¡Lo he
recordado tantas veces! ¡Qué razón tenía Olegario, el buen portero de la casa
donde vivía en Granada cuando me nombraron Rector de la Universidad en 1968!
Todos me felicitaban… menos Olegario, que me miraba y me decía desconsolado:
“Ay, D. Federico, ¡qué penita me da!”. Y cuando le pregunté “¿Por qué, por qué,
Olegario?”, me contestó: “¡Quite, tener que luchar con tanto enterao!”.
Sí, en
educación, todos opinan y difícilmente escuchan la opinión de los demás. En los
debates, en los Parlamentos, en los propios Consejos de Ministros… todos
intervienen cuando se habla de cualquier aspecto del proceso educativo. Todos
están “enteraos”, todos mantienen su parecer. Cuando se abordan temas relativos
a la política exterior e interior, la
economía, la defensa… guardan silencio. Cuando se abre la compuerta de la
educación, torrentes de intervenciones…
He contado
muchas veces la anécdota de la Directora de un centro escolar próximo a Ouagadogou,
la capital de Burkina Fasso, que acaeció en 1989 cuando visité este bellísimo
país centroafricano como Director General de la UNESCO, con el Presidente,
Ministros, … Hablamos en el centro aludido el Presidente y yo sobre “la
educación en África”. La Directora seguía con atención nuestras palabras con
una sonrisa en los labios… que resultó no ser de satisfacción sino de ironía:
“Señor Director General: me ha gustado lo que ha dicho, pero ¿por qué la
UNESCO, UNICEF, las ONG… todos vienen a darnos consejos en lugar de escuchar
los nuestros? Llevo 26 años dedicada a la enseñanza… y no me cabe duda de que
somos los maestros africanos los que debemos, en primer lugar, diseñar nuestro
sistema educativo”.
Me
impresionó tanto que, al llegar a la sede de la UNESCO, decidí que a partir de
entonces todos los programas educativos se llevarían a cabo con los docentes, después de saber en qué y cómo debíamos cooperar. “A la escucha de África” o de Asia… se
denominaron en lo sucesivo los programas de la UNESCO.
A la
escucha. Estemos a la escucha de los profesores, de quienes normalmente de
forma ejemplar están dedicados a la docencia, transmitiendo conocimientos pero,
sobre todo, educando, es decir, contribuyendo a formar seres humanos “libres y
responsables”, según la inmejorable definición de la UNESCO.
Los
“enteraos” –sí, Olegario- son muy peligrosos. Especialmente cuando ocupan altos
cargos y no consultan.