Es impresionante que los negros que hoy se asoman a la "puerta sin retorno" de la Casa de los Esclavos sean el Presidente y la Primera Dama de los EEUU.
Quedan para la memoria permanente las más abominables afrentas a una raza que, en estos momentos, ofrece símbolos de alcance mundial, como el que representa Nelson Mandela, encarcelado durante 27 años por el sólo delito de su piel morena, y el liderazgo del país más poderoso de la tierra.
Quedan atrás pero deben permanecer imperecederas, para orientar nuestra acción cotidiana.
En el julio de 1992 escribí en la Isla de Goré, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, el siguiente poema:
Su última
mirada
a aquella puerta
angosta,
a aquella isla,
a aquella tierra,
suya
que ahora navega
en olas de desamor
hacia ignoradas costas.
Cuánto
queremos hoy
esos sollozos,
esa última
mirada viajera
desenraizada
brutalmente
de su paisaje,
de su casa,
de sus riberas.
Fueron vendidos
al peso.
Debemos
pagar la deuda.
Debemos pagar la deuda.
Éstas sí que son deudas importantes contraídas en un pasado que debe iluminar ahora los caminos del futuro.
2 comentarios
La pagaremos y ya hemos empezado a pagarla.
2 de julio de 2013, 0:04La emigración es la primera letra del pagaré.
La gran crisis, la segunda letra.
El cambio climático la tercera.
El cambio de mentalidad hacia una aldea global más democrática, la cuarta.
La vuelta al amor y el desapego, la quinta.
Frase demoledora para mí al respecto:
3 de julio de 2013, 12:49"Si no juzgas un libro por su tapa ¿por qué si a una persona?".
Abrazos Sr. Federico. Oportunísimo siempre.
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