Como científico especializado en procesos potencialmente irreversibles –alteraciones metabólicas del neonato que cursan, si no se tratan a tiempo, con grave y permanente deterioro neuronal- escribí en 1984 mi primer ensayo titulado “Mañana siempre es tarde”. En los últimos años he reiterado, con apremio creciente, la alarma que reclama el análisis riguroso del conocimiento científico adquirido sobre la sucesiva pérdida de calidad de la habitabilidad de la Tierra y, en particular, sobre el cambio climático.
Es necesaria e inaplazable la adopción de medidas correctoras para evitar situaciones que marcarían históricamente la incapacidad y oprobio de los actuales pobladores de la Tierra que no supieron cumplir con sus responsabilidades intergeneracionales.
Hace ya mucho tiempo -en 1947- la UNESCO creó la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCM), y puso luego en marcha los programas internacionales geográfico (IGP), hidrológico (IHP), oceanográfico (COI), el “Hombre y la Biosfera”, las Reservas de la Biosfera… Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma, ya advirtió en 1971, en “Los límites del crecimiento”, la necesidad imperiosa de adaptar el crecimiento a las exigencias de un mundo finito. Y la Academia de Ciencias de los Estados Unidos alertó al mundo, en 1979, sobre las excesivas emisiones del CO2 y la agresión a la capacidad de recaptura por parte de los océanos -“pulmones de la Tierra”- debido a que el lavado de los fondos de los tanques petroleros en alta mar en lugar de hacerlo en las instalaciones portuarias adecuadas, asfixiaba el fitoplancton, cuyo papel es esencial para transformar en hidrocarburos el anhídrido carbónico… Y en la década de los 80, la Comisión presidida por la Primer Ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, estableció que el desarrollo debía ser “sostenible” además de integral y endógeno, para poder asegurar, produciendo de nuevo lo que se consume, una estabilidad suficiente de las características ambientales terráqueas. Y Maurice Strong ya había contribuido a la fundación del Programa Medioambiental de las Naciones Unidas (UNEP) y fue luego el gran impulsor y Secretario General de la “Cumbre de la Tierra”, celebrada en Río de Janeiro en 1992, de la que salió la “Agenda 21”. Y el Panel de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático… y la Cumbre de la Unión Europea en Lisboa en el año 2000, que propuso una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global sostenible y humano, que sustituyera a la actual economía de especulación, deslocalización productiva y guerra (4 mil millones de dólares al día en armas y gastos militares, al tiempo que se mueren de hambre más de 20.000 personas!)…
Y, ya más cerca, la recomendación expresa del Papa Francisco y del Presidente Obama, los Acuerdos de París sobre Cambio Climático y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el período 2015-2030. Parecía que, por fin, gracias a las Naciones Unidas, se había conseguido que los países se dieran cuenta de que era imprescindible actuar sin demora… a pesar de las objeciones que llegaban de los omnívoros “mercados” (poder mediático incluido).
Poco ha durado el respiro de satisfacción que miles de millones de seres humanos (algunos con plena conciencia, otros sin apercibirse) pudieron experimentar. El insólito Presidente Trump ha dicho que NO a los ODS y a los Acuerdos de París… y, obedientes, sumisos, los países de los grupos plutocráticos (G7, G8….) no sólo han asumido aumentos considerables en las inversiones militares y de armamento, sino que -¡qué indecencia!- han eliminado de las agendas de los encuentros el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
“NOSOTROS, LOS PUEBLOS…” DEBEMOS REACCIONAR. Ahora ya podemos expresarnos. Debemos reaccionar y hacerlo masivamente, en grandes clamores populares.
DEBEMOS anunciar que si Trump boicotea a la humanidad, afectando de manera irreversible el futuro de los seres humanos en su conjunto, la HUMANIDAD boicoteará a Trump, dejando, por ejemplo, de adquirir productos norteamericanos. Y no permitirá que unos gobernantes miopes y amilanados adquieran más aviones para incrementar el poder de unos cuantos, hundiendo al mundo en su conjunto -ellos también- en una situación irreparable.
Ha llegado el momento de no tolerar ni un día más estas irresponsables actuaciones.
Ha llegado el momento de los pueblos.
¡La voz del pueblo! En otro caso, delito de silencio.
2 comentarios
Querido Sr. Federico,
1 de agosto de 2017, 13:08Comparto por entero el diagnóstico (felicidades), pero déjeme por favor discernir en el antídoto. Se proponen soluciones colectivistas para contextos marcadamente individualistas; es como ofrecer carne a un vegetariano.
Intuyo que antes de dar pasos sociales hacia cualquier boicot, es necesario profundizar obligadamente en la conciencia colectivista. De lo contrario, esto de ¨Trump¨ es para la gran mayoría de la gente lo que un tsunami en Sumatra o un terremoto en Haití. Y mientras esto siga así, este ¨sálvese quien pueda¨ nos sigue hundiendo a todos. Es la perversidad de este sistema.
Abrazos.
Hay que tomar conciencia que se trata del mundo que dejarenos a nuestros hijos y nietos.
11 de agosto de 2017, 16:59Un saludo
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