”) a la palabra (“verbum”). Ahora ya podemos cumplir nuestras ineludibles responsabilidades intergeneracionales.  

Mi madre —siempre lo he tenido muy presente— me decía: “No aceptes nunca lo que juzgues inaceptable”. Pues bien: es inaceptable que por el veto de los cinco países vencedores y por la unanimidad, respectivamente, las Naciones Unidas y la Unión Europea no puedan cumplir con el importantísimo papel que les correspondería para abrir una nueva etapa en la que la cultura de paz y no violencia pudiera sustituir, de una vez, la de la confrontación y fuerza, en la que el multilateralismo democrático permitiera acuerdos que no son posibles en el contexto de la plutocracia supremacista.

Muchos jóvenes se encierran en su caparazón, ayudados por las burbujas virtuales que les ofrecen la redes sociales.

Debe prestarse una especial atención al meta mundo, el mundo Virtual de Zuckerberg.
Lo que los autores desean es que el lector se convierta en un ciudadano activo, consciente y responsable.

La globalización neoliberal se basa en el concepto de que el mercado es el centro de la sociedad (no el ser humano)basando sus valores en el beneficio, el éxito y el dinero.

El papa Francisco aboga por la globalización solidaria. Solo tenemos un planeta en el que vivimos todos. Y a todos nos afectará si no reconducimos a tiempo, las actuales tendencias.
Este libro no pretende sugerir soluciones o caminos. Éstos deben salir de cada uno. Lo que pretende este texto es fomentar la reflexión, la creatividad, la solidaridad.

Ningún país, por grande que sea, puede pensar en resolver los problemas globales en casa. La esperanza es un faro que debe iluminar nuestro camino en la vida… Y la capacidad de indignación.

Hoy, la ciudadanía consciente, igual en dignidad y pudiendo expresarse libremente, podría permitir a la humanidad —“ojos del universo “— iniciar un nuevo periodo de grandeza haciendo uso de las desmesuradas capacidades creativas distintivas de la especie humana. Hoy, ya era hora, “Nosotros, los pueblos” podemos inventar el futuro. No sigamos callados. Alcemos la voz para que renazca la esperanza y la alegría de vivir.


[1] Mayor Zaragoza, Federico (2021): Inventar el futuro, Córdoba, Ánfora Nova. 


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Compelidos a la rebelión

miércoles, 13 de julio de 2022

 Ha llegado el momento en que la ciudadanía, consciente progresivamente de las amenazas que se ciernen sobre la humanidad, reaccione, se rebele contra una gobernanza plutocrática global (G6, G7, G8, G20) que ha conducido al mundo en su conjunto a una situación de progresivo deterioro de la habitabilidad del planeta —con algunos procesos irreversibles, por primera vez en la historia— y una irreductible brecha social y gastos militares y en armas de más de 4.000 millones de dólares al día, al tiempo que se mueren de hambre y de extrema pobreza miles de seres humanos… 

Hace muchos años que diversas instituciones y personas responsables vienen alertando sobre la necesidad, cada día más apremiante, de hacer frente, con todos los conocimientos y medios disponibles, a las terribles amenazas ecológicas y sociopolíticas. No me canso de repetirlo: desde la década de los 70 del siglo pasado, ya la UNESCO y el Club de Roma advertían de la necesidad de cambio de paradigmas de crecimiento económico y desarrollo. Ni caso. 

En 1992, en Río de Janeiro, en una gran “Cumbre de la Tierra” se elaboró un excelente documento —la Agenda 2021— para reconducir las sombrías tendencias… Ni caso. El G7, presidido por Georges Bush padre, desoyó, como ha sido el comportamiento habitual del Partido Republicano de los Estados Unidos frente al multilateralismo, los angustiados llamamientos. 

No abandonamos nuestros proyectos de cambio. Bien al contrario, espoleados por la comunidad científica, se preparó la II Cumbre de la Tierra en Johannesburgo, en 2002, precedida de una Declaración y Programa de Acción de sobre una Cultura de Paz (1999) y la Carta de la Tierra (2000). Se aprobaron, con grandes expectativas, los Objetivos de Desarrollo del Milenio… Ni caso. Esta vez fue el presidente Bush Jr. el que no sólo rechazó las propuestas de acción conjunta… sino que un año después decidió invadir Irak, basándose en argucias y falsedades… 

¿Y qué hacía Europa? Guardar silencio. ¿Y qué hacían los 190 países restantes? Guardar silencio. Con el veto de los cinco vencedores de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas no podían aplicar el espléndido diseño de Roosevelt. Fue preciso —insisto en esta ocasión porque fue pausa de gran esperanza— que llegara Barack Obama a la Casa Blanca y firmara, en aquel luminoso otoño de 2015, los Acuerdos de París sobre cambio climático y, dos meses más tarde, la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Agenda 2030 y los ODS “para transformar el mundo”. Fue un tiempo muy breve, porque, a los pocos meses, el insólito presidente republicano Donald Trump manifestó con altanería el mismo día de su nombramiento que no aplicaría los Acuerdos sobre el cambio climático ni la Agenda 2030. 
 
Creí entonces que se produciría una inmediata reacción de la Unión Europea, que no puede influir cuantitativamente pero sí cualitativamente sobre el curso de los acontecimientos a escala mundial. Y silencio… ¿Por qué? Pues porque el requerimiento de unanimidad para la adopción de decisiones importantes equivale al veto. La unanimidad es la antítesis de la democracia. Con la abominable e intolerable invasión de Putin a Ucrania se ha puesto de manifiesto que el protagonismo de la interlocución con Rusia no corresponde a la Unión Europea sino a la OTAN, organización militar para la puesta en práctica del Tratado del Atlántico Norte. 

En los Estados Unidos, el presidente Biden se esfuerza en poner orden a una situación social, militar, económica y jurídica que cada día se complica más por la intromisión del Tribunal Supremo “conservador“ —nunca deberíamos haber aceptado que se hable, admitiendo una total incoherencia desde todos los puntos de vista, de jueces “conservadores” o “progresistas”— y complaciente seguidor del expresidente Trump, que no solo afectan al ámbito federal sino, ¡qué disparate!, se extienden al ámbito mundial como en el caso de la reciente decisión sobre cambio climático. 

Pandemia, guerra, crisis económica, habitabilidad de la tierra puesta en peligro… Y nosotros, “los pueblos”, que desde hace poco reconocemos sucesivamente la igual dignidad y podemos, ¡por fin!, expresarnos y participar para poner en práctica el multilateralismo democrático, estamos distraídos. Me gusta repetir el acierto de Soledad Gallego cuando se refiere a la “distracción masiva” que resulta del poder mediático y digital inmiscuyéndose en nuestras vidas…  

Es ahora cuando sería más peligroso seguir confundiendo educación con capacitación. Educación es “dirigir la propia vida“, según la excelente definición de don Francisco Giner de los Ríos, es ser “libre y responsable”, de acuerdo con lo que establece el artículo 1 del Acta Constitutiva de la UNESCO. Es preciso, sin ulterior demora, escuchar las voces que claman por la movilización ciudadana, que preconizan que el multilateralismo democrático puede contar, ahora sí, con nosotros, los pueblos, como se inicia la Carta de las Naciones Unidas: “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra”. 

Ahora sí, “los pueblos” pueden expresarse libremente. Ahora sí, iguales en dignidad pueden apelar a la ciudadanía consciente para el cumplimiento eficaz de los deberes intergeneracionales; ahora sí, pueden sentirse “compelidos al supremo recurso de la rebelión”, como establece el tercer párrafo del Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 

Ahora sí renace la esperanza. Solo así podemos imaginar —con grandes clamores populares— la rápida transición de una cultura de imposición, dominio y guerra a una cultura de encuentro, diálogo, mediación, conciliación y paz, de un suprematismo plutocrático (dominio militar, financiero, energético, digital, mediático) a la rápida adopción, en unas Naciones Unidas debidamente reformadas, de una Declaración Universal de Democracia, ¡Compelidos a la rebelión!, debemos ser muchos los que iniciemos esta transformación esencial de la fuerza a la palabra, del bellum al verbum, de una cultura de confrontación a una cultura de entendimiento. 

Frente a la globalización de la indiferencia y la ignorancia, el multilateralismo democrático.

¡Compelidos a la rebelión!

Ahora sí, por fin, cultura de paz. Paz en la tierra, paz con la tierra

jueves, 23 de junio de 2022

 Desde el origen de los tiempos, siempre la fuerza. “Si quieres la paz, prepara la guerra”. Hubo intentos de resolver los conflictos por la mediación, la conciliación, la palabra. Woldroow Wilson, en 1919, con la creación de la Sociedad de Naciones, y Franklin Delano Roosevelt en 1945 al final de la segunda guerra mundial al crear las Naciones Unidas… Ambas iniciativas fracasaron porque sustituyeron rápidamente la fuerza de la razón por la razón de la fuerza, la democracia multilateral por el veto, la gobernanza de “Nosotros, los pueblos” por la gobernanza plutocrática neoliberal. 

En efecto, las razas aria, romana y nipona se consideraron superiores a las otras y el resultado fue la segunda guerra mundial. Y luego impusieron el veto de los vencedores y acallaron la voz de “Nosotros, los pueblos” y se inició la “guerra fría” entre las dos superpotencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética. 

Han habido algunas pausas de esperanza:

1) cuando Eisenhower, con todo su prestigio, desvela las limitaciones del poder civil al transferir la presidencia en enero de 1961 al Presidente Kennedy[1].

2) Gorbachev en 1986 cambia radicalmente la  política seguida por sus antecesores en la presidencia de la Unión Soviética y ofrece a Reagan, en Reikiavik, no sólo la desaparición de la URRSS en una Comunidad de Estados Independientes sino que le ofrece la eliminación total de las ojivas nucleares. Reagan no sólo retuvo el 30% de la seguridad nuclear después de consultar a la cúpula militar, sino que creó el G-6, primer grupo de países –luego vinieron el G-7, G-8, G-20…-  en manos del “gran dominio” (financiero, militar, mediático, energético, digital…).

3) El Presidente Barack Obama en 2015 firma los Acuerdos de París sobre el Cambio Climático y dos meses después la Resolución de la Asamblea General sobre la Agenda 2030 “para transformar el mundo”. A los pocos meses el Presidente Donald Trump manifestó, recién nombrado, que incumpliría los dos compromisos suscritos por su antecesor… y silencio. Y la Unión Europea, silencio…

4) Ahora, porque por primera vez en la historia “Nosotros, los pueblos”, ya sin discriminación de género o por otras razones pueden expresarse libremente. Ahora, sí, los pueblos ya tienen voz. Ya pueden sustituir la fuerza y la imposición por la palabra, ya pueden coger en sus manos, a través de un multilateralismo democrático, las riendas del destino común. Ahora, por fin, la mujer en el estrado. Ahora la ciudadanía mundial  no sólo tiene la palabra sino las pautas de acción (Agenda 2030 y ODS).  

Me gusta repetir, por la influencia que tuvo en mi propia vida en aquel momento, lo que me comentó el Presidente Nelson Mandela en Pretoria en 1996, cuando yo le indicaba mi decepción por el poco arraigo que estaba teniendo la cultura de paz y no violencia en sustitución de la cultura de imposición, dominio y guerra que había prevalecido hasta entonces… y que sigue ahora, todavía, resistiéndose, seguramente ya por poco tiempo, a abandonar el escenario público como gran protagonista. El Presidente Nelson Mandela me dijo: “Es cuestión de poco tiempo. La mujer será muy pronto la “piedra angular” de la nueva era”. Y añadió: “Porque la mujer sólo excepcionalmente  utiliza la fuerza cuando el hombre sólo excepcionalmente no la utiliza”.  

Ahora podemos. Y debemos. Ahora actores y nunca más espectadores. Ante amenazas globales potencialmente irreversibles no caben excusas ni aplazamientos. Es tiempo de acción impostergable. Y para ello la ciudadanía debe ser plenamente consciente de que es impostergarble actuar resueltamente para una gobernanza multilateral y democrática. 

En efecto, el primer paso de unas Naciones Unidas reformadas, con amplia participación de la sociedad civil y un Consejo Socioeconómico y otro Medioambiental añadidos al actual Consejo de Seguridad, y todos ellos  sin veto, sería adoptar en  una de sus primeras acciones de inflexión global la Declaración Universal de la Democracia[2]

Ahora este llamamiento a la acción no puede desoírse una vez más. En muchos años de intensa colaboración a escala mundial como Director General de la UNESCO (1987-1999) tuve  respuestas siempre adversas, aún cuando se trataba de clamores populares de tanto relieve como los de la I Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro en 1992 o el de la II Cumbre en Johannesburgo diez años después. En 1999, la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz precede, en el momento en que se inicia un nuevo siglo y milenio, a la Carta de la Tierra, uno de los documentos seguramente más luminosos de los que se precisaban, sin duda,  en fechas de tan sombríos augurios, junto a los objetivos mundiales  que deberían cumplirse a partir del año 2000… Unos años más tarde, en 2005, se aprobó en España (noviembre de 2005) la Ley sobre el Fomento de la Educación de la Cultura de Paz… que, como ha sucedido en todos estos casos, no ha merecido la menor atención.  

En aquellos años y hasta hace bien poco teníamos que resignarnos porque “Nosotros, los pueblos”, no existíamos y carecíamos de pautas muy claras de acción. Ahora, es posible la transición de una cultura milenaria de poder absoluto masculino y fuerza a una cultura de encuentro, mediación, conciliación y paz, desde la plena igual dignidad de todos los seres humanos. Ahora, sí, el sueño del Presidente Roosevelt y de Eleonora (Declaración Universal de los Derechos Humanos) puede llevarse a la práctica.  

En París, el 20 de enero de 1990 escribí estos versos al final de un poema:

“Sabemos / y por lo tanto / no tenemos excusa. / ¿Cómo podemos / conciliar el sueño / siendo cómplices?”.

…………………………… 

*Director General de la UNESCO (1987-1999). Presidente Fundación Cultura de Paz


[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-42726723

[2]https://declaraciondemocracia.wordpress.com/declaracion-democracia-2/

"Móvil-ización" / "Móvil-adicción"

lunes, 23 de mayo de 2022

Es ahora posible, por fin, una gran “móvil-ización” que no se vea afectada por la “móvil-adicción”. Pensaba, viajando en un tren rápido, que ahora podía ponerse en marcha lo que en 1945 proclamó la Carta de las Naciones Unidas: “Nosotros, los pueblos, hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra”. En 1945 éramos seres sometidos a un poder absoluto masculino y carecíamos de voz. Ahora, ¡por fin!, se han hecho grandes progresos en la igual dignidad y podemos expresarnos libremente gracias a la tecnología digital. Sí, ahora –pensaba adormecido- ya podemos, ya debemos… Abrí los ojos y quedé perplejo y asustado porque todos los que me rodeaban estaban pendientes de la pantalla de su móvil sin hablar y, seguramente, sin pensar en nada… y, además, no eran pocos los que estaban “disfrazados” de pobres, con ridículos desgarros en sus pantalones… Ante la globalización de los grandes retos que afectan a la humanidad en su conjunto es apremiante e impostergable eliminar la gobernanza plutocrática neoliberal que desde finales de la década de los ochenta ha impedido  que sean “Nosotros, los pueblos” los que tengan en sus manos las riendas del destino común, actuando en virtud de los “principios democráticos” como establece la Constitución de la UNESCO y, sobre todo, mirando a los ojos de los niños y jóvenes para, como recomienda la Carta, tener siempre en cuenta a las generaciones venideras.  

Es imprescindible llamar la atención a todos los niveles para que la “móvil-adicción” se transforme en una “móvil-ización” a escala mundial. No es la realidad virtual la que cambiará las cosas y permitirá entrar debidamente en la nueva era sino la realidad “real”, que debe conocerse con detalle y que actualmente se cierne sobre la humanidad con los más oscuros designios.

 “Desnortados bajo el aluvión de whatsapps”, titulaba recientemente el suplemento dominical de “Ideas” de “El País”. Sí, aluvión para la distracción, para que grandes colectivos no puedan dar voz a “Nosotros, los pueblos”.

 Debemos utilizar adecuadamente la capacidad de conferir progresivamente a toda la ciudadanía la calidad de “actor” de su propia vida en lugar de espectador impasible. Ahora mismo, hoy mismo, se está iniciando la reunión anual de Davos, sin la contrapartida del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Es apremiante la convocatoria del Foro, esta vez, por fin, con asistencia virtual de millones de personas, de “Nosotros los pueblos”, que pueden y deben tomar ahora, sin demora, el relevo de la gobernanza plutocrática.

Muchísima atención, porque, como en los años treinta del siglo pasado, el supremacismo está escalando posiciones, y no hay nada más peligroso que “sentirse más” que el prójimo. El nazismo, el fascismo, la superioridad japonesa… la creación de partidos políticos excluyentes y de sentimientos religiosos discriminatorios, como los creados en América Latina frente a la teología de la liberación…, “supremacismo blanco” de los republicanos de los Estados Unidos y de los fervorosos partidarios de Donald Trump en particular, deben superarse sin demora y dar paso a la igual dignidad, sea cual sea el género, la creencia, la ideología, la etnia… “Libertad y responsabilidad”, como define lúcidamente la Constitución de la UNESCO a los “educados”…

 Se duplican los gastos militares y la OTAN pasa del Atlántico Norte a todos los océanos… al tiempo que las Naciones Unidas siguen inhabilitadas por el veto casi original  y la Unión Europea por el veto de la unanimidad en la toma de decisiones. Una vez más, la razón de la fuerza, una vez más las armas en lugar de la mediación, del diálogo, de la palabra.

Ojalá progrese la iniciativa indicada recientemente por el Presidente Macron de una Confederación Europea para poder, de una vez, evitar el veto actual de la unanimidad. Ojalá también la “Constitución de la Tierra” que propone Ludgi Ferrajoli permita poner en práctica sin obstáculos, vetos ni reservas, el inmejorable diseño de Franklin D. Roosevelt.

 Desde hace tiempo he compartido en diversos escritos mi profunda preocupación, como científico, por la degradación progresiva de las condiciones de habitabilidad de la Tierra, reclamando impostergables decisiones –se trata, en algunos casos, de procesos irreversibles- con una reacción ciudadana en gran escala. También como abuelo y bisabuelo que debe velar para asegurar a las generaciones que llegan a un paso de la nuestra calidad de vida humana sobre el planeta.

Entretenidos y obcecados por el “metaverso”, son muchos los potenciales interlocutores del cambio radical que se precisa que no pueden cumplir con su papel tan relevante para reconducir las tendencias actuales.

 Escribía Joaquín Estefanía hace poco que “los ciudadanos sienten que no tienen medios ni poder para diseñar su futuro”. Es tarea perentoria de todos los todavía esperanzados demostrar que las capacidades de cada ser humano –pensar, imaginar, anticiparse, innovar, ¡crear!- son el irrenunciable camino para que “Nosotros, los pueblos” podamos llevar a la práctica el futuro que anhelamos.

 Titulaba así  un artículo reciente de “Negocios” de “El País”: “Quien  cuente con los datos dominará el mundo”. No cabe duda de las múltiples ventajas que ofrecen los “big data”… pero lo realmente importante no es acumularlos y ordenarlos sino producirlos. A este respecto, recuerdo cuando el Prof. Hans Krebs –lo he comentado muchas veces, porque ha sido muy importante en mi vida- me dijo en el laboratorio de bioquímica de la Universidad de Oxford cuando yo reunía datos que me permitía una instrumentación de la que carecía en la Universidad de Granada: “Es fundamental tener en cuenta que el progreso no consiste en acumular datos sino en ver lo que otros ven pero pensar lo que nadie ha pensado”.

Publicado en Other News

Unidos por la paz y el multilateralismo democrático

jueves, 5 de mayo de 2022

Actuemos con apremio, ahora que ya podemos expresarnos libremente en grandes clamores planetarios,

– para un alto el fuego inmediato en Ucrania y el inicio de un proceso de paz sólido y abierto,

– para la urgentísima eliminación de la condición de unanimidad en la Unión Europea, de tal modo que pueda asumir plenamente el papel de interlocutor que le corresponde y que ha asumido hasta ahora la OTAN,

– para la aplicación del excelente diseño de las Naciones Unidas de Roosevelt: “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra”- eliminando el veto de tal modo que se pueda sustituir la actual gobernanza plutocrática supremacista (G6,G7,G8,G20) y evitar así un nuevo desorden mundial basado en el poder militar, en la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón, para dejar de ser espectadores impasibles de lo que acontece y ser ciudadanía consciente y responsable, cumpliendo nuestros inaplazables deberes intergeneracionales,

-para cumplir con diligencia los Acuerdos de París sobre el Cambio Climático y la Resolución de las Naciones Unidas sobre la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible “para transformar el mundo”, que suscribió el presidente Barack Obama, y que suprimió el mismo día de su nombramiento su sucesor el presidente Donald Trump, sin provocar reacción alguna-delito de silencio-en los 192 países restantes.

Sí: unidos por la paz, ahora ya todos iguales en dignidad,

-para poder mirar a los ojos de los niños y decirles que vamos a evitar que la cultura de guerra siga imponiéndose sobre la cultura de paz y no violencia, y que los intereses del “gran dominio“ (financiero, militar, energético, mediático, digital) sigan prevaleciendo sobre los de la ciudadanía global,

– para la total eliminación de las armas nucleares y un nuevo concepto de seguridad, que armonice la defensa territorial con la de quienes habitan estos espacios tan bien protegidos (alimentación, agua potable, servicios de salud de calidad, cuidado del medio ambiente, educación para todos a lo largo de toda la vida),  para, en suma, lograr que la especie humana -inverosímil desmesura de facultades intelectuales y creativas- pueda vivir y convivir en plenitud en una tierra bien conservada.  

Unidos por la paz, por la palabra, por la democracia. 

Tengamos siempre presente el  lúcido preámbulo de la Carta de la Tierra: “Nos hallamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad ha de elegir su futuro. A medida que el mundo se hace más interdependiente y frágil, el futuro presenta a la vez grandes riesgos y grandes promesas… Somos una sola familia humana y una sola comunidad con un destino común. Hemos de unirnos para crear una sociedad global sostenible basada en el respeto a la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y la cultura de paz”.

Tenemos que procurar que nadie se sienta excluido en esta elección, para hacer posible un nuevo comienzo. Es necesario dar fin a un sistema que, desde tiempo inmemorial, se ha basado en el poder masculino absoluto. Unos cuantos hombres, muy pocos, han ejercido el mando de tal forma que hasta la propia vida debió  ofrecerse a sus designios sin discusión posible.  

Confinados en un espacio territorial e intelectual muy limitado, los habitantes de la Tierra han sido súbditos silenciosos y obedientes. En dos ocasiones, al término de las dos grandes guerras del siglo pasado, se intentó sustituir progresivamente el uso irrestricto de la fuerza por la palabra, por la negociación, por la diplomacia.  

Pero, siempre triunfó la seguridad sobre la convivencia pacífica. Al término de las dos grandes guerras “calientes”, en 1918 y 1945, dos destacados Presidentes norteamericanos, Wilson y Roosevelt, respectivamente, intentaron establecer un orden mundial basado en la mediación y el multilateralismo. En ambas ocasiones, desgraciadamente, el perverso adagio “si quieres la paz, prepara la guerra” se aplicó sin cortapisas, y la seguridad prevaleció, como había sucedido durante siglos, sobre la paz. 

Es importante no olvidar el  inconmensurable perjuicio que causó el Partido Republicano de los Estados Unidos al no apoyar a la Sociedad de Naciones creada por Wilson. Se hizo posible el resurgir bélico de Alemania… y que Hitler, en 1933, escribiera en su libro “Mi lucha” que “la raza aria es incompatible con la judía”. 

Las semillas del fascismo fructificaron en el fascismo de Benito Mussolini y en el terreno abonado del Imperio del Sol Naciente nipón, con el Plan Tanaka y el emperador HiroHito…. Esta confluencia de grandes movimientos supremacistas dio lugar a la Segunda Guerra Mundial, atroz, con millones de víctimas, al final de la cual el Presidente Franklin Delano Roosevelt establece, con un diseño perfecto, las Naciones Unidas. El inicio de la Carta resume lúcidamente las grandes líneas de la gobernanza mundial: “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar a nuestros hijos el horror de la guerra”. Me gusta destacar, por ser de gran actualidad, los tres pilares de lo que hubiera podido ser una nueva era: i) son los pueblos a quienes se encomienda tomar en sus manos las riendas del destino; ii) La paz debe construirse para evitar, de este modo, el “horror de la guerra”; iii) la solidaridad intergeneracional constituye el compromiso supremo de todo ser humano. 

El diseño de las Naciones Unidas realizado en 1945 –con el complemento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos tres años más tarde- es inmejorable. Pero en aquel momento, “Nosotros, los pueblos”, no existían: el 90 % de los seres humanos nacían, vivían y morían en unos kilómetros cuadrados. Eran temerosos, sumisos, obedientes, silenciosos… y la mujer se hallaba altamente discriminada. 

A finales de la década de los 80, cuando, gracias a Nelson Mandela y Mikhail Gorbachev podían haberse reconducido muchas tendencias perniciosas, el supremacismo y el fanatismo volvieron a ensombrecer los horizontes del mundo en su conjunto. Vuelve el gran dominio a ejercer su poder absoluto. Vuelven las sectas -algunas propiciadas desde los propios servicios de inteligencia- a contrarrestar los esfuerzos de las democracias genuinas… 

Se ha comentado con frecuencia que la Declaración “Universal” era en realidad reflejo de la visión occidental.  Debo destacar, a este respecto, que fue sometida a una amplia consulta a los principales representantes de las diversas civilizaciones y culturas. Siendo Director General de la UNESCO, hallé en los archivos de la Organización la carta que escribió en el mes de febrero del año 1947 el Mahatma Ghandi a Julian Huxley, primer Director General. Le decía que agradecía el envío del borrador, y le indicaba que lo había consultado con la “persona más inteligente que he conocido, una mujer, analfabeta, mi madre, que me ha indicado…”. Entre las indicaciones figuraba la conveniencia de que se pusieran de manifiesto también algunos deberes en los derechos que se declaraban… 

Dos citas del preámbulo deben destacarse porque son especialmente significativas: al final del primer  párrafo se dice que “estos derechos son para liberar a la  humanidad del miedo”. Esta promoción de la autoestima y de la necesidad de mostrar las discrepancias cuando existan, se refrenda en el párrafo segundo del preámbulo cuando se dice que, si no pudieran ejercerse plenamente, los seres humanos “podrían verse compelidos a la rebelión”. Ahora, cuando por fin “los pueblos” podemos expresarnos libremente, es preciso tener muy en cuenta que debemos. 

Para actuar debidamente y a tiempo es preciso prepararse con gran rigor, conocer las fuentes y raíces de las actitudes violentas, de las reacciones conflictivas. El supremacismo es el origen de muchos conflictos y actos de violencia.  La mejor manera de contrarrestarlo es tener en cuenta que todos los seres humanos somos  iguales en dignidad, sin importar su sexo, color de la piel, creencias, ideologías, culturas…  Otra de las fuentes más importantes del terrorismo es la pobreza extrema y el hambre.  La diversidad cultural es una riqueza. La xenofobia, el odio y el rechazo son intolerables éticamente y constituyen una amenaza para la paz. 

Europa, muy especialmente, debe ser referente en el pleno ejercicio de los derechos humanos. La Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, del año 2000, es mucho más importante, muchísimo más, que la prima de riesgo. La crisis no es sólo económica. Es sobre todo ética. Es la debacle de un sistema guiado por la codicia y el cortoplacismo. Un sistema que ha sustituido los valores morales por los bursátiles y las Naciones Unidas por grupos plutocráticos. Un sistema que ha sido capaz de invadir a otro país, con miles de muertos, mutilados y desplazados, con argumentaciones falsas, para justificar sus ambiciones geoeconómicas.  Un sistema que no ha sabido movilizar a “los pueblos” para forzar a Putin  a no poner en práctica su intolerable decisión invasora ni responder con millones de voces procedentes de todos los continentes.  

No son los grupos plutocráticos los que solucionarán las amenazas que se ciernen a escala planetaria. Tan difícil misión sólo puede ser desempeñada por unas Naciones Unidas dotadas de los recursos humanos, técnicos y financieros adecuados, que integren a todos los países y sean realmente “los pueblos” quienes “construyan los baluartes de la paz” y aseguren a todos una vida digna.

 Paz a todos. Paz en la Tierra. Este es el más profundo anhelo humano desde el origen de los tiempos, inhacedero por el poder basado en la imposición y en la fuerza.

 Reaccionemos. No sigamos de espectadores impasibles. Levantemos la voz. Millones de voces, para que, de una vez, logremos liberarnos de las colosales amenazas ecológicas y bélicas que ensombrecen hoy el destino común.

 ¡Unidos por la paz y el multilateralismo democrático!

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