Hasta los medios de comunicación menos tendenciosos se inclinan, de vez en cuando, ante el inmenso poder del lobby del “gran dominio” (militar, financiero, energético, mediático). Anuncian que Obama cede ante la presión ciudadana y anuncia cambios en la reforma sanitaria, que ha conseguido después de que fracasaran en el intento todos los presidentes demócratas desde la época de Harry Truman en 1946, debido a la presión de las compañías de seguros. Es cierto que en la noticia se menciona el “asalto furibundo de la oposición republicana a la reforma”.
Además de Medicare, el Presidente Obama ha facilitado el reconocimiento y la incorporación de millones de inmigrantes; ha puesto en circulación miles de millones de dólares para incentivos de trabajo autónomo y de las pymes; ha reducido el inmenso gasto militar (más de 800.000 millones de dólares en 2007, ocho veces más que el país que le sigue, China); ha favorecido la I+D+i; ha evitado hábilmente la guerra con Irán –tan propiciada por Israel- y, sobre todo, ha tendido la mano al islam en lugar de declararlo, como hizo el Presidente Bush, el de la invasión de Irak, “eje del mal”. En educación, ha solicitado “a los gobernadores de nuestros Estados y a los responsables educativos que desarrollen estándares que no midan simplemente si los estudiantes pueden completar los requerimientos de un test en una burbuja, sino si poseen las habilidades que requiere el siglo XXI, como el pensamiento crítico, solución de problemas, iniciativa y creatividad” (citado por el Prof. Ángel I. Pérez Gómez en “Educación en la era digital”).
Ha puesto una atención especial en el Pacífico, que es, exactamente lo que debe hacer ahora un líder mundial.
Prefiero no comentar el tema del “espionaje” porque es obvio que, con las facilidades que representan las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información, los servicios de inteligencia utilizan los datos de los que pueden disponer, y lo único que cabe esperar es que exista una ética en ésta como en otras cuestiones que solamente podría ejercerse desde la autoridad de un sistema multilateral, refundado sobre el mismo diseño de las Naciones Unidas pero haciendo realidad el inicio de la Carta que se refiere a “los pueblos”, es decir, haciéndolo plenamente democrático.
Las ambiciones hegemónicas de los republicanos de los Estados Unidos están llegando a su fin. Que nadie contribuya a una prolongación innecesaria. Los jóvenes del mundo entero necesitan, sobre todo, un “nuevo comienzo”. El Presidente Obama se refirió a él en uno de sus primeros discursos. Ayudémosle a hacerlo realidad.
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