El papel del ciberespacio, de las redes sociales y de la telefonía celular en la movilización popular no ha hecho más que empezar.
Es cierto que al igual que permite a todos los ciudadanos expresarse libremente y relacionarse, también el poder puede utilizar la nueva tecnología de la comunicación para controlar, amenazar, disuadir.
El “eco” de las páginas de interlocución e interacción social se agranda cuando los medios audiovisuales o escritos las utilizan como fuente de noticias.
La rebelión pacífica, no presencial, puede ser clave para la “fermentación” de una bien organizada, potente y no violenta acción popular.
En Túnez, mientras las potencias occidentales miraban a otro lado, como de costumbre, ha tenido lugar un movimiento de hondo calado popular, que no podía resistir por más tiempo –precisamente por la mejora de los niveles educativos- la corrupción que empañó al régimen, especialmente por la saga de la actual mujer del Presidente.
La protesta triunfa porque hay causa, porque –en palabras del Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos- los ciudadanos se ven “compelidos a la rebelión”. Si no hay circunstancias que motivan e impulsan a la reacción, sin esperar un “tsunami” que siempre conlleva sufrimiento y efectos negativos, intentar una respuesta de la sociedad a destiempo puede ser contraproducente y los gobiernos “diana” pueden capitalizar el fracaso a su favor y tomar medidas de regulación, logísticas y de propaganda que pueden dificultar después la capacidad de concienciación y compromiso propios de la libre expresión.
Hay que “indignarse” a tiempo y estar muy atentos para garantizar la eficacia de los medios de comunicación que, en muy pocos años, derrocarán sistemas autoritarios y consolidarán la democracia genuina.
También –insisto en ello*- es imprescindible conocer la veracidad de las informaciones que facilitan Wikileaks y otras fuentes de información. Hay que saber la verdad y toda la verdad, porque resulta sospechoso, por ejemplo, que ninguna filtración se haya referido a Israel y, cuando excepcionalmente lo ha hecho, ha sido para descalificar a los palestinos, ridiculizando sus “ofertas” en el proceso de paz, lo que puede ahondar las diferencias internas…
El Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, había anunciado que en septiembre de este año, al cumplirse las dos décadas del inicio del proceso de paz con unos interlocutores israelíes que, con la excepción de Yitzhak Rabin, han impedido siempre llegar a buen puerto, declararía –con la anuencia del Presidente Obama- el Estado Palestino. Con las filtraciones ha visto debilitada su posición, aunque la credibilidad de las mismas no ha sido contrastada. Es el periódico “The Guardian” el que ha “seleccionado” estas noticias, "autentificadas" según el rotativo.
Y nos asalta una pregunta: ¿las referencias aludidas no están en Wikileaks o no forman parte de la selección efectuada por los medios de comunicación que las han publicado?
El rigor es exigible. Porque, de otro modo, lo que puede ser un componente esencial del “nuevo comienzo” que anhelamos, podría ser “rentabilizado” por los grandes poderes.
Rigor, verificación: también me ha impresionado la parcialidad de lo que se ha publicado recientemente en la prensa sobre el Informe del Human Rights Watch, particularmente sobre Guantánamo. Se critica duramente a la Unión Europea por su “docilidad” con las dictaduras del mundo (se refieren principalmente a Ben Alí, el depuesto Presiente tunecino). A China se la trata con “cobardía casi universal”… Me gustaría leer que también se condena la mortífera invasión de Gaza en la Operación “Plomo Fundido” de la que, según Wikileaks, el gobierno de Tel Aviv habría informado previamente al líder palestino!
Lo dicho: una vez más, ni son todos lo que están ni están todos los que son. Rigor!…
*Ver el blog “Wikileaks, bravo!” del 07.12.2010