Medioambiente y mínimos sociales:
movilización popular antes de que sea demasiado tarde.
“Más que la
injusticia de los malvados temo el silencio de los justos”
Mahatma
Ghandi
No podemos seguir guardando silencio, adaptados disciplinadamente
a la rutina cotidiana, ocupados en nuestros problemas diarios, en las aficiones
que nos abstraen… Ahora ya tenemos voz. Ya no hay disculpa para no opinar, para
no proponer con denuedo aquellas iniciativas que pueden favorecer los cambios
radicales que son exigibles en este momento.
Especialmente cuando se trata de procesos potencialmente
irreversibles y en los que pueden alcanzarse puntos de no retorno, el silencio
popular puede convertirse en complicidad con quienes siguen impulsando sistemas
sociales y económicos que incrementan las asimetrías y las situaciones
extremas.
Ejemplos de propuestas que deberían recibir múltiples e inmediatas
adhesiones:
1)
Incrementar
inmediatamente los fondos para un desarrollo integral, endógeno, sostenible y
humano de tal modo que la emigración forzada por el hambre y la pobreza extrema
pueda reducirse a corto y largo plazo. Las Naciones Unidas, a través de su
Programa para el Desarrollo (PNUD), llevaron a la práctica proyectos que
permitieran una vida digna a las personas en sus países de origen. Con la
economía neoliberal las aportaciones prácticamente han desaparecido. En lugar
de aumentarlas, los países más prósperos –empezando por Europa- adoptaron
medidas de drástica reducción de estas ayudas (en España, casi se alcanzó el
0.6 % del PIB en 2008, cayendo después vertiginosamente).
Los
ocho Objetivos del Milenio –incumplidos en su mayoría- se pasaron a
diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible en el año 2015… ¡sin compromisos
económicos ni institucionales! Las aguas del Mediterráneo sólo volverán a ser transparentes por la solidaridad. ¿Qué fuentes
de recursos existen? Creo que el Llamamiento del International Peace Bureau,
Premio Nobel de la Paz de 1910, sobre “desarme para el desarrollo” es la única
solución que podría rápidamente reconducir las presentes tendencias. No me canso
de repetir que cada día se invierten más de 4000 millones de dólares en armas y
gastos militares al tiempo que mueren de hambre miles de personas, la mayoría niñas
y niños de uno a cinco años de edad. Bastaría con reducir en un 20% estas
descomunales cifras para seguir garantizando la seguridad territorial pero
extendiéndola a otras áreas
(alimentaria, sanitaria, reacción ante catástrofes naturales) que producen
diariamente un número estremecedor de víctimas. Estas “otras guerras”
–¡tengamos en cuenta las larguísimas colas de personas que en países
“prósperos” se forman ante los centros de distribución gratuita de alimentos!-
ensombrecen los horizontes de una ciudadanía que hoy es consciente de la
imperiosa necesidad de cambiar las manos armadas y alzadas por las manos
abiertas y tendidas.
En consecuencia, es preciso –segundo párrafo del preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos indica que si no logran ejercer plenamente estos derechos, los seres
humanos pueden “verse compelidos a la rebelión”- reivindicar con grandes
clamores populares, ante la amenaza de procesos irreversibles, un nuevo sistema
económico, que disminuya la actual brecha social y permita poner realmente en
práctica la igual dignidad, fundamento de todos los valores y derechos.
Hoy tenemos ya las pautas para una convivencia
armónica en la nueva era: la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo
Sostenible adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el otoño
de 2015 “para transformar el mundo”.
Si seguimos viendo sin inmutarnos las
terribles imágenes de Honduras después del paso de los huracanes… o de los
inmigrantes hacinados en Canarias… al tiempo que se incrementan las inversiones
en armas y enviajes espaciales… delito de silencio.
2)
Quieran o no quieran reconocerlo los más encumbrados
mandatarios y mercaderes, la humanidad
ha entrado en la nueva era del “antropoceno”, que se caracteriza por las
actividades de los seres humanos que afectan directamente las condiciones de
habitabilidad terrestre. En pocas décadas, el incremento demográfico unido a la
mayor longevidad y al consumo irresponsable de carburantes que producen “gases
con efecto invernadero” en cantidades progresivamente superiores a la capacidad
de recaptura por la clorofila de los bosques y del plancton marino, el
deterioro ecológico se ha incrementado. A pesar de las advertencias que desde
hace muchos años han emitido, con incesante
apremio, instituciones como la UNESCO, el Club de Roma, la Academia de Ciencias
de los Estados Unidos, las Cumbres de la Tierra, en especial la de Río de
Janeiro en 1992… ha prevalecido la ley de los mercados y la gobernanza
neoliberal, encomendada a grupos plutocráticos, ha sido incapaz de favorecer
otros estilos de vida y de consumo que hubieran podido, en los albores de siglo
y de milenio, esclarecer tan sombríos horizontes.
Nadie puede
argumentar que no se han dado cuenta de lo que acontecía, de que no eran
conscientes del riesgo que se estaba corriendo, a pesar de las alertas y
alarmas sucesivas… porque el Ártico se ha fundido en buena medida, la Antártida
empieza a agrietarse… ¿Quieren algo más patente para convencerse de una vez que
ahora es la voz del pueblo la que debe ser escuchada y no la de los gigantescos
consorcios que depositan fondos inmensos en paraísos fiscales?
Se trata de una
inaplazable responsabilidad intergeneracional. No pueden mirar a los ojos de la
juventud y de la infancia sin poner remedio, inmediatamente, a la actual deriva
de la calidad de vida en el planeta. Sería una abominable vejación histórica.
Si no reaccionamos cuando el mundo está cerca de alcanzar puntos de no retorno,
nuestros descendientes podrían volver la vista atrás y exclamar, como Albert
Camus, que “les despreciamos porque pudiendo tanto se atrevieron a tan poco”.
3)
La solución está en la educación “para ser libres y
responsables”, como establece el artículo 1º de la Constitución de la UNESCO.
Educación para ser capaces de reflexionar y actuar en virtud de nuestras
propias meditaciones, no aceptando hacerlo al dictado de nadie ni intimidados
por poder alguno. Es ineludible e impostergable un compromiso social y
educativo que conduzca a la “autonomía personal”, a “dirigir con sentido la
propia vida”, en lúcida expresión de D. Francisco Giner de los Ríos.
Ha llegado
el momento de la reacción ponderada y firme, de la insumisión, de iniciar el
gran cambio hacia la transparencia y el profundo conocimiento de la realidad,
premisa para poder transformarla adecuadamente.
Educación para
decidir el comportamiento cotidiano adecuado en escenarios de grandes
incertidumbres y complejidad, con notorias lagunas de ignorancia e
insolidaridad. ¿A qué espera la comunidad intelectual para manifestarse en
contra de la gobernanza plutocrática? Da la impresión de que está distraída,
esperando a Godot. Pero, ya lo advirtió Samuel Beckett, Godot no llegará,
porque Godot no existe.
4)
Otro motivo de gran clamor en el ciberespacio es la
interpretación nociva de la “inteligencia artificial”. Es la inteligencia
humana, que ha permitido el desarrollo de la informática y todas sus
extraordinarias y útiles aplicaciones la que debe siempre prevalecer. La
máquina al servicio de los seres humanos, pero nunca al contrario. “Además de”,
sí. “En lugar de”, no.
Hasta hace
poco –es algo que debe repetirse para que no se realicen equívocas
retrospectivas- la gran mayoría de la gente nacía, vivía y moría en unos
cuantos kilómetros cuadrados, sin conocer lo que sucedía más allá de su entorno
inmediato. Eran personas temerosas, obedientes, sumisas, silenciosas. El poder
absoluto se ejercía por un grupo limitado de varones y la mujer se hallaba
totalmente marginada.
En las
últimas tres décadas, esta situación se ha modificado radicalmente y nos llena
de esperanza: en buena medida gracias a la tecnología digital, ya sabemos lo
que acontece, podemos expresarnos libremente y la mujer está alcanzando, como
era fundamental que sucediera, la igualdad total que le corresponde. Sus
características propias y sus valores inherentes son fundamentales para la
nueva era que se avecina.
Ahora, “Nosotros,
los pueblos” ya tenemos voz. Ya podemos
manifestar cuáles son las pautas, las formas de vivir y los referentes
para una acción correctora de los erráticos rumbos actuales. En 1945,
encomendar estas funciones a “los pueblos” era prematuro. Hoy, es ya posible
porque los seres humanos pueden pronunciarse y manifestarse.
Delito de silencio, de complicidad, si en lugar de
ser actores de nuestra vida nos limitamos a ser espectadores impasibles,
abducidos por el inmenso poder mediático.
Delito de silencio si dejamos que sean unos cuantos los
que ejerzan el poder de forma autoritaria en lugar de, con la participación de
todos, disfrutar de una gobernanza democrática. Democracia a escala personal,
local, nacional e internacional. No se debe tolerar ni un día más el
protagonismo de los grupos oligárquicos. “Nosotros, los pueblos” debemos
fortalecer con apremio el multilateralismo democrático, con unas Naciones
Unidas que puedan llevar a efecto, sin fisuras ni aplazamientos, la Agenda
2030.
En otro caso, delito de silencio.
La democracia no se otorga, se construye con el
quehacer cotidiano, cuando los pueblos se ponen de pie y son protagonistas de
su destino. No callar, denunciar, protestar y, sobre todo, proponer.
En otro caso, delito de silencio.
El por-venir está por-hacer. Nuestra mayor
responsabilidad es alentar estos convencimientos para que nadie desmaye. Para
que nadie se rinda. Debemos ir, como en los versos de Otto René Castillo…
“cargados de esperanza / por los caminos
del alba”.
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