Democracia, la única solución

lunes, 31 de enero de 2022

“Sólo conseguiremos alcanzar un orden internacional
 pacífico promoviendo la “democracia”.
Fernando Vallespín
“El País”, 23 de enero de 2022.

 

El pilar fundamental de todos los derechos humanos es la igual dignidad. Así lo corrobora la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea del año 2000 que, al parecer, no han leído atentamente la mayoría de los actuales líderes europeos. En 1945, al término de una guerra horrenda, con el empleo de los más abominables métodos de exterminio, se fundaron las Naciones Unidas –“Nosotros, los pueblos…”- y, unos meses más tarde, la UNESCO, cuya Constitución establece que son los “principios democráticos” –justicia, igual dignidad, libertad y solidaridad- los que deben guiar la gobernación, y que la educación consiste en contribuir a la formación de personas “libres y responsables”. Personas educadas, es decir, que actúan en virtud de sus propias reflexiones y no al dictado de nadie, ni atenazadas y atemorizadas por dogmas, amenazas, ciegas obediencias…

Es esencial la educación para una ciudadanía “libre y responsable” que, como se establece en el primer párrafo del preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “se libere del miedo”. De súbditos a ciudadanos plenos. Personas capaces de hacer pleno uso de las facultades creadoras distintivas de la especie humana, capaces de inventar su futuro, que nunca debe ser aceptado como irreversible. El fatalismo y el dogmatismo deben erradicarse para volar alto, sin adherencias ni lastres en las alas, en el espacio infinito del espíritu.

Se ha logrado de forma progresiva igual dignidad de todos los seres humanos pero sigue existiendo una hegemonía a escala mundial de grandes oligopolios y del complejo bélico industrial.

Hasta hace muy pocos años, la humanidad ha estado siempre  dominada y amaestrada por un poder absoluto masculino. Unos cuantos hombres han llevado las riendas del destino común. Hemos sido espectadores impasibles, no actores; receptores de información con frecuencia  sesgada, y no emisores; testigos temerosos de intervenir. Silenciados,  silenciosos. Confinados territorial e intelectualmente, los seres humanos han vivido sometidos, hasta el punto que tener que ofrecer su propia vida a los designios del poder. Sin discusión posible.

Ahora, desde hace unas décadas, progresivamente, “Nosotros, los pueblos”, ya hombre y mujer en pie de igualdad, podemos manifestarnos, protestar y proponer.  Estamos frente a transiciones múltiples y urgentes que, por primera vez en la historia, pueden ser abordados con posibilidades de éxito: conciencia global, libre expresión y, en particular, un porcentaje progresivamente mayor de mujeres en la toma de decisiones.

La solución es una democracia auténtica a escala personal, local, nacional, regional e internacional. Es por ello que es indispensable  que se produzca rápidamente una refundación del Sistema de las Naciones Unidas y la inmediata eliminación de los G7, G8 y G20… Uno de los peores presagios que hoy nos acucia es el retorno del racismo, de la xenofobia. He escrito en varias ocasiones  -pensando en los años 1936 a 1939, en particular- que el supremacismo genera odio y confrontación. Y mata. Por eso he reclamado tolerancia cero y ser actores -no espectadores impasibles distraídos por el inmenso poder mediático- porque "mañana puede ser tarde". Es preocupante ver  cómo germinan aquí y allá semillas de supremacismo, de racismo, de fanatismo, de dogmatismo… sin que nadie parezca acordarse de un pasado no tan lejano…  No podemos ni debemos tolerar que broten de nuevo estas lacras, porque son la mayor fuente de enfrentamientos, el mayor responsable de víctimas a lo largo de la historia, de una historia que no debe repetirse. Todos los seres humanos iguales en dignidad, es el  principio de la justicia y de la paz.

Frente a la deriva neoliberal hacia las mismas actitudes de los años treinta del siglo pasado, sólo  una gran movilización popular presencial y en el ciberespacio podría eliminar los grupos plutocráticos y reforzar a las Naciones Unidas, la genuina Organización multilateral, cuya Carta se inicia, tan acertadamente, con “Nosotros,  los pueblos…”. En las perspectivas actuales de diversa índole (ética, política, económica) sería una excelente noticia la diligente refundación de un Sistema de Naciones Unidas dotado de los medios personales, técnicos y financieros necesarios.

Ciudadanos implicados, comprometidos, que no se dejan amilanar, que saben superar el miedo que tantas voluntades atenaza, podrían hacer posible, mediante un “movimiento global”, una Asamblea General de las Naciones Unidas reforzada rápidamente con el 50% de la sociedad civil, que adoptara acto seguido una Declaración Universal de la Democracia (https://declaraciondemocracia.wordpress.com/ ). La democracia es el único contexto en el que es posible imaginar el “nuevo comienzo”, la nueva era de un mundo en el cual la gobernanza sea inspirada por la justicia, la igualdad, la libertad y la solidaridad, en suma, por los “principios democráticos” que tan lúcidamente establece la Constitución de la UNESCO, en lugar de los mercados, del gran dominio militar, energético, financiero y mediático que en estos momentos intenta todavía ejercer, a través del “gran dominio”, sus ambiciones de poder, que tantos resultados negativos han conllevado.

Hoy es posible, por primera vez en la historia, la participación no presencial gracias a la moderna tecnología de comunicación.

Pongamos en práctica sin nueva demora la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Exijamos todos que 2022 sea el principio de la reducción del armamentismo, de la cultura de la fuerza y la violencia, en  favor de la cultura del  encuentro, de la conciliación, del diálogo.

El tiempo del silencio ha concluido. Deber de memoria y deber de acción: puesta en práctica de la Agenda 2030 y los ODS, para contener todavía la degradación ecológica, cuyas manifestaciones están aumentando en intensidad y frecuencia; rápida concertación a escala mundial para la eliminación de las armas nucleares; inmediata regulación de las organizaciones militares que representan en realidad la hegemonía a escala mundial de algunos países, así como de las inmensas redes de bases militares en todo el mundo; control del tráfico y consumo de drogas ilegales; eliminación de los paraísos fiscales y de los grupos plutocráticos…; nuevo concepto de seguridad “humana”, de tal forma que los habitantes de los territorios tan bien “protegidos” por los mecanismos de defensa, tengan acceso a las cinco prioridades de las Naciones Unidas: alimentación, agua potable, servicio de salud de calidad, cuidado del medio ambiente y educación para todos a lo largo de toda la vida;  fomento de la ciencia y del consejo de quienes poseen los conocimientos adecuados; incremento de las medidas preventivas, especialmente de índole sanitaria, facilitando, como ejemplo inmediato, la vacunación de todos y no sólo de los habitantes de los países más prósperos;  asegurar la independencia de la justicia; implicación personal para inventar el futuro y, con indomable resiliencia, no aceptar nunca más imposiciones, dogmatismo, supremacismo... Cada ser humano único capaz de crear, nuestra esperanza.

Publicado en Other News

Urgente cambio de gobernanza mundial

martes, 4 de enero de 2022

                                                                                                                           Deber de memoria. Memoria del olvido. Deber de acción y de palabra.

Delito de silencio.

Los inicios del año 2022 exigen una especialísima reflexión y la adopción de decisiones sin ulterior demora. El 2021 ha sido extraordinariamente denso en acontecimientos y tendencias que deben recordarse y corregirse antes de que se alcancen puntos de no retorno. Por primera vez en la historia, algunas de las amenazas a escala global son de naturaleza irreversible y, ya en el antropoceno, podría afectarse la propia habitabilidad de la Tierra si, una vez más, olvidamos lo acordado e incumplimos nuestras supremas responsabilidades intergeneracionales.

Hasta hace muy poco, no sabíamos lo que sucedía en el mundo y no podíamos expresarnos. Además, una secular discriminación no nos permitía actuar conjuntamente. Cuando en 1945 las Naciones Unidas creadas por Roosevelt ofrecían un nuevo marco multilateral muy bien diseñado, la razón de la fuerza volvió a imponerse sobre la fuerza de la razón y  las armas prevalecieron una vez más sobre las palabras. “Nosotros, los pueblos”, protagonistas de la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas, no existían en aquel momento y  la Asamblea General se hallaba integrada por representantes-siempre varones-de los Estados… Hasta hace tres décadas, el 90 % de los seres humanos nacían, vivían y morían en unos pocos kilómetros cuadrados, dominados por el poder absoluto masculino. Eran temerosos, silenciosos, desiguales, obedientes, sumisos… Ahora, cuando más apremiante era, los pueblos pueden, por fin, participar y activamente -es decir, vivir democráticamente- porque, gracias en buena medida a la tecnología digital, pueden expresarse libremente. Y a todos, progresivamente, se les ha reconocido -es la gran victoria reciente de la humanidad- igual dignidad.

Al recordar los grandes rasgos del año 2021 -gobernanza neoliberal plutocrática, pandemia, cambio climático, emigración, hambre y extrema pobreza… -  debemos ser conscientes de que, después de guardar silencio desde el origen de los tiempos, ha llegado el momento del multilateralismo democrático gracias a la participación ciudadana. Ya no serán las bases militares y los costosísimos artilugios bélicos los que confieran seguridad a nuestras vidas sino las nuevas soluciones que las Naciones Unidas debidamente reformadas -con una Asamblea General sin veto pero con voto ponderado e integrada, ahora sí, por “Nosotros, los pueblos “, por la sociedad civil junto a los representantes de los gobiernos- permitan, según la sabia recomendación del profesor José Luis Sampedro”, cambiar de rumbo y nave".

Para asegurar la participación ciudadana es imprescindible que todos seamos conscientes de los retos presentes y de la forma de hacerles frente. Tener “memoria del olvido“ y, todos unidos, todos iguales, todos conscientes, participemos activamente, sabiendo siempre proceder de tal manera que sea la inteligencia humana la que dirija a la “artificial “y no al revés. Esta ciudadanía “advertida y diligente” será capaz de cumplir en estas cruciales circunstancias el propósito de “los pueblos“ en 1945: “evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra”… el horror de un planeta desvencijado, el horror de una minoría de formidables consorcios mercantiles llevando al  mundo en su conjunto hacia el abismo… A este respecto, es procedente recordar a Aurelio Peccei cuando, en la década de los 60, con tanta anticipación como sabiduría, vigía del futuro, alertaba ya sobre “el abismo frente a nosotros” (“The chasm ahead”).  Y, con él, a todos los que desde entonces han reiterado en múltiples ocasiones alertas y advertencias, siempre desoídas. El papel de las comunidades científica, académica, artística, intelectual… se incrementa en estos momentos, en los que ya son muchos los “pueblos“ que se dan cuenta de que ha llegado el momento de atender sus llamamientos y no los del “mercado”…. La UNESCO, la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, las “Cumbres de la Tierra “(Río en 1992; Johannesburgo en 2002…)… han sido invariablemente desatendidas por las ambiciones hegemónicas de quienes, desde la década de los 80, se integraron en grupos plutocráticos (G6 ,G7,G8,G20).

Con el Presidente Obama en la Casa Blanca fue posible alcanzar, en aquel luminoso otoño de 2015, los Acuerdos de París sobre el Cambio Climático y la Resolución de las Naciones Unidas  “para transformar el mundo”, sobre la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Pero -insisto en ello- cuando al cabo de unos meses Donald Trump impuso de nuevo la hegemonía de Estados Unidos y anunció sin ambages que no pondría en práctica los acuerdos suscritos por su antecesor, silencio. Silencio en el mundo. Silencio en la Unión Europea….porque, entre tanto, su capacidad de acción había decrecido sustancialmente, al exigirse la unanimidad en la toma de algunas decisiones muy relevantes… ¡y la unanimidad es la antítesis de la democracia!

Para procurar el apremiante cambio de gobernanza mundial y promover las Naciones Unidas que ya he comentado sucintamente, su primer acto solemne debería ser la adopción de una Declaración Universal de Democracia , puesto que  -esta es la gran convicción como premisa-  sólo la democracia genuina a todos los niveles (local, nacional, regional y global) podría resolver los actuales desaguisados hacia un porvenir a la altura de las inverosímiles facultades que distinguen a la especie humana: pensar, imaginar, anticiparse, innovar, ¡crear! Cada ser humano único capaz de crear, de inventar, nuestra esperanza.

Deber de memoria… y delito -ahora que ya podemos, y por tanto debemos, expresarnos- de silencio. Memoria de los migrantes de países con recursos naturales abundantes… pero que son explotados por oligopolios internacionales… Hace tan sólo tres días, el 28 de diciembre de 2021, la prensa comunicó que 188 emigrantes habían fallecido ahogados en la costa Libia… ¡Libia! Cuánto importan  las riquezas del suelo y subsuelo libios…y qué poco los habitantes de esta tierra… Y memoria de Yemen, con más del 70 %de su población viviendo en pobreza extrema, dejada “al cuidado” del gran poder económico saudí… Y no olvidar sobre todo a los sirios después de siete años de padecimientos sin límites por una guerra que no son capaces de detener quienes deberían haberla evitado o solucionarla en un contexto de mediación multilateral… Y memoria de Afganistán… Y de tantos países africanos -África, fuente de sabiduría y solidaridad humanas-… Y memoria de Haití, país que debería ser tenido permanentemente en cuenta porque , después de padecimientos de toda índole, ”ha agotado las lágrimas“, según publicaba “El País “del 22 de agosto… Memoria de las pretéritas consecuencias del supremacismo en Europa y Asia, para impedir que se repitan intolerables acciones como la invasión de Irak…o la “Operación Cóndor” en América Latina… que abrieron heridas de difícil sutura… Deber especial de memoria para resolver de una vez la convivencia entre palestinos e israelíes. En junio de 1995, con Yasser Arafat e Isaac Rabin se alcanzó el acuerdo… truncado acto seguido por el asesinato del Primer Ministro…   Memoria de las autocracias que en múltiples países permiten una gobernación corrupta, con narcotráfico y abusos inadmisibles de poder… Memoria del asalto al Capitolio de los Estados Unidos… Memoria constante de la naturaleza agraviada… Memoria del polo Ártico que, al fundirse, libera gas metano con un efecto ecológico muy superior al anhídrido carbónico… Y no olvidar los inmensos gastos de defensa cuando los habitantes de estos territorios tan bien protegidos pasan, con frecuencia, hambre y viven en condiciones de gran precariedad… No me canso de repetir que es intolerable que cada día se inviertan en armas y gastos militares más de 4000 millones de dólares al tiempo que mueren de inanición miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad…

Debe aplicarse sin dilación un nuevo concepto de seguridad que permita disponer a la ciudadanía de mayores medios de todo orden ante catástrofes naturales, afecciones sanitarias… teniendo siempre en cuenta las cinco prioridades de las Naciones Unidas: alimentación, agua potable, servicios de salud de calidad, cuidado del medio ambiente y educación a lo largo de toda la vida… Deber de memoria de más de 4000 feminicidios en 2020 en América Latina, según se presentó en un artículo publicado en Other News el 25 de noviembre de 2021… Deber de memoria de la reciente auténtica “estafa” de Glasgow COP 26, donde resultó que los “compromisos” alcanzados no eran ¡“vinculantes”! (y, por tanto, no eran “compromisos”).  Sin embargo, se hizo público sólo a las 48 horas que era necesaria la ampliación “por razones geoestratégicas y defensivas”, de la capacidad de acción de la OTAN… ¡Como siempre! Como siempre, el lenguaje de las armas, de la fuerza, de la cultura de guerra en lugar de la cultura del encuentro, del diálogo, la conciliación, la palabra, la paz. Frente al autoritarismo, multilateralismo democrático…

Deber de memoria de quienes, contraviniendo derechos humanos esenciales del prójimo, no han querido vacunarse, actuando en contra también de las recomendaciones científicas. Pero deber de memoria, en particular, de aquellos que no se han podido vacunar por la reprobable codicia de los más prósperos.  Ahora, sabiendo lo que pasa en la Tierra en su conjunto, debemos ir a la raíces de los problemas… y no consentir por más tiempo una brecha social en la que fermentan tantos quebrantos que no pueden solucionarse por la fuerza sino por la palabra y la justicia.

Deber de memoria para no volver a la “normalidad pre-pandémica”, con botellones inverosímiles, altamente infecciosos… No volver a la globalización de la ignorancia, con miles de personas actuando irresponsablemente en lugar de, conscientes de su esencial  papel en la reconducción de la situación ecológica y social, disponerse a participar activamente… Si “volver a la normalidad” es volver a una gobernanza plutocrática, a los designios de inmensos consorcios omnipresentes  y omnipotentes, se agudizarían todavía los desafíos actuales a escala global. Hace unos años no teníamos pautas de conducta a seguir. Ahora sí: la Agenda 2030 y los ODS… Y al Presidente demócrata Joe Biden en la Casa Blanca.

¡Si al menos los super ricos abonaran los impuestos que les corresponden! Hace poco me impactó la noticia de que en España los 2/3 de las fortunas superiores a 30 millones de euros no pagaran impuestos de patrimonio… Todos iguales  -el supremacismo y el racismo deben ser inexistentes en el futuro-, todos juntos, alcemos la voz y  participemos en la reconstrucción, en la invención del futuro que debemos a las generaciones que llegan a un paso de la nuestra… La frase de Albert Camus “les desprecio, porque pudiendo tanto se atrevieron a tan poco”, me alienta, más que nunca en el pasado, a actuar con apremio. Hoy sería imperdonable que nuestros descendientes pudieran reprobarnos no haber estado debidamente preparados ante los retos, algunos de carácter irreversible, que enfrentamos en estos tiempos.

“El deber supremo es seguir”, advirtió Pedro Salinas. Sí: sólo se fracasa cuando se deja de intentar.  Vamos a transformar el mundo, según el título de la resolución de las Naciones Unidas sobre la Agenda 2030 y los ODS. Deber de memoria. Deber de acción. Delito de silencio.


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