Hay propuestas que, con el tiempo, permanecen de actualidad e
incluso se hacen más urgentes.
He releído los “cuatro contratos” que propuse en el libro “Un mundo nuevo”, publicado en el año
2000 cuando terminaba mis funciones como Director General de la UNESCO. Conté
con un excelente grupo de información y prospectiva coordinado por Jêrome
Bindé. Tenía entonces, como tengo ahora, la seguridad de que se iniciaría, con
el siglo y el milenio, una nueva era en que la humanidad –todos los seres
humanos y no sólo unos cuantos privilegiados- podría vivir plenamente el
misterio de la existencia humana, capaz de crear, de pensar, de compartir, de
anticiparse.
Los cuatro contratos que proponía para un mundo nuevo eran
los siguientes:
1.
Un nuevo contrato social. Incluía las tendencias en la población, la pobreza y la
marginación; cambiar la ciudad, cambiar de forma de vivir; el porvenir de los
transportes urbanos; la lucha contra el consumo de drogas y el narcotráfico;…
Los objetivos eran la paz y la justicia, ingredientes indispensables para un
desarrollo sostenible que asegure la igual dignidad de todos los seres humanos.
2.
Nuevo contrato natural. Abordaba los temas propios de la calidad del medio
ambiente; ciencia; desarrollo sostenible; desertificación; las fuentes de
alimentación y energéticas; … de tal manera que fuera posible la sustitución de
una economía basada en la especulación, la deslocalización productiva y la
guerra por una economía basada en un desarrollo que garantizara la
habitabilidad de la Tierra a las generaciones venideras. El compromiso
intergeneracional es uno de los ejes que debe guiar nuestro comportamiento
cotidiano.
3.
Nuevo contrato cultural: de la sociedad de la información a la sociedad del
conocimiento. Abordaba la revolución de las nuevas tecnologías; el futuro
del libro y la lectura; el valor patrimonial mundial de las lenguas y la
educación en el horizonte del año 2020… Quede claro que se trata de contribuir a la
formación de ciudadanos que actúen en virtud de sus propias reflexiones, que
sean “libres y responsables”, como se refiere a las personas educadas el
artículo 1º de la Constitución de la UNESCO.
4.
Nuevo contrato ético. Dentro de este capítulo junto a los “dividendos de la paz”, la
seguridad planetaria y el Sistema de las Naciones Unidas, se trataba también de
una manera especial la deuda contraída durante siglos con la raza negra, de las
especiales necesidades de África, que siempre compensa con su sabiduría y
creatividad los intercambios que puedan efectuarse para su desarrollo
socioeconómico y plena emancipación. Este importantísimo capítulo concluye –lo
que es esencial destacar- que el por-venir está por-hacer, que se requiere con
urgencia la transición desde una cultura secular de imposición, violencia y
guerra a una cultura de diálogo, conciliación, alianza y paz.
Al final de cada capítulo se proponían soluciones concretas,
basadas en la movilización popular, en la implicación personal, en expresarse
libremente, en dejar de ser súbdito para “dirigir la propia vida”…
No cabe duda de que las expectativas no sólo no se han cumplido
sino que la consecución de algunas es incluso más difícil que entonces.
La solución, no me canso de repetirlo, está en observar los “principios
democráticos”, que con tanta precisión y lucidez establece la Constitución de
la UNESCO, a escala personal, nacional y global.
La
crisis actual demanda la urgente refundación de un Sistema de Naciones
Unidas fuerte y con la autoridad moral que sólo poseen aquellas
instituciones capaces de reunir a todos los países del mundo sin exclusión. Las
ambiciones hegemónicas que condujeron a pretender gobernar el mundo desde
agrupaciones plutocráticas de 6, 7, 8 o 20 países, deben dar ahora paso, como
respuesta al clamor mundial que sin duda se producirá en poco tiempo, a la
cooperación multilateral. Una nueva Asamblea General y unos nuevos Consejos de
Seguridad (al actual se añadirían el Consejo de Seguridad Socioeconómica y el
Consejo de Seguridad Medioambiental) que permitieran el pleno desempeño de las
funciones que, especialmente cuando la gobernanza global así lo exige,
requieren disponer de estructuras internacionales adecuadas. Como reza la Carta
de las Naciones Unidas, en el menor tiempo posible deben ser “los pueblos” — y
no sólo los Estados — los que tengan representación en la Asamblea General, de
tal modo que el progreso científico permita una vida digna para todos los
habitantes de la Tierra, a través de una economía que atienda las prioridades
bien establecidas hace ya tiempo por el Sistema de las Naciones Unidas:
alimentación (agricultura, acuicultura y biotecnología); acceso general al agua
potable (recolección, gestión, desalinización...); servicios de salud de
calidad; cuidado del medio ambiente (emisiones CO2, energías renovables, etc.);
educación y paz. Una educación que proporcione a todos conciencia global. Es un
aspecto crucial: el prójimo puede ser próximo o distante. Y el cuidado del
entorno no debe limitarse a lo más cercano sino que debe extenderse, porque el
destino es común, a todo el planeta.
Es imprescindible volver a situar los valores –¡no los
bursátiles!- en el centro de nuestra vida cotidiana, y encarar adecuadamente
los desafíos que, juntos, podemos superar. La solución está en medidas
políticas, porque los políticos, en democracias genuinas, tienen que reflejar
la voluntad del pueblo.
No es posible que, cuando se habla de seguridad, se siga pensando que la
fuerza militar es la única expresión y referencia de "seguridad". Es
un gravísimo error, costosísimo error que, por lo general, cuesta y causa mucho
dolor en pérdidas humanas y materiales. Pensar así, es tener una visión sesgada
y seguir deteniéndose exclusivamente en los aspectos bélicos y dejando
totalmente relegados otros muchos aspectos de la seguridad "humana",
que es, en cualquier caso, lo que realmente debe importar.
La diferencia entre los medios dedicados a potenciales enfrentamientos y
los disponibles para hacer frente a recurrentes catástrofes naturales
(incendios, inundaciones, terremotos, tsunamis,...) evidencia que el concepto
de "seguridad" (http://federicomayor.blogspot.com/2016/08/urgente-un-nuevo-concepto-de-seguridad_29.html
) que siguen promoviendo los grandes productores de
armamento es anacrónico pero, sobre todo, está poniendo en grave riesgo a la
humanidad en su conjunto y demanda un “contrato de seguridad”.
No me canso de recordar que no es posible que continuemos observando los arsenales
colmados de cohetes, bombas, aviones y barcos de guerra, submarinos... sin
levantar la voz y decir hay miles de seres humanos que mueren de hambre cada
día, que viven en condiciones de extrema pobreza sin acceso a los servicios de
salud adecuados... sin reaccionar ante esa cruda realidad y el deterioro
progresivo de las condiciones de habitabilidad de la Tierra. Debemos actuar sin
dilación porque se está llegando a puntos de no retorno en
cuestiones esenciales del legado intergeneracional.
Alcemos la
voz… Ahora, por primera vez en la
historia, “Nosotros, los pueblos”, ya hombre y mujer, podemos expresarnos
libremente. Ahora ya podemos concertar hora y día para que desde millones de móviles rechacemos
las decisiones intolerables de líderes que anuncian que no van a seguir los
Acuerdos sobre Cambio Climático y sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible,
poniendo en riesgo la calidad de vida de los habitantes de la Tierra.
Ha llegado el momento de la ciudadanía mundial,
de la convivencia sin fronteras, de compartir bienes, conocimientos, experiencia
e intrepidez… para hacer frente a los anclados en la inercia, en insistir en
aplicar viejos remedios para nuevas patologías. Los líderes actuales dan
muestra de un cortoplacismo irresponsable. Todo buen gobernante debe tener en
cuenta, en primer lugar, los procesos que pueden conducir a daños irreparables.
Millones de mujeres y hombres de toda la Tierra deben gritar que no van a
consentir que se lesione de manera irreversible el entorno ecológico.
La
palabra com-partir — que era clave del Sistema de las Naciones Unidas en los
años 50 y 60 — se ha ido acallando progresivamente y, en lugar de fortalecer a
los países más necesitados con un desarrollo integral, endógeno, sostenible y
humano, las ayudas al desarrollo se han reducido hasta límites insolentes y el
Banco Mundial para la Reconstrucción y el Desarrollo “perdió” su apellido y se
ha convertido en una herramienta al servicio de las grandes entidades
financieras; y se ha debilitado al Estado-nación, transfiriendo progresivamente
recursos y poder a gigantescas estructuras multinacionales.
No
podemos seguir callados. No podemos seguir siendo impasibles espectadores de lo
que acontece, porque nos convertiríamos en cómplices. Las comunidades
científica, académica, docente, artística, intelectual y creativa, en suma,
debe situarse en la vanguardia de la movilización popular (https://aeac.science/pacto2019/ ). Es preciso que actúe ahora, con gran
apremio, para asegurar las condiciones de vida de los ciudadanos, que dejen de
hallarse manipulados por la omnipotente
y omnipresente influencia del “gran dominio” (militar, financiero, energético y
mediático).
Debemos
apercibirnos de que hemos entrado en una nueva era en la que los seres humanos
ya no vivirán confinados territorial e intelectualmente; en que la longevidad
procurará una formidable experiencia que debe ser plenamente utilizada, pero
depositando en personas menos añosas las funciones ejecutivas; en que los
jóvenes, conocedores de la Tierra, con conciencia y ciudadanía global,
contribuirán con su imaginación y su impulso a hacer realidad, por fin, el otro
mundo posible que anhelamos. La inercia es el gran enemigo. Es tiempo de
acción. Ya no se requieren más diagnósticos: es la hora de poner en práctica
los tratamientos…
La
actual situación hace más necesaria que nunca la adopción de una Declaración
Universal de la Democracia (ética, social, política, económica, cultural e
internacional - https://declaraciondemocracia.wordpress.com/
), único marco en el que podrían ejercerse
plenamente los derechos y deberes humanos. Democracia a escala personal, local,
nacional, regional y planetaria: esta es la solución para todos y para todo. La
fuerza de la razón en lugar de la razón de la fuerza, y comprobar la inmensa y
distintiva capacidad creadora de la especie humana, que no puede reducirse a
pequeños espacios y miopes objetivos.
Es
necesario inventar el futuro.
“Ingeniar” el futuro con la creciente participación de ciudadanos de todo el
mundo, capaces de conocerse y concertarse a través de las redes sociales
virtuales de creciente importancia y capacidad de movilización, que propondrán
soluciones a los distintos problemas planteados, pasando a ser una parte
relevante del funcionamiento democrático a escala local y planetaria.
Innovación política, económica y social. Eliminación sin contemplaciones de la
evasión tributaria, de los paraísos fiscales y de la corrupción, utilizando así
mismo fuentes alternativas de financiación, como el impuesto sobre
transacciones financieras electrónicas; contribuciones estrictamente
proporcionales a los ingresos; revisión conceptual y práctica del trabajo y del
empleo, propia de la era digital…
En
este “nuevo comienzo” será necesario, con rapidez y buen tino, compartir
adecuadamente los beneficios que se obtienen de la explotación de los recursos
naturales entre aquellos que poseen la tecnología y los habitantes de los
espacios donde dichos recursos se hallen.
Otro reto no menos importante que requiere un “contrato” es el que tiene que ver con el
narcotráfico, que constituye una auténtica y gravísima amenaza a la estabilidad
mundial y, después de muchos años, está sucediendo lo peor: se acepta como un
"efecto colateral" del sistema económico, de la desequilibrada y
confusa gobernación global que ha situado al mercado como protagonista de la
política planetaria, en lugar de los principios democráticos.
El precio de las drogas no
tiene el menor efecto disuasorio. El que cae en la trampa inmensa de la
adicción, consigue los fondos que necesita como sea: desgarros familiares,
amistades, robos… Su apremiante deseo no se soluciona con las armas sino con un
adecuado enfoque sanitario. Es un problema de salud pública, no de seguridad.
Debería hacerse una gran campaña, en la que colaboraran todos los medios de
comunicación, toda la sociedad implicada, para la mentalización contra la
droga.
En último término, por las dimensiones del tráfico y su impacto económico y
delictivo, el consumo de drogas afecta a la sociedad en su conjunto. A los
adictos hay que ayudarles a que logren re-hacerse, a recuperar el dominio de sí
mismos, para que vuelvan a "ser", para que vuelvan a vivir plenamente
el misterio de su existencia. Y a los narcotraficantes hay que llevarles ante
los tribunales y, todavía mejor, conseguir que desaparezcan haciendo que no
valga nada su "mercancía".
Como en el caso del alcohol y del tabaco, es un tema de honda
repercusión patológica, y deben realizarse amplias campañas para educar a los
potenciales consumidores y alertar debidamente a la sociedad, para que sepan
antes de iniciarse a lo que se exponen, y tratarlos luego –al igual que se hace
con los afectados por el tabaco o el licor- en las instalaciones hospitalarias
correspondientes. Hay que apelar a la responsabilidad de toda la sociedad
porque es un drama que, progresivamente, afecta a todos…
En resumen, 20 años después, con la experiencia y conciencias
adquiridas, en las reflexiones durante el confinamiento por el coronavirus, está
claro que la gobernanza debe ser multilateral y que corresponde a
“Nosotros, los pueblos” participar activamente en el “nuevo comienzo”
como proclama “La Carta de la Tierra”, excelente hoja de ruta para los
tiempos que se avecinan… Hay motivos de esperanza: las voces de la mujer y de
la juventud, presenciales y en el ciberespacio, propiciarán los cambios
esenciales y apremiantes que son exigibles.
En el otoño de 2015, después de unos años de lúcidos cambios
y el adecuado enfoque de muchos temas internacionales (islam, ecología,
mediación…), el Presidente Obama, un afrodescendiente, logró una gran pausa de
esperanza al suscribir los Acuerdos de París sobre Cambio Climático
y la Resolución adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre
la Agenda 2030 con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que se
titula “Para transformar el mundo”, pensando en nuestros descendientes…
Después de 4 años y medio de inacción por la irresponsable actuación de su
sucesor, el Presidente Donald Trump, los horizontes actualmente ensombrecidos
todavía más por el COVId-19, requieren un apremiante esclarecimiento. Las
palabras iniciales de “La Carta de la Tierra” cobran todo su sentido: “Estamos en un momento crítico de la historia
de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro…”.
Digamos
alto y fuerte a todos los que ahora son responsables de la puesta en práctica
de las decisiones que trascienden las fronteras: es inaplazable una nueva
cosmovisión con nuevos estilos de vida. El gran desafío a la vez personal y
colectivo es cambiar de modelo de vida. El mundo entra en una nueva era. Tenemos
muchas cosas que conservar para el futuro y muchas otras cosas que cambiar
decididamente. Por fin, los pueblos. Por fin, la voz de la gente. Por fin, el
poder ciudadano. Por fin, la palabra y no la fuerza. Una cultura de paz y
no violencia y nunca más una cultura de guerra.
La gran transición de la fuerza a la palabra. De la mano
armada a la mano tendida. Ha llegado el momento de la ciudadanía mundial, de la
convivencia sin fronteras, de compartir bienes, conocimientos y experiencia…
4 comentarios
Maravillosas propuestas que transmiten una gran energía positiva estableciendo la cultura de paz cómo faro en todas nuestras decisiones.
29 de julio de 2020, 1:36GRANDE, MayorZaragoza,y certero en su análisis y sus propuestas!! Por fin, la palabra y no la fuerza. Gracias, Maestro
1 de agosto de 2020, 20:49Hola, soy Theresa Williams Después de estar en relación con Anderson durante años, él rompió conmigo, hice todo lo posible para traerlo de vuelta pero todo fue en vano, lo quería tanto por el amor que le tengo, Le supliqué con todo, le hice promesas pero él se negó. Le expliqué mi problema a mi amiga y ella sugirió que debería contactar a un lanzador de hechizos que pudiera ayudarme a lanzar un hechizo para traerlo de vuelta, pero yo soy del tipo que nunca creyó en los hechizos, no tuve más remedio que intentarlo. le envió un correo al lanzador de hechizos, y me dijo que no había problema de que todo estaría bien antes de tres días, que mi ex volvería a verme antes de tres días, lanzó el hechizo y, sorprendentemente, en el segundo día, eran alrededor de las 4 p.m. Mi ex me llamó, estaba tan sorprendida, respondí la llamada y todo lo que dijo fue que estaba tan arrepentido por todo lo que pasó que quería que volviera con él, que me ama tanto. Estaba tan feliz y fui hacia él. Así fue como volvimos a vivir felices juntos. Desde entonces, hice la promesa de que cualquier persona que conozca que tenga un problema de relación, le ayudaría a esa persona al remitirla al único hechicero real y poderoso que me ayudó con mi propio problema. Su correo electrónico: {drogunduspellcaster@gmail.com} puede enviarle un correo electrónico si necesita su ayuda en su relación o en cualquier otro caso.
10 de septiembre de 2020, 17:021) Hechizos de amor
2) Hechizos de amor perdido
3) Detener los hechizos de divorcio
4) Hechizos matrimoniales
5) Hechizo de embarazo
6) Hechizos de ruptura
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10) Lotería
Póngase en contacto con este gran hombre si tiene algún problema para una solución duradera.
a través de {drogunduspellcaster@gmail.com}
Don Federico, me han gustado la mayoría de sus ideas. Le invito a complementarlas con las ideas que aporto en mi libro "350 PODEMOS LOGRARLO", el primer libro que incluye una proposición de ley para implantar la Renta Básica Ciudadana Incondicional en España. El libro ha sido entregado a los 350 diputados del congreso de España a finales de agosto 2020. (El libro lo puede localizar fácilmente con un buscador de internet).
5 de octubre de 2020, 20:26Un saludo,
Ramon
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