Presidente Trump: Misión “La Luna”, ¡no! Misión: “ ¡la Tierra!”

miércoles, 20 de diciembre de 2017

“El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado que volverá a enviar astronautas a la Luna 45 años después. El objetivo de regresar a la Luna supone un giro en la política espacial estadounidense… Esta decisión de Trump, una vez más, es reprobada internacionalmente y goza de una baja popularidad en Estados Unidos (Diario Público)”… 

Detrás de esta nueva “ocurrencia” del Presidente Trump están inmensas cantidades de dinero que se invertirán en hacer posible este ambicioso proyecto… ¡Si en lugar de llegar a la Luna llegásemos a los que padecen sida, malaria, lepra, Alzheimer, cáncer, hambre, frío...; a los que sufren las consecuencias de catástrofes naturales o provocadas…! Las urgentes necesidades en materia de salud, nutrición, justicia, educación... de la mayor parte de las personas se postergarán una vez más y quedarán supeditadas al brillo de un gobierno y de quienes, en su propio país o fuera de él, no alcanzan a ver, deslumbrados por luminarias fugaces, las consecuencias de no mirar alrededor y hacia delante. Y de no mirar atrás y aprender las lecciones del pasado. 

Si Estados Unidos en lugar de conocer mejor la Luna conociera mejor las Naciones Unidas, que están en la misma isla de Manhattan, y lideraran – como hicieron en 1945 – el establecimiento de este marco ético -jurídico que con tanto apremio necesita hoy la humanidad, integrando en el Sistema de las Naciones Unidas el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial (“de la reconstrucción y el desarrollo”, por cierto), la Organización Mundial del Comercio... Si decidieran adherirse sin más demora al Tribunal Penal Internacional; y de esta forma, se dieran cuenta de inmediato que la justicia a escala mundial requiere una particularísima atención: tráficos de toda índole, transgresores en la mayor impunidad, para los que causan un deterioro a veces irreversible del medio ambiente, para los que practican la “contabilidad creativa”... Si decidieran continuar en la UNESCO… 

La mayoría de los habitantes de la Tierra aguardan aún que desde el barrio de la abundancia de la aldea global se de la ansiada orden de “Misión, la Tierra”. Pero, desgraciadamente, una vez más, no será así. Como ciudadano del mundo conozco los desafíos mucho más perentorios para las condiciones de vida de la especie humana que quedarán desatendidos. He tenido ocasión de conocer de cerca muchos de los rincones del planeta y admirar la grandeza creadora que anida en la infinita diversidad de sus habitantes, y he procurado contribuir a aliviar la situación en que viven (y mueren) tantos habitantes de la Tierra, que esperaban todavía que los pueblos más prósperos volvieran, por fin, los ojos hacia ellos. 

Mirar hacia arriba no es lo difícil. Lo difícil es contemplar los grandes problemas de la Tierra en estos principios de siglo y de milenio y reconocer el fracaso de las fórmulas aplicadas hasta ahora para hacer frente a un buen número de ellos. En lugar de mirar hacia la Luna habría que volver la vista hacia los países explotados y recelosos por tantas promesas incumplidas. Enviar expediciones a países donde viven – sobreviven – miles de millones de personas. Sólo de esta manera los Estados Unidos figurarían en la historia como el imperio que supo protagonizar la inflexión desde una cultura de fuerza a una cultura de conciliación, de convivencia, de paz. Esta sería la mejor “misión” que pueden realizar, la que el pueblo americano se merece. Todos al lado de la vida... en la Tierra. Este sería el liderazgo. 

Es urgente reducir, hasta eliminarlos, los caldos de cultivo de miseria, de exclusión, de explotación, de dependencia, donde se genera la frustración, la radicalización, la desesperanza, la violencia. Remediar los desgarros, prevenirlos. Es urgente modificar unas pautas económicas que han ampliado, en lugar de estrechar, la brecha que separa a los ricos de los pobres. Y aprender a dar idéntico valor a las vidas – y a las muertes – de todos los seres humanos, “iguales en dignidad”. 

Todos aplaudiríamos una “Misión, la Tierra” que descubriera y eliminara las redes de narcotraficantes (¡empezando por los de arriba!), la compra–venta ilegal de armas, los paraísos fiscales (que son una vergüenza consentida, una realidad sobre la que se hace la “vista gorda”), las mafias y el extremismo.  Millones de personas reconocerían la actuación de quienes de esta forma mejoraran su bienestar.

Ahora, al contemplar la Tierra en su conjunto, nos damos cuenta de la grave irresponsabilidad que supuso transferir al mercado los deberes políticos que, guiados por ideales y principios éticos, podrían conducir a la gobernanza democrática. Al observar la degradación del medio ambiente - del aire, del mar, del suelo -; la uniformización progresiva de las culturas, cuya diversidad es nuestra riqueza (estar unidos por unos valores universales es nuestra fuerza); la erosión de muchos aspectos relevantes del escenario democrático que con denodados esfuerzos construimos... nos parece más inesperada e inadmisible la ausencia de reacción de instituciones y personas, la resignación, la sumisión, el distraimiento de tantos. ¿Cómo es posible? En muchos de estos países, empezando por los propios Estados Unidos, es innegable la irrestricta libertad de expresión. Todos pueden decir lo que quieran... pero con frecuencia los medios de comunicación de mayor difusión seleccionan las noticias y las presentan de tal modo que se favorece el pensamiento único, la aceptación de lo que sucede (de lo que dicen que sucede) y de la forma en que los gobiernos así auto-halagados abordan los problemas. 

Debemos apostar por un “Proyecto Tierra” y así, si en lugar de invertir en prestigio hoy hacerlo en el porvenir de los habitantes del planeta. 

Los Estados Unidos son un crisol de culturas. Ha sido tierra de acogida y ha sabido – y sabe todavía – atraer a talentos de todo el mundo, lo que le confiere una extraordinaria fuerza creadora. Todos los países deberían unirse para llevar a cabo unos programas espaciales siempre y cuando ello no impidiera ni menoscabara la gran prioridad que representan los seres vivos y, en primer lugar, los seres humanos que ya existen sobre la Tierra. 

Estamos ante gravísimas amenazas a la habitabilidad de la Tierra y son precisas acciones decididas con firmeza y a tiempo. Mirar en estos momentos tan sombríos hacia la Luna puede situar a Estados Unidos, indebidamente, muy lejos del corazón de la mayoría de los ciudadanos del mundo. Que no se aleje más. Para ello bastaría con que se tuviera la visión y el coraje de proclamar: “¡Misión: la Tierra!”.

Jóvenes, ciudadanos del mundo, es tiempo de acción

jueves, 16 de noviembre de 2017

“Habrá palabras nuevas para la nueva historia”
Ángel González

“¡Implicaos!” fue el grito – mensaje final de Stephan Hessel. “Tendréis que cambiar de rumbo y nave”, apostilló José Luis Sampedro. Pues bien, ha llegado el momento de implicarse, de cambiar de rumbo y nave, para el “nuevo comienzo” que preconiza la Carta de la Tierra, documento que deberíamos tener como referente esencial para los cambios radicales que debemos acometer. 

La propia Declaración Universal de los Derechos Humanos establece claramente en el segundo párrafo de su preámbulo que, si no fuera posible el pleno ejercicio de los derechos humanos, estos podrían verse “compelidos a la rebelión”. Pues bien, ha llegado el momento, de manera pacífica pero firme de la rebelión, de expresaros, de haceros oír, de inundar el ciberespacio y las calles de vuestra presencia, de vuestra voz, de vuestros puntos de vista, conscientes de que la reacción frente a los desafíos globales es inaplazable. 

Ciudadanos del mundo: no os dejéis embaucar por ideólogos que han perdido hace tiempo la brújula y no se aperciben –o no quieren hacerlo- de que es toda la especie humana –este prodigio formidable y esperanzador- la que se halla en riesgo, y no debe someterse a reducción alguna, a “localizarse”, sino que debe saber reaccionar junta ante unos poderes de toda índole, incluido el mediático, que pretenden reducir las voces de “Nosotros, los pueblos…” a simples espectadores, enfrascados y ofuscados en dilucidar pertenencias a pequeñas “parcelas”, cuando, como advertía hace poco, los desafíos son sin precedentes y las soluciones, de acuerdo con Amin Maalouf, deben ser así mismo sin precedentes. En lugar de concentrarnos en cuestiones relativas a lo más cercano y circundante, debemos abordar conjuntamente, manos y voces unidas, los peligros que nos amenazan y reaccionar antes de que sea demasiado tarde. 

Debemos ser todos plenamente conscientes de que nos hallamos, por primera vez en la historia de la humanidad, en una situación de extrema gravedad y complejidad, enfrentados a problemas potencialmente irreversibles, de tal modo que, si no actuamos a tiempo y con firmeza, podrían alcanzarse puntos de no retorno en la habitabilidad de la Tierra. 

Siempre recuerdo aquella frase terrible de Albert Camus: “Les desprecio porque pudiendo tanto se atrevieron a tan poco”. Actuemos conjuntamente de tal modo, que las generaciones venideras no pronuncien nunca o no tengan motivos para pronunciar estas palabras. El gran desafío y el deber supremo de cada generación es asegurar a las venideras una vida digna y el pleno ejercicio de las facultades distintivas de la especie humana: pensar, imaginar, anticiparse, ¡crear! Cada ser humano único capaz de crear, nuestra esperanza. 

Está llegando el tiempo de la amistad, del desprendimiento, de la escucha, de la afirmación, de la rectificación, de caminar a contraviento. La alternativa a la involución es la evolución. La alternativa a la revolución también. Sólo una “r” de responsabilidad, separa la evolución de la revolución. Si somos responsables, unos y otros, elegiremos, como la naturaleza nos muestra con gran esplendor, la evolución. Es preciso inventar el mañana. Es acuciante atreverse a saber y saber atreverse. Jóvenes: es preciso sobreponerse al acoso mediático que quiere convertiros en espectadores en lugar de actores, dando alas al escepticismo en lugar de a la esperanza. Recuerdo aquella frase del 15-M que tanto me ilusionó: “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”. No os distraigáis en cuestiones locales, en obcecadas pertenencias, en favor de cuestiones irrelevantes cuando tenemos, entre todos, que hacer frente a problemas que nos incumben a todos, de una parte de mundo u otra, de un estatus social u otro, de un color de piel u otra, de una ideología u otra… Recordadnos permanentemente nuestras obligaciones intergeneracionales y aprended a com-partir, a con-vivir, a des-viviros por los demás, porque la solidaridad y el desprendimiento son, precisamente, los ignorados caminos del mañana que vosotros debéis señalarnos permanentemente. 

Disponemos de muchas hojas de ruta dejadas al lado, marginadas, menospreciadas, que hoy son más importantes que nunca en el pasado: la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Carta de la Tierra, la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, la Declaración de las Naciones Unidas sobre el Milenio, la Declaración y Plan de Acción sobre una Cultura de Paz… Todas ellas deben servirnos en estos momentos para orientar nuestro comportamiento cotidiano. También actualmente gracias a la longevidad, disponemos de un tesoro normalmente infrautilizado: la experiencia de los que viven los últimos trechos de su recorrido humano. La experiencia es el balance de los aciertos y los errores de cada uno, acumulando un valor tan extraordinario como precariamente utilizado. Por esto animo a los jóvenes a compartir experiencias y vivencias para que les ayuden a no desfallecer, a decidir actuar con denuedo cuando todavía sus alas son fuertes para volar alto y sin decaimientos. 

No toleréis ningún brote de supremacismo. Esta es la mayor fuente de enfrentamientos, la mayor responsable de víctimas a lo largo de la historia, de una historia que no puede repetirse. Todos los seres humanos iguales en dignidad, es el principio de la justicia y de la paz. Como escribía recientemente, “Quiéranlo o no reconocer interesados y cortoplacistas líderes actuales, nos hallamos en el antropoceno –influencia humana sobre las condiciones ecológicas- y debemos cumplir nuestros deberes oportunamente se convierte en una exigencia ética irrenunciable. Ahora ya no tenemos excusas: ya sabemos lo que acontece y podemos expresarnos libremente gracias a la tecnología digital. Y, sobre todo, la mujer, marginada totalmente hasta hace poco ocupa progresivamente un importantísimo lugar -“piedra angular”- que le corresponde en la toma de decisiones a todos los niveles. 

Es preciso, en primer lugar, promover la refundación de un sistema multilateral democrático a escala mundial, con unas Naciones Unidas fuertes y capaces de acción rápida y eficiente, de tal modo que se prescinda inmediatamente de los grupos plutocráticos (G7, G8, G20) que establecía el neoliberalismo globalizador y que ha conducido a la actual situación de desconcierto conceptual, social y económico en que se halla el mundo. 

La eliminación de la amenaza nuclear, asegurando una vida digna, a través de una puesta en práctica inmediata de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de los Acuerdos de París sobre Cambio Climático, de tal modo que se pueda vivir dignamente en todos los lugares del mundo. Dos transiciones son imprescindibles: de una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra –insisto en que es intolerable que cada día se inviertan 4000 millones de dólares en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre y desamparo miles de personas como la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad- a una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global sostenible y humano. 

La segunda transición, que debe acompañar ineludiblemente a la primera, es desde una cultura de imposición, dominio y guerra a una cultura de encuentro, conversación, conciliación, alianza y paz. La gran inflexión histórica, de la fuerza a la palabra, que permitiría este nuevo concepto de seguridad, que no sólo tuviera en cuenta la de los territorios sino, sobre todo, la de aquellos que nacen, viven y mueren en estos territorios. 

Por cuanto antecede, es absolutamente intolerable que el Presidente Trump haya anunciado que no pondrá en práctica las medidas apremiantes sobre regulación del cambio climático que se acordaron en París en noviembre de 2015. Aquellos acuerdos fueron fruto de un intensísimo trabajo realizado, con todo rigor científico, desde hace muchos años. Ya en 1947, en la UNESCO se creó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y a continuación los programas internacionales sobre geología, hidrología, oceanografía… Y se crearon los grandes programas de “EL Hombre y la biosfera”, “Las reservas de la biosfera”… Sólo cegados por intereses cortoplacistas puede ahora decirse que se han improvisado medidas para asegurar la calidad en la habitabilidad de la Tierra. Sólo el insólito mediático Presidente de los Estados Unidos, señor Trump, podía proceder de esta manera: la juventud, sobre todo, la más afectada, incluidos los propios familiares del Presidente Trump, deben reaccionar de inmediato, anunciando que, si no modifica radicalmente estas actitudes, se procederá en una reacción mundial en las redes sociales, a no consumir productos procedentes de la gran nación norteamericana, que tanto padece las inconveniencias del Partido Republicano. 

“No hay desafío que se sitúe más allá de la capacidad creadora distintiva de la especie humana”, proclamó el Presidente norteamericano John F. Kennedy en 1963. Debemos inventar el futuro. Todo imposible hoy puede ser feliz realidad mañana pero, como escribió tan sabiamente Miquel Martí i Pol, “¿Quién, si no todos?”. 

Todos para promover el desarme para el desarrollo. Todos para favorecer la transición de la fuerza a la palabra. El tiempo del silencio y de la sumisión ha concluido. 

Es indispensable proceder a la redefinición de cuestiones tan esenciales para una vida “normal”, como el nuevo concepto del trabajo, de la democracia, del Estado de “justicia”, etc. En suma, hay que inventar el futuro para poder llevar a efecto la “evolución pendiente”. Evolución, es decir, conservar aquello que debe conservarse, porque son los fundamentos básicos y los puntos de referencia absolutamente imprescindibles para la hoja de ruta, y cambiar todo aquello que deba ser cambiado. Evolución, para un futuro distinto. Aquel en el que soñábamos y en el que tenemos que volver a soñar con mayor perseverancia todavía. 

Jóvenes, ciudadanos del mundo, el tiempo del silencio ha concluido, el tiempo de los esfuerzos irrelevantes cuando están en juego, por primera vez en la historia, cuestiones esenciales para la vida digna, debe dejar paso a la acción consciente y decidida. Atreverse a saber y saber atreverse: sólo así llegaremos a cabo la evolución y evitaremos la revolución.

LOS ESTADOS UNIDOS DE TRUMP ABANDONAN LA UNESCO

miércoles, 25 de octubre de 2017

El Israel de Netanyahu les sigue. Era de esperar. Cuando mandaba Yitzhak Rabin, Israel era muy activo en la UNESCO, organización intelectual del Sistema multilateral democrático de las Naciones Unidas. Pero murió asesinado y, desde entonces, las posibilidades de éxito en el proceso de paz se desvanecen. 

Los Estados Unidos se van porque el partido republicano, con ambiciones hegemónicas, es incompatible con un Sistema multilateral democrático. Ya en 1919 hicieron imposible la existencia de una Sociedad de Naciones eficiente porque impusieron la inmensa incongruencia de que, creada por un presidente norteamericano, Woodrow Wilson, ¡los Estados Unidos no fueran nunca miembros de la Sociedad de Naciones! 

Y luego siempre han sido hostiles al excelente diseño del Sistema de las Naciones Unidas realizado por el presidente demócrata Franklin D. Roosevelt… 

Al término de la “guerra fría”, en la década de los 80, cuando por fin era posible conferir al multilateralismo la amplitud, altura y eficacia necesarias, dotándolas de los recursos personales, de seguridad, técnicos y financieros adecuados, el Presidente Reagan, con la Primera Ministra Margaret Tatcher como acólito obediente, se marchó de la Unesco y creó los grupos plutocráticos (G6, G7, G8…) integrados por países muy prósperos, para marginar a las Naciones Unidas, no suscribiendo la Convención de los Derechos Humanos de la Infancia en 1989 –es el único país del mundo que no lo ha suscrito-, situando a la Organización Mundial del Comercio directamente fuera del Sistema… y, a continuación, invadieron Irak sin la autorización del Consejo de Seguridad… Y el neoliberalismo ha ido disminuyendo, hasta anularla, la ayuda al desarrollo, con lo que se incrementa el número de emigrantes porque en sus países de origen se mueren de hambre. Es un hecho inadmisible, desde todos los puntos de vista, que cada día se inviertan en gastos militares y armamento más de 4.000 millones de dólares al tiempo que mueren de inanición y desamparo miles de personas, la mayoría niños y niñas de 1 a 5 años de edad. 

Esta colosal aportación diaria a la economía de guerra le ha parecido escasa al Presidente Trump, que solicitó muy rápidamente su incremento. Y los países de Europa, España incluida, todos ellos insolidarios con los inmigrantes y refugiados –más de 6 mil muertos en el Mediterráneo en 2016- se apresuraron a aumentar sus inversiones en defensa. Y todos han callado cuando Trump ha anunciado que no pondría en práctica los Acuerdos de Paris sobre el Cambio Climático, lo que constituye una amenaza intolerable para la calidad de la habitabilidad de la Tierra y, por tanto, para el legado intergeneracional. 

Siento que se marchen de la Unesco porque millones de niños y jóvenes norteamericanos recibirán una educación sesgada –¡en algunos Estados republicanos es obligatorio explicar el creacionismo!- propia de un esquema educativo que confunde educación (“ser libres y responsables”) con capacitación, conocimiento con información e información con noticia. Y lo lamento especialmente por la Educación Superior, porque es bien sabido que los EEUU cuentan con 2 docenas de Universidades de primer rango… pero con centenares de universidades que dejan mucho que desear porque, entre otras cosas, se confunde educación con enseñanza. 

Es preciso que la ciudadanía mundial reaccione rápidamente –mañana puede ser tarde- exigiendo el cumplimiento por parte de los Estados Unidos de los Acuerdos de Paris sobre Cambio Climático y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En caso contrario, debe ser un gran clamor popular –ahora que no tenemos excusa para guardar un silencio cómplice– el que, consciente de que de otro modo toda la humanidad sufriría las consecuencias, obligue al Presidente Trump a rectificar. Supremacista convencido, no concibe que todos los seres humanos son iguales en dignidad y que nadie puede empañar irreversiblemente su futuro. Está claro que lo me preocupa no es que los EEUU abandonen de nuevo la Unesco, si no que el mundo en su conjunto, sin la asistencia de unas Naciones Unidas fuertes y eficaces, se abandone a su suerte… especialmente cuando sabemos a ciencia cierta que pueden alcanzarse puntos de no retorno. 

¿A qué espera la Unión Europea para decir claramente al Presidente Trump que si no cumple con los Acuerdos de Paris podrían afectarse muy severamente sus relaciones comerciales? ¿A qué esperan los ciudadanos más afectados para advertir que, mirando a los ojos de sus hijos y descendientes, no van a admitir que su legado intergeneracional se deteriore? 

Ahora ya podemos expresarnos. Delito de silencio.

CATALUNYA: nunca es tarde para el encuentro

miércoles, 18 de octubre de 2017

Nunca es tarde para el encuentro y para abordar con serenidad los problemas que, si no hallan solución a tiempo, pueden conducir a situaciones indeseables para todos. 

Como ya he indicado reiteradamente en relación a los hechos acaecidos en Catalunya, considero que es fundamental y apremiante que tenga lugar una reunión de representantes de ambas partes sin condiciones ni apriorismos para, abordando las distintas dimensiones del conflicto con serenidad y altura de miras, llegar a conclusiones que permitan evitar las graves consecuencias que podrían derivarse. 

Como ex Director General de la UNESCO, Presidente de la Fundación Cultura de Paz y co-Presidente del Instituto Universitario de Derechos Humanos, Democracia y Cultura de Paz y Noviolencia (DEMOSPAZ) deseo unir mi voz a la de quienes procuran así mismo, desde diversas instancias nacionales e internacionales, resolver adecuadamente una cuestión que a todos nos concierne e interpela.

Urgente: un nuevo concepto de seguridad

lunes, 16 de octubre de 2017

El día 29 de agosto de 2016 publiqué este artículo en el Blog, que hoy vuelvo a reproducir:

(A propósito de los múltiples incendios en Galicia, la isla de La Palma, California,…, terremotos de Italia y Birmania y muchas otras catástrofes)

Los grandes poderes actuales siguen pensando que la fuerza militar es la única expresión y referencia de "seguridad". Gravísimo error, costosísimo error que se ocupa exclusivamente de los aspectos bélicos y deja totalmente desasistidos otros múltiples aspectos de la seguridad "humana", que es, en cualquier caso, lo que realmente interesa. 

Cuando observamos los arsenales colmados de cohetes, bombas, aviones y barcos de guerra, submarinos... y volvemos la vista hacia los miles de seres humanos que mueren de hambre cada día, y hacia los que viven en condiciones de extrema pobreza sin acceso a los servicios de salud adecuados... y contemplamos consternados el deterioro progresivo de las condiciones de habitabilidad de la Tierra, conscientes de que debemos actuar sin dilación porque se está llegando a puntos de no retorno en cuestiones esenciales del legado intergeneracional. 

Cuando nos apercibimos de la dramática diferencia entre los medios dedicados a potenciales enfrentamientos y los disponibles para hacer frente a recurrentes catástrofes naturales (incendios, inundaciones, terremotos, tsunamis,...) constatamos, con espanto, que el concepto de "seguridad" que siguen promoviendo los grandes productores de armamento es no sólo anacrónico sino altamente perjudicial para la humanidad en su conjunto, y que se precisa, sin demora, la adopción de un nuevo concepto de "seguridad", bajo la vigilancia atenta e implicación directa de las Naciones Unidas.

¿Quién se acuerda de Haití? ¿Y de Ecuador? Cuando admiramos la heroica actuación de unos expertos bomberos y unos cuantos helicópteros y avioncitos en La Palma... y recordamos la "plenitud" del F-16 y F-18, y los misiles y escudos anti-misiles, y los portaaviones, y las naves espaciales... cuando seguimos las acciones admirables que llevan a cabo tanta gente y voluntarios para rescatar a algunas personas todavía vivas después de un terrible seísmo, sentimos el deber ineludible de alzar la voz y proclamar, como ciudadanos del mundo, que no seguiremos tolerando los inmensos daños, con frecuencia mortales, que sufren por tantas otras modalidades de "inseguridad" quienes -una gran mayoría- no se hallan protegidos por los efectivos militares. 

La seguridad alimentaria, acceso a agua potable, servicios de salud, rápida, coordinada y eficaz acción frente a las situaciones de emergencia... es -ésta y no otra- la seguridad que "Nosotros, los pueblos..." anhelamos y merecemos.

Repito hoy este escrito porque creo que es esencial que la seguridad se entienda a partir de ahora de distinta manera: no sólo con la defensa de territorios y fronteras, no sólo con ejércitos y costosísimos artificios bélicos sino con la debida atención a las necesidades básicas de la población y, en la medida de lo posible, hacer frente a las catástrofes naturales o provocadas con todos los medios tecnológicos y personales que sean necesarios.

¡Ciudadanos del mundo!

lunes, 9 de octubre de 2017

Catalanes, españoles, europeos… ¡ciudadanos del mundo! 

Ahora mismo, estamos enfrascados y ofuscados en dilucidar pertenencias a pequeñas “parcelas”, cuando los retos son globales y sin precedentes y las soluciones deben ser, lógicamente, globales y sin precedentes. En lugar de concentrarnos en innecesarios y osados “inventos” sobre lo más cercano y circundante, abordemos conjuntamente, manos y voces unidas, los peligros que nos amenazan y reaccionemos antes que sea demasiado tarde. 

Deberíamos ser todos plenamente conscientes de que nos hallamos, por primera vez en la historia de la humanidad, en una situación de extrema gravedad y complejidad, enfrentados a desafíos potencialmente irreversibles de tal modo que, si no actuamos a tiempo y con firmeza, podrían alcanzarse puntos de no retorno en la habitabilidad de la Tierra. 

En octubre de 2014, Roberto Savio escribió un artículo aleccionador: “Mientras el planeta marcha hacia la catástrofe, los políticos sólo observan…”. La Carta de la Tierra hace referencia a la responsabilidad de los seres humanos en la conservación del planeta. Y la Constitución de la UNESCO indica que los educados son “¡libres y responsables!”. 

Quiéranlo o no reconocer interesados y cortoplacistas libres actuales, nos hallamos en el antropoceno –influencia humana sobre las condiciones ecológicas- y debemos cumplir nuestros deberes oportunamente se convierte en una exigencia ética irrenunciable. 

Ahora ya no tenemos excusa: ya sabemos lo que acontece y podemos expresarnos libremente gracias a la tecnología digital. Y, sobre todo, la mujer, marginada totalmente hasta hace poco ocupa progresivamente el importantísimo lugar -“piedra angular”- que le corresponde en la toma de decisiones a todos los niveles. 

Miremos a los ojos de nuestros hijos y nuestros nietos y digámosles que –sabiendo a ciencia cierta los perjuicios que les causaríamos de otro modo- no nos distraerán y, ciudadanos del mundo, actuaremos en consecuencia. 

En primer lugar, promoveremos la refundación de un Sistema multilateral democrático a escala mundial, de tal modo que: 

• Se prescinda inmediatamente de los grupos plutocráticos (G7, G8, G20) que estableció el neoliberalismo globalizador y que han conducido a la actual situación de desconcierto conceptual, social y económico en que se halla el mundo. 

• Se elimine la amenaza nuclear y, en toda la medida de lo posible, los riesgos de catástrofes globales, aplicando un nuevo concepto de seguridad (no sólo territorial sino que garantice a todos los seres humanos las cinco prioridades establecidas hace años por las Naciones Unidas: alimentación, agua, servicios de salud, cuidado del medio ambiente y educación) y, llevando a la práctica sin demora el desarme para el desarrollo (es intolerable, no me canso de repetirlo, que se inviertan cada día más de 4000 millones de dólares en armas y gastos militares, al tiempo que mueren de hambre miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad). 

• Asegurar una vida digna a todos en sus lugares de origen, mediante una ayuda al desarrollo integral y endógeno, para evitar flujos de emigrantes debido a las pésimas condiciones que la explotación y la carencia progresiva de acción solidaria les imponen. 

• Esfuerzos sinérgicos a escala global para la transición desde una economía basada en la especulación, la deslocalización productiva y la guerra a una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global humano y sostenible, abandonando para siempre el parámetro del PIB, exclusiva referencia al crecimiento económico. 

• Con el estricto cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los Acuerdos de París sobre Cambio Climático podría contrarrestarse la actual degradación de las características ecológicas y favorecerse la sostenibilidad, con nuevos estilos de vida y un nuevo concepto de trabajo.

• Especial cuidado se mantendrá a escala mundial en relación a los brotes xenófobos, racistas y supremacistas, ya que ellos han sido el origen de grandes confrontaciones, con millones de víctimas. Este tema es esencial y debe figurar como una de las prioridades de acción colectiva en la nueva era. 

• Las Naciones Unidas se estructurarían de tal modo que, en breve plazo, la Asamblea General tuviera, junto al 50% de Estados, el 50% de representación de instituciones de la sociedad civil (“Nosotros, los pueblos”). Al actual Consejo de Seguridad, exclusivamente territorial, se añadiría un Consejo de Seguridad Medioambiental y otro de Seguridad Socioeconómica. 

Sólo de esta manera se pondría en práctica la lúcida y entonces prematura expresión con de la primera frase de la Carta: “Nosotros, los pueblos…”. Nosotros, los ciudadanos del mundo tenemos, en nuestras manos, las riendas de nuestro destino común. Es apremiante. Dejemos a un lado anacrónicos y desfasados proyectos y dediquémonos con inteligencia y solidaridad planetaria a hacer posible el bienestar de toda la humanidad en la nueva era. Cada ser humano capaz de crear, nuestra esperanza. Actuar como ciudadanos del mundo comprometidos con las generaciones venideras es nuestro deber supremo.

Urgente: deber de memoria

martes, 26 de septiembre de 2017

Cuando enfrentamos situaciones especialmente complejas que requieren aplicar el buen sentido cuya ausencia condujo en buena medida a ellas; cuando debemos, sin renunciar a lo que es justo y debido, aplazar acciones que pueden aumentar todavía la emoción en detrimento de la razón; cuando nos damos cuenta de que, por desmemoriados, hemos aceptado una y otra vez lo inaceptable y es preciso ahora corregir serena y firmemente las tendencias presentes; cuando, por haber cometido delito de silencio, somos conscientes de que nada es inexorable si se tiene el coraje de corregir a tiempo… puede ayudar leer este poema que escribí en Madrid, el 23 de abril de 1999: 

“Deber de memoria 
de quienes dieron su vida 
por la paz 
que hoy disfruto. 

De quienes fueron 
amordazados 
de la voz que 
ahora elevo. 

De quienes estuvieron 
en prisión 
y torturados 
por la libertad 
que hoy vivo 
y me da vida…” 

Deber de memoria para saber lo que aconteció y para saber, en este instante, actuar con determinación antes de que sea demasiado tarde.

Urgente: Acuerdo sobre la celebración y naturaleza de un referéndum en Catalunya

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Creo que es apremiante llegar, antes del 1º de octubre, a un acuerdo sobre un referéndum en que se consulte sobre una reforma del Título VIII de la Constitución, especialmente, de tal forma que se pueda incrementar sustancialmente el autogobierno y fortalecer, en un sistema federal, las culturas y lenguas respectivas, ser una nación, etc. 

El referéndum actual en el cual se “decide” sobre la “autodeterminación” incumple lo que establece claramente el artículo I/2 de la Declaración y Programa de Acción de Viena, 1993, refrendado por la Asamblea General de las Naciones Unidas 

En efecto, la autodeterminación se refiere a “… los pueblos sometidos a dominación colonial o a otras formas de dominación u ocupación extranjeras”… y, en el párrafo siguiente, se indica que “…nada de lo anterior se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta acción alguna encaminada a quebrantar o menoscabar, total o parcialmente, la integridad territorial o la unidad política de estados soberanos e independientes”… 

Creo que esto deberían conocerlo con claridad los votantes para que no decidan en falso. 

Hace años escribí un blog titulado “Derecho a decidir… lo decidible”. Y la secesión no es “decidible”. Sólo hay hoy en el panorama mundial un país, Formosa, que se originó por secesión insular de la China Continental. Y no figura en la relación de países de las Naciones Unidas. 

A Catalunya no se la ha tratado debidamente (Estatut, etc….) y ahora es más corazón que mente, más emoción que razón lo que predomina. Y esto es muy peligroso. Por eso es urgente llegar al acuerdo de un referéndum debidamente pactado y que permita expresar, con conocimiento de causa, la voluntad de la mayoría de los catalanes.

Atreverse a saber, saber atreverse

lunes, 28 de agosto de 2017

Primero, enterarse muy bien de qué se trata. Transformar la noticia en información y la información en conocimiento. No sólo de los espacios que iluminan los focos de los medios de comunicación, con frecuencia tan sesgados, sino del conjunto de la cuestión. 

“Ver los invisibles”, decía Bernard Lawn, para poder hacer los imposibles”… porque, una vez se sabe, es imprescindible -y ahora, además, apremiante cuando se trata de procesos potencialmente irreversibles- actuar

Es tiempo de acción. Disponemos de muchos diagnósticos pero los tratamientos a tiempo son escasos. 

Atreverse a saber…. y saber atreverse. Porque el riesgo sin conocimiento es peligroso pero el conocimiento sin riesgo es inútil. 

Son muchos los imposibles hoy que debemos convertir en posibles mañana. 

Saber… y actuar.

Ante amenazas globales, alianzas globales

viernes, 25 de agosto de 2017

·        Matanzas en Barcelona…, en Niza, en Londres, en París…
·        Pacto inaplazable para un nuevo concepto de seguridad.
·        Ante amenazas globales, alianzas globales.
 
Ahora, como en las anteriores luctuosas ocasiones, lo primero es confortar a las víctimas, a sus familiares y allegados, en toda la medida de lo posible. Ayudarles a superar estos momentos aciagos… pero, sobre todo, es apremiante actuar resueltamente de tal modo que se eviten más víctimas. Deber de memoria permanente de estas víctimas y de todas las víctimas, porque todas las vidas valen lo mismo. Y todas las muertes. Hay que medir y valorar los sucesos con el mismo “rasero moral”… Los que mueren de desamparo y extrema pobreza todos los días; los que -¡más de 6.000!- han ensangrentado el “Mare Nostrum” en 2016; los que mueren en las guerras de Siria, Yemen, Libia; los que, en gran número, perdieron la vida o quedaron mutilados o desplazados en la intolerable invasión de Irak por ambiciones hegemónicas… 

Sin embargo, tenemos que reconocer con sonrojo que los abominables crímenes perpetrados por el “Estado islámico” (ISIS o Daesh) en los últimos meses arrollando a personas inocentes no han sido motivo suficiente para vencer las resistencias para llevar a la práctica cambios radicales en materia de seguridad. El negocio es el negocio y –como ya advirtió Eisenhower- el “gran poder” de la tierra no lo detentan los gobernantes sino el “complejo bélico-industrial”, que alienta insaciablemente mayores inversiones para la seguridad de las fronteras -¡Occidente, España incluida, acaba de aumentar sus gastos militares y en armamento!- sin preocuparse en absoluto de la seguridad alimentaria, sanitaria, ecológica, educativa… de quienes viven dentro de las mismas. No me canso de repetir que es inadmisible desde todos los puntos de vista que cada día se dediquen más de 4.000 millones de dólares a gastos de defensa al tiempo que se mueren de hambre miles de personas, la mayoría de ellas niñas y niños de uno a cinco años de edad. 

Pero de estas víctimas cotidianas no guardamos recuerdo alguno. Ni de los refugiados e inmigrantes con quienes no se cumple el deber de acogida y de ayuda al desarrollo para que puedan vivir dignamente en sus lugares de origen. 

La Europa insolidaria que nos estremece y sonroja no sólo es incapaz de llevar a cabo la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea sino que aplaza el cumplimiento del gran acuerdo de cooperación que ya se ha proyectado en varias ocasiones para hacer frente al terrorismo, mediante una serie de medidas bien articuladas: coordinación permanente con intercambio de datos, experiencias, etc. a través de los servicios de inteligencia en interacción constante a escala europea, y sustancial incremento del número y preparación de los agentes de seguridad, adoptando todas las medidas preventivas posibles y evitando las acciones que pueden incitar el rencor, la animadversión, el fanatismo. Quien siembra odio cosecha terror. Los ojos de los niños inmigrantes confinados en auténticos campos de concentración no transmiten, precisamente, signos de amistad y convivencia pacífica. 

Tolerancia cero, porque son el gran enemigo, con el racismo y la exclusión. Desde luego, tolerancia cero con la yihad, pero igual contundencia con el racismo de Le Pen, las manifestaciones fascistas y neonazis, el “supremacismo” de algunos blancos de los Estados Unidos, tratados por cierto con inadmisible tibieza por el Presidente Trump… Y tolerancia cero con los países árabes que, desde su colosal riqueza, han acallado las reacciones internacionales por su descarada ayuda a las variantes del islamismo que fomentan el ISIS… 

Está claro que la gobernanza mundial no puede hallarse en manos de 7, 8 ó 20 países prósperos: la actual plutocracia ha conducido a la deriva actual que requiere, con auténtica emergencia, cambios radicales. 

Contamos con todos los referentes escritos y verbales necesarios para tomar conciencia y actuar, para no distraemos, para no evadirnos. Hace ahora quince años, en Granada, se publicó el “Manifiesto del 2 de enero” para la convivencia, bajo los auspicios de la Consejería de Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía, bajo la coordinación de Paco Vigueras: “No podemos guardar silencio por más tiempo ante los cadáveres que aparecen en nuestras playas. Nos vienen estos despojos humanos que ponen de manifiesto la decadencia moral del actual orden económico. Nos duele la mirada afligida del superviviente, que es detenido y expulsado, o queda atrapado en la alambrada de la clandestinidad. Son las víctimas del nuevo muro de la vergüenza, levantado por la Europa excluyente en la frontera sur, que nos golpean a todos en la conciencia. El Mediterráneo debe ser un mar para unirnos y no para separarnos, un mar de encuentros y no de prejuicios, un mar de vida y no de muerte”. 

Como vemos por cuanto antecede, se trata de unas amenazas globales ante las que sólo caben acuerdos globales. La única manera de impedir nuevas acciones bélicas inaceptables, de encauzar conflictos armados en curso, de desmantelar tráficos de toda índole, de mediar con autoridad en situaciones de enfrentamiento en cualquier parte… es reforzar el multilateralismo democrático, convocando al efecto, con urgencia histórica, con el apoyo generalizado de los medios de comunicación, una Asamblea General de las Naciones Unidas que resolviera la eliminación de los medios masivos de exterminio, facilitar los procesos de paz y garantizar la habitabilidad de la Tierra. Estas Naciones Unidas cumplirían, por primera vez desde su fundación, lo que establece la Carta: “Nosotros, los pueblos”, y permitiría la adopción unánime de un nuevo concepto de seguridad. La Asamblea General contaría con el 50% de representantes de los Estados y el 50% de representantes de entidades de la sociedad civil. Al Consejo de Seguridad actual se le añadirían un Consejo Socioeconómico y otro Medioambiental. 

Que nadie se engañe: sólo un acuerdo a escala global de esta naturaleza permitiría hacer frente a las amenazas gravísimas que se ciernen sobre la humanidad en estos momentos, y en particular a aquellas en las que se pueden alcanzar puntos de no retorno.

Memoria permanente de lo inaceptable: pobreza, emigración, Palestina, Siria, Yemen...

miércoles, 16 de agosto de 2017

No olvidemos lo que debe ser todos los amaneceres recordado. La existencia humana es demasiado insólita y prodigiosa para dejarnos manipular y vivir superficialmente, como hojas al viento. 

Los años pasan y las generaciones de palestinos se suceden en medio de la humillación, el sometimiento y el dominio. Vidas enteras en campos de refugiados, vidas enteras marginadas, sin luces consistentes al final del túnel. Es la humanidad entera la que ahora debe alzarse en favor de Palestina y lograr la convivencia pacífica que la mayoría de israelíes y palestinos anhelan, frente a los “ultra” respectivos. 

¡Ya está bien! ¿Alguien ha explicado cómo viven los palestinos y sus reiteradas decepciones en los procesos iniciados y luego truncados durante los 60 años que dura su marginación? ¿Alguien ha contado los asentamientos en tierra palestina, que reducen progresivamente los esfuerzos razonables de convivencia pacífica y convierten a los territorios palestinos en “espacio gruyère”? No podemos seguir de simples espectadores impasibles... No podemos seguir siendo indiferentes... El Papa Francisco nos ha advertido de que “la globalización de la indiferencia” podría ser la causa de trastornos globales moralmente inaceptables. 

Nos están acuciando de tal modo con el presente económico, nos están distrayendo de tal modo con la “burbuja” mediática del entretenimiento..., que olvidamos lo que deberíamos, por dignidad, por solidaridad, por justicia, recordar cada instante: los grandes desafíos actuales –hambre, pobreza extrema, desgarros sociales, víctimas de grandes catástrofes naturales (Haití...) o bélicas (Siria...), deterioro del medio ambiente... y el futuro! 

No podemos seguir tolerando que sean sólo unos cuantos los que tengan en sus manos las riendas del destino común y que el resto (la gran mayoría de la humanidad) continúe aturdido, sumiso, sobreviviendo a duras penas en muchas ocasiones, sin que las comunidades científica, académica, intelectual, artística... asuman el liderazgo que les corresponde en el “despertar” que, en cualquier caso, se avecina. 

Y en el centro de los motivos esenciales para desentumecer la voluntad y conciencia colectivas está Palestina. Una y otra vez los esfuerzos y las ilusiones de llegar al final del proceso de paz y convivencia se ven frustrados por una despiadada, perseverante, poderosa, violenta y altiva actitud del gobierno israelí. 

Iniciemos el camino del mañana que soñamos, en el cual uno de los primeros objetivos es, precisamente, la transición de una cultura de imposición y fuerza a una cultura de paz y conciliación en Palestina. No olvidemos a Palestina ni un día más. 

A unos y otros, a los sectarios, a los dogmáticos... que utilizan las más abyectas formas de dominio, debemos oponer una unión ciudadana a escala mundial, un apoyo “de los pueblos” de tal magnitud, un clamor de tal eco, que se asegure su derrota. 

No podemos seguir callados... ¡Delito de silencio... y de indiferencia! No podemos seguir aceptando lo inaceptable. Debemos alzarnos en un gran clamor y decir ¡Basta!

Trump boicotea a la humanidad. Boicot a Trump

sábado, 29 de julio de 2017

Como científico especializado en procesos potencialmente irreversibles –alteraciones metabólicas del neonato que cursan, si no se tratan a tiempo, con grave y permanente deterioro neuronal- escribí en 1984 mi primer ensayo titulado “Mañana siempre es tarde”. En los últimos años he reiterado, con apremio creciente, la alarma que reclama el análisis riguroso del conocimiento científico adquirido sobre la sucesiva pérdida de calidad de la habitabilidad de la Tierra y, en particular, sobre el cambio climático. 

Es necesaria e inaplazable la adopción de medidas correctoras para evitar situaciones que marcarían históricamente la incapacidad y oprobio de los actuales pobladores de la Tierra que no supieron cumplir con sus responsabilidades intergeneracionales. 

Hace ya mucho tiempo -en 1947- la UNESCO creó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCM), y puso luego en marcha los programas internacionales geográfico (IGP), hidrológico (IHP), oceanográfico (COI), el “Hombre y la Biosfera”, las Reservas de la Biosfera… Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma, ya advirtió en 1971, en “Los límites del crecimiento”, la necesidad imperiosa de adaptar el crecimiento a las exigencias de un mundo finito. Y la Academia de Ciencias de los Estados Unidos alertó al mundo, en 1979, sobre las excesivas emisiones del CO2 y la agresión a la capacidad de recaptura por parte de los océanos -“pulmones de la Tierra”- debido a que el lavado de los fondos de los tanques petroleros en alta mar en lugar de hacerlo en las instalaciones portuarias adecuadas, asfixiaba el fitoplancton, cuyo papel es esencial para transformar en hidrocarburos el anhídrido carbónico… Y en la década de los 80, la Comisión presidida por la Primer Ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, estableció que el desarrollo debía ser “sostenible” además de integral y endógeno, para poder asegurar, produciendo de nuevo lo que se consume, una estabilidad suficiente de las características ambientales terráqueas. Y Maurice Strong ya había contribuido a la fundación del Programa Medioambiental de las Naciones Unidas (UNEP) y fue luego el gran impulsor y Secretario General de la “Cumbre de la Tierra”, celebrada en Río de Janeiro en 1992, de la que salió la “Agenda 21”. Y el Panel de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático… y la Cumbre de la Unión Europea en Lisboa en el año 2000, que propuso una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global sostenible y humano, que sustituyera a la actual economía de especulación, deslocalización productiva y guerra (4 mil millones de dólares al día en armas y gastos militares, al tiempo que se mueren de hambre más de 20.000 personas!)… 

Y, ya más cerca, la recomendación expresa del Papa Francisco y del Presidente Obama, los Acuerdos de París sobre Cambio Climático y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el período 2015-2030. Parecía que, por fin, gracias a las Naciones Unidas, se había conseguido que los países se dieran cuenta de que era imprescindible actuar sin demora… a pesar de las objeciones que llegaban de los omnívoros “mercados” (poder mediático incluido). 

Poco ha durado el respiro de satisfacción que miles de millones de seres humanos (algunos con plena conciencia, otros sin apercibirse) pudieron experimentar. El insólito Presidente Trump ha dicho que NO a los ODS y a los Acuerdos de París… y, obedientes, sumisos, los países de los grupos plutocráticos (G7, G8….) no sólo han asumido aumentos considerables en las inversiones militares y de armamento, sino que -¡qué indecencia!- han eliminado de las agendas de los encuentros el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

“NOSOTROS, LOS PUEBLOS…” DEBEMOS REACCIONAR. Ahora ya podemos expresarnos. Debemos reaccionar y hacerlo masivamente, en grandes clamores populares. 

DEBEMOS anunciar que si Trump boicotea a la humanidad, afectando de manera irreversible el futuro de los seres humanos en su conjunto, la HUMANIDAD boicoteará a Trump, dejando, por ejemplo, de adquirir productos norteamericanos. Y no permitirá que unos gobernantes miopes y amilanados adquieran más aviones para incrementar el poder de unos cuantos, hundiendo al mundo en su conjunto -ellos también- en una situación irreparable. 

Ha llegado el momento de no tolerar ni un día más estas irresponsables actuaciones. 

Ha llegado el momento de los pueblos. 

¡La voz del pueblo! En otro caso, delito de silencio.

Globalización de la indiferencia

jueves, 20 de julio de 2017

“De olvido moriréis…” 

Recuerdo con profunda gratitud la perseverancia de Forges reiterando en sus viñetas la tragedia de Haití… y la de muchos seres humanos después de catástrofes naturales o provocadas, haciendo especial hincapié en las circunstancias de extrema pobreza y desamparo en que viven cada día millones de personas sin que se les preste la menor atención por considerarlo un “hecho habitual e inevitable”. 

Es imprescindible y apremiante recordar cada amanecer que mueren diariamente de hambre miles de niñas y niños, mujeres y hombres al tiempo que se invierten en armas y gastos militares 4.000 millones de dólares. Es inadmisible desde todos los puntos de vista que, en lugar de elaborar un nuevo concepto de seguridad que no sólo se preocupe y ocupe de los territorios y fronteras sino de la alimentación, acceso al agua potable, servicios de salud, cuidado del medio ambiente y educación de los habitantes de estos espacios tan celosamente protegidos. 

Es una vergüenza que, cuando no hay recursos para la puesta en práctica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de los Acuerdos de París sobre Cambio Climático -especialmente cuando el Presidente Trump ha advertido ya que los Estados Unidos no los cumplirán- la única medida que ha merecido el unánime consenso en la Unión Europea, en el G-7 y en el G-20 ha sido la de aumentar los gastos militares! El 17 de julio la prensa anuncia que Francia y Alemania desarrollarán conjuntamente un avión de combate europeo. Yo pensaba que iban a anunciar que se restablecería una ayuda importante al desarrollo de los países que más necesitan asegurar unas mínimas condiciones de vida digna en sus lugares de origen para evitar, precisamente, los flujos emigratorios. Y no hay ninguna reacción. Y los ciudadanos de Europa siguen admitiendo lo inadmisible. 

Se está desaprovechando el inmenso potencial de una tecnología digital que permite que los seres humanos, silenciosos y obedientes desde el origen de los tiempos, puedan expresarse por fin sin cortapisas y defender sus derechos con firmeza. Era de esperar unas reacciones a escala mundial frente a quien atenta contra las condiciones de vida de las próximas generaciones (¡muy próximas!), advirtiendo al magnate que si no cambia radicalmente de criterio, la humanidad, “Nosotros, los pueblos…”, dejaremos, por ejemplo, de adquirir productos norteamericanos… Si Trump “bloquea… ¡bloquearemos a Trump!”. 

No podemos seguir mirando hacia otro lado. No podemos dejarnos anonadar por la vorágine de noticias que nos convierte en espectadores impasibles, dominados por el colosal poder mediático (por las terribles “armas de distracción masiva” en afortunada expresión de Soledad Gallego). 

En París, el 20 de enero de 1990 escribí estos versos al final de un poema: “Sabemos / y por lo tanto / no tenemos excusa. / ¿Cómo podemos / conciliar el sueño / siendo cómplices?”. 

Hasta hace poco no sabíamos lo que sucedía. Ahora sí. Ahora la indiferencia es culposa… “Y no te olvides de Haití… ni de los que se ahogan en el Mediterráneo (más de 6,000 ahogados en 2016 y en 2017 ya van más de 1,600…). “El rayo que no cesa”… y nosotros sin tiempo para reflexionar, para decidir cumplir nuestros deberes, más urgentes ahora por tratarse de procesos en los que pueden alcanzarse puntos de no retorno. ¡Qué afrenta para nuestros hijos y nietos…! 

Cuanto más alerta deberíamos estar, cuanto más reactivos, cuanto más tendríamos que tener en cuenta el mañana… más tenemos en cuenta el presente, más ensimismados nos hallamos, más miopes… y aceptamos sin remordimiento lo inaceptable. ¡Y no te olvides de Haití ni de todos los “Haities”! Allí escribí en enero de 1995: “Se fueron los últimos / soldados / y estalló la paz/ en vuestra vida, / sin reporteros / que filmen/ cómo se vive y muere / cada día. / Ya no saldréis / en las pantallas / para aguar / las fiestas y el vino / de los ricos. / Ya no moriréis / de bala y fuego. / De olvido / volveréis a moriros. / Como siempre.” 

Hambre, desamparo, sumisión. Tenemos que implicarnos decididamente y con denuedo contra todo tipo de violencia. El Papa Francisco decía hace poco que “no es fácil saber si el mundo de hoy es más o menos violento que antes, ni si los medios de comunicación modernos y la movilidad de nuestra era nos hacen más conscientes de la violencia o más acostumbrados a ella”. Recuerdo cuánto me impresionó escuchar al Prof. Juan Antonio Carrillo Salcedo alertarnos, con la anticipación que le caracterizaba, sobre la “globalización de la indiferencia”. 

Es especialmente peligroso y motivo de alarma que el desorden establecido sirva para “normalizar” las progresivas diferencias entre ricos y pobres, entre encumbrados y menesterosos. El clamor popular, la voz de la gente debe promover sin demora el restablecimiento de un multilateralismo democrático, de unas Naciones Unidas que puedan cumplir, con los recursos personales, técnicos, de seguridad y financieros adecuados, la misión que le corresponde a escala planetaria, marginando ya para siempre el nocivo “invento” neoliberal de los grupos plutocráticos (G7, G8, G20). 

Y también en la vida cotidiana una democracia genuina, que no tenga en cuenta a las mayorías numéricas -sobre todo, embravecidas- si no seguir puntualmente los “principios democráticos” que, según la Constitución de la UNESCO, deben “guiar a la humanidad”. 

Ahora ya no hay excusa. Ahora ya no cabe el olvido porque “Nosotros, los pueblos…” podemos expresarnos, podemos participar, libre y responsablemente, de la transición histórica de la fuerza a la palabra.

Incendio en Portugal: una vez más, desprevenidos

jueves, 22 de junio de 2017

Es apremiante un nuevo concepto de seguridad. Disponemos de todos los artilugios para la guerra y carecemos de lo más elemental para la paz: incapaces de cuidar como se merecen los bosques y las tierras, con número insuficiente de bomberos especializados, sin la capacidad de reacción inmediata por parte de los aviones y demás equipos necesarios para sofocar rápidamente las llamas… pero eso sí, no sólo tenemos cazabombarderos a manta, sino que todavía se comete el disparate –no aprobados todavía los presupuestos en el Parlamento- de adquirir nuevos aparatos de guerra. 

Hay que reaccionar. No podemos seguir distraídos. Tenemos que poner en nuestros móviles un ¡NO! rotundo a la forma en que se sigue gobernando, con un concepto de seguridad (http://federicomayor.blogspot.com.es/2016/08/urgente-un-nuevo-concepto-de-seguridad_29.html )que sólo garantiza la salvaguardia de fronteras y territorios pero no se ocupa en absoluto de lo único que importa: los seres humanos que los habitan. 

Los cambios radicales no se producirán desde arriba, está claro, ni por un mundo gobernado por los grupos plutocráticos. Sólo se conseguirá por la voz de “Nosotros, los pueblos”, como tan lúcidamente proclama la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas.

INTOLERABLE, IRRESPONSABLE: el incumplimiento del Acuerdo Climático de París por parte de los EE.UU. puede acarrear graves e irreversibles perjuicios a la habitabilidad de la Tierra. Necesidad de una reacción rápida y firme a escala global

viernes, 2 de junio de 2017



El 20 de septiembre de 2016, ante la posibilidad de que llegara a la presidencia de los Estados Unidos Donald Trump y con él  el Partido Republicano, 377 miembros de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (incluyendo 30 Premios Nobel) publicaron una Carta Abierta ( http://responsiblescientists.org/ )  para llamar la atención sobre los graves riesgos del cambio climático. La Carta advertía sobre las graves e irreversibles  consecuencias para el planeta y la credibilidad de los Estados Unidos, si abandonaran el Acuerdo de París. "El cambio climático no es una creencia, un engaño o una conspiración... el problema del cambio climático causado por el ser humano es real, grave e inmediato, y plantea riesgos significativos para la salud humana, la producción de alimentos y  la red interconectada de sistemas vivos”.

Un "Parexit" -añadían- enviaría una clara señal al resto del mundo de que a los Estados Unidos no les importa el problema global del cambio climático causado por los humanos… Tal decisión haría mucho más difícil desarrollar estrategias globales de mitigación y adaptación al cambio climático. Las consecuencias de optar por quedar fuera de la comunidad mundial serían graves y de larga duración – para el clima de nuestro planeta y para la credibilidad internacional de los Estados Unidos”.

Con fecha 2 de abril de 2017, desde la Fundación Cultura de Paz, se lanzó el  Llamamiento  muy urgente: -¡Frente a graves amenazas globales, ahora sí, ciudadanos del mundo, ¡uníos! (https://llamamientourgenteblog.wordpress.com/ ) que se iniciaba así: “Por primera vez en la historia, la humanidad debe hacer frente a procesos potencialmente irreversibles, de tal modo que, si no se adoptan medidas correctoras a tiempo, podrían alcanzarse puntos de no retorno” y continuaba manifestando que:  “Es inaplazable advertir a escala planetaria de la irresponsabilidad inadmisible en la que incurriríamos si no reaccionamos con firmeza para reconducir las actuales tendencias”.

Tanto la Carta Abierta como el Llamamiento fueron consecuencia del recelo y desconfianza que provocaba la posible llegada a  la Presidencia de los Estados Unidos no sólo del Partido Republicano sino de Donald Trump. Han pasado ya cuatro meses desde la toma de posesión del Presidente Trump. Han sido muchas las decisiones e iniciativas que ha tomado de forma impulsiva e irreflexiva con serias repercusiones para  la gobernabilidad y estabilidad  mundial. 

En el llamamiento se indicaba que: “Los anuncios efectuados por el Presidente electo Trump relativos a las armas nucleares, al rechazo de las Naciones Unidas y al incumplimiento de los Acuerdos sobre el Cambio Climático constituyen una intolerable amenaza global”. Lamentablemente, esos “anuncios” se han convertido en realidad, el día 1 de junio de 2017: Trump comunica desde la Casa Blanca que "considera el Acuerdo de París perjudicial para la economía estadounidense". Está claro que al Presidente no le importa el deterioro de la calidad de vida en la tierra, ni le afecta la de forma irreversible la habitabilidad a escala planetaria... ni piensa en las generaciones que llegan a un paso de nosotros, sus hijos y nietos incluidos... A él sólo le importa la economía de EE.UU.

Pues bien, "nosotros los pueblos" de todo el mundo, afectados por esta irresponsable decisión, decidimos dejar de adquirir productos estadounidenses y a contribuir al negocio de sus compañías.

Es necesario un gran clamor popular y una movilización global para frenar esta decisión que tendrá consecuencias impensables, sobre todo, para las generaciones futuras.