Aprender a
conocer, a hacer, a emprender, a vivir juntos… pero, sobre todo, aprender a
ser, a “dirigir la propia vida”, a actuar en virtud de las propias reflexiones.
Aprender a
ser plenamente humano, es decir,
dotado de las facultades exclusivas y distintivas de pensar, imaginar, prever,
… crear!
En ésto
consiste la auténtica educación. Lo de más son capacitaciones, formación especializada,
adquisición de destrezas técnicas.
La
filosofía es un pilar esencial porque contribuye a desarrollar estas
capacidades fundamentales. De todo lo que aprendí en la escuela y el instituto
lo que más me ha ayudado, incluso desde un punto de vista bioquímico (Heráclito,
Leibnitz), ha sido la filosofía, porque ayuda a ser “humanamente” y
científicamente.
Junto al
fomento de la capacidad de pensar, la de emocionarse, de sentir, de desplegar
la mayor desmesura humana: la creatividad. Música, artes plásticas, literatura,
poesía…
Abandonen,
por favor, los proyectos educativos que se basan en ideologías, creencias,
enfoques pragmáticos… que alicortan las posibilidades de despegue y vuelo alto,
que reducen la libertad, don supremo de la condición humana.
“Seres
libres y responsables”: en ésto consiste la educación (artículo 1º de la
Constitución de la UNESCO).
Filosofía, música
y arte para una educación integral.
Rindamos
homenaje a José Antonio Abreu que ha conseguido, con una visión y perseverancia
dignas de encomio, que hoy, en Venezuela, 400 mil alumnos, chicos y chicas de
todos los lugares del país y de todas las condiciones sociales, participen en
programas de educación musical completamente gratuitos. Nada une más que cantar
juntos, que interpretar juntos. Si alguien duda todavía, que escuche la
“Sinfonía de los mil”, la octava de Mahler, dirigida por Gustavo Dudamel.
Y lean el
Comunicado de Prensa de la Conferencia Española de Decanatos de Filosofía del
14 de diciembre próximo pasado.
Son, ambos,
argumentos convincentes, irrefutables.