Celebrar la caída del Muro y lamentar 20 años perdidos

lunes, 16 de noviembre de 2009

En memoria del Prof. Roberto Marco que tuvo la valentía

de mirar resueltamente hacia adelante


En 1989, con el hundimiento del Muro de Berlín y el fin de la carrera armamentista entre las superpotencias, todo el mundo estaba lleno de esperanza, confiando en poder disfrutar pronto de los “dividendos de la paz”. No habría más inversión en armamentos y llegaría al fin la posibilidad de reducir la pobreza y promover un desarrollo generalizado.


Pero en ese momento fue cuando se tomó una decisión muy negativa. Se decidió, por los países más prósperos del mundo, que la economía sería guiada por el mercado. Fue un tremendo error. El mercado está bien para las empresas, para las transacciones y para el comercio. Pero son la justicia social, la libertad, la igualdad y la solidaridad los valores conductores indesplazables. Esos son los principios que debemos promover, porque aunque los empresarios sepan cómo hacer negocios, se mueven en un terreno que hay que regular. Esa es la responsabilidad del Estado. No podemos olvidar que, en un contexto democrático, el Estado debe ser la voz de los ciudadanos. El gran poeta Antonio Machado escribió un pequeño pero profundo verso que dice que “es de necio confundir valor y precio”. Fueron necios.


Ahora nos enfrentamos a una enorme crisis, financiera pero sobre todo, una crisis ética, de valores morales y de derechos humanos. También una crisis medioambiental y alimentaria. En este momento invertimos tres mil millones de dólares al día en armamento mientras sesenta mil personas –no me canso de repetirlo- mueren de hambre, de los cuales treinta y cinco mil son niños. ¿Cómo podemos conciliar el sueño si sabemos que cada día se está produciendo este horrendo genocidio silencioso? ¿Cómo podemos permanecer en esta parte privilegiada del mundo, de la aldea global, como a menudo se la denomina, cuando la mayoría de sus habitantes se encuentra sobreviviendo en condiciones de gran precariedad?


Hace diez años, al fijar los Objetivos del Milenio, nos dijeron que no había dinero para luchar contra la pobreza. Los mismos que invierten en armas ingentes cantidades dijeron que no había medios para alimentar a los más de mil millones de personas del mundo que necesitan comida, o para tratar a los que mueren a diario en África por el SIDA. Sin embargo, de repente, aparecieron centenares de miles de millones para “rescatar” a las mismas instituciones financieras que llevaron a esta situación. ¿Qué significa esto? Hay muchos sectores vulnerables en la sociedad, por todo el mundo, que viven en la pobreza extrema. Ahora ha llegado el momento de cambiar esta situación, mediante una gran movilización ciudadana.


Para ello es indispensable que exista el convencimiento de que el cambio es posible. –“Podemos”, como ha dicho el Presidente Obama-. Podemos inventar el futuro, podemos encontrar soluciones para los grandes retos. Si “imposibles” de ayer son hoy posibles, de la misma forma somos capaces de conseguir que los imposibles de hoy sean realidad mañana.


Hemos perdido 20 años. Los “globalizadores”, en lugar de fomentar la cooperación internacional, incrementaron los gastos militares, debilitaron a las Naciones Unidas y favorecieron que las riendas del destino mundial estuvieran en muy pocas manos, convirtiendo la “democracia” a escala mundial del Sistema de Naciones Unidas en una “plutocracia” (G-7, G-8, G-20,…) que, incapaz de controlar una economía desbocada y progresivamente especulativa, condujo –ante la impasible actitud del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional- a una gran crisis múltiple.


Tenemos la responsabilidad de cambiar. Ahora, por primera vez en la historia, tenemos la posibilidad de participar de forma no presencial. Esto es algo que consolidará la democracia. Gracias a los SMS de los teléfonos móviles y a Internet, en un breve plazo de se producirá un cambio radical en la capacidad de expresión de los ciudadanos. No sigamos callados. A menudo somos simples espectadores resignados, meros receptores. Podemos propiciar “un nuevo comienzo”. Debemos hacerlo. No dejemos pasar, como hace 20 años, una gran oportunidad. Procuremos la implicación popular para la transición desde una economía de guerra a una economía de desarrollo global sostenible. De la cultura de fuerza a la cultura del diálogo, de conciliación y de paz.

9 comentarios

Anónimo dijo...

Adelante D. Federico, siga usted recordándonos sin cesar lo que nos conviene hacer para vivir todos un poco mejor. Yo creo que es muy fácil estar de acuerdo con usted, lo difícil es recordarlo y atreverse a actuar en los momentos precisos.
Remueva con sus comentarios, ideas y conocimientos nuestras conciencias que algunas veces están medio dormidas o distraidas con la TV, noticias, problemas laborales, familiares, etc.
Tiene mi apoyo y me uno a las personas de paz, progreso y bienestar para TODOS.

16 de noviembre de 2009, 20:15

Decía Winston Churchill "América fue descubierta por gente que tenía el coraje de perder de vista la playa".

El Che Guevara emprendió su destino hacia el futuro en moto, Abraham Lincoln hizo lo mismo con su ansia de conocimiento hacia Illinois, Julio Verne a París, Yasser Arafat a Egipto, ..Gabriel García Márquez, por supuesto Gandhi, Martin Luther King, Harvey Milk, Mercedes Sosa, Edward Said,..tantos y tantos soñadores que nos abrieron caminos hacia el paso responsable del hombre en la vida, por una aportación hacia un Mundo mejor y posible en el que todos creyeron. El mismo que nosotros queremos hoy.

Sería imperdonable quedarnos ahora en casa frente a la televisión lamentando todo lo que usted recoge hoy en su post, todavía está en nuestras manos. No hace falta ser héroe, simplemente aspiremos a "tener el coraje de perder de vista la playa". Muchos pequeños hacen un grande.

Un abrazo,

Jorge Medina Azcárate
One brother WOrld

17 de noviembre de 2009, 10:05
Tino dijo...

Totalmente de acuerdo con usted, D. Federico.
El poeta frances, Alphonse de Lamartine decía que "las utopías a menudo no son otra cosa que un anticipo de la verdad"...
Es el momento de que empecemos a "anticipar" la verdad de un mundo sin hambre...
Me estremece pensar que cada día se muerten de HAMBRE miles y miles de seres humanos...
Creo que es Jorge Wasenberg quien en una obra suya afirma que "la utopía tensa desde el futuro un ahora amarrado al pasado"...
Dejemos, pues, la orilla de la palaya de nuestra comodidad y emprendamos la aventura de la verdadera espiritualidad que, como díria Isabel Allende, siempre incluye el servicio a los demás.
D. Federico, que su autorizada voz, nunca se apague.
Gracias. Un mundo mejor no sólo es posible, sino imprescindible.

17 de noviembre de 2009, 11:17
Manuel dijo...

Estimado Sr. Mayor Zaragoza,

Siento disentir con su diagnóstico de la situación que se pone manifiesto cuando lamenta los 20 años perdidos. Eso es depositar una esperanza en la historia que ésta en absoluto merece.

En tanto que las armas tienen el propósito de dañarnos, debemos considerar y aspirar al desarme total y por si mismo. Este propósito, sin embargo, no se considera como una cuestión de desarme sino que se trata como una cuestión económica -su caso- política o ética, que una vez resuelta llevaría a ni siquiera tener que desarmarnos; ¡sería suficiente si pudiéramos vivir juntos en paz!

Desde mi punto de vista, es precisamente el desarme el punto clave a la hora de hablar de paz, acuerdo humano; nuestra única paz, nuestro único acuerdo ha de estar basado en el propósito común de desarme. No podemos esperar que un día podremos dejar que las armas se oxiden; el desarme no puede ser llevado a cabo unilateralmente sino por medio de la consulta y basado en la reciprocidad.

Es la simple existencia del arma que nos pone inexorablemente en una situación inmediata e inevitable de confrontación, de guerra. Cervantes lo expresa así en el Quijote; “que es lo mismo las armas que la guerra”.

En efecto, un arma está pensada para matar gente mientras que un cuchillo está pensado para cortar cosas, y no nos importa que un cuchillo pueda también matar gente porque sabemos que no está pensado para ello. Más incluso; los cuchillos de cocina y todos los otros objetos, excluidas las armas, están pensados para servirnos, solo las armas están pensadas para dañarnos.

El significado del arma es la razón por la que no puede ser compartida sino, por el contrario, ineludiblemente reclamada; mientras que el significado de todos los otros objetos –aquello por lo que son- implican la necesidad o el deseo que satisfacen y, por lo tanto, implican un criterio sobre quien, cuando, etc. pueden ser utilizados con mejor sentido común. Por el contrario el efecto del arma privando a alguien de su voluntad propia impide cualquier tipo de racionalidad o entendimiento.

El efecto destructivo y homicida de las armas es solo secundario al ahora identificado de alarmarnos; las armas son la forma pura de la violencia. Las armas están siempre activas amenazando. Realmente no es importante quien las maneja, su simple existencia en la naturaleza nos pone bajo tal condición de confrontación.

La razón por la que todo lo que sirve está subordinado al arma es porque desafiar o someter es lo que está en juego en nuestras relaciones. De la misma manera, así como entendemos el uso de los objetos y, por lo tanto, su mejor uso, también entendemos que unos están subordinados a otros y el supremo de todos es el arma, su mejora, el aumento de su potencia. Las armas son la producción suprema del hombre en todo tiempo y lugar –incluso sabemos que esa es nuestra condición en el futuro porque este es un conocimiento a priori-, así como los artículos civiles han estado siempre detrás del desarrollo militar.

Esta es nuestra situación actual. Ahora, cuando encaramos el desarme simplemente consideramos las armas por su potencial destructivo ignorando su constante y presente amenaza que nos priva de libertad, de sentido común, de racionalidad. Usar nuestra racionalidad considerándonos como iguales sería tanto como desafiar las armas mismas, ante todo desafiar nuestro estado –el arma que nos somete y supuestamente nos permite vivir.

El arma nos divide, nos hace confesar lo que sea la verdad, concretamente "aquello que pueda servir para aumentar su potencia, mayor control interior y mayor expansión o influencia exterior" -cito a Rousseau y a Kant.

Nuestro tiempo está maduro para compartir este entendimiento de nuestra realidad común, por la que finalmente nos reconozcamos como iguales, esto es; que las armas son lo mismo, que las armas son el arma que nos divide, que ésta actúa sobre todos nosotros de la misma manera, independientemente si nos referimos a nuestra Arma o a otra Arma.

Saludos

Manuel
www.whiteflag.info

17 de noviembre de 2009, 21:27
Manuel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor. 17 de noviembre de 2009, 21:28
Anónimo dijo...

Impecable, directo al "corazón del problema", las sociedades de este planeta deben cambiar hacia posiciones mas HUMANAS, pero (y esta es la pregunta del millón), ¿que puede hacer el ciudadano de a pie para movilizarse y que su esfuerzo junto al de los demas llegue a cambiar algo? Me acuden a la meoria las preciosas imagenes de las manifestaciones mundiales para parar (¡Antes de que siquiera comenzara!) la vergonzosa y criminal guerra de Iraq. ¡No hicieron "ni puto caso" de la explosión popular en las calles del mundo!

18 de noviembre de 2009, 20:54
www.esmuybonitovivirestavida.com dijo...

Muy buenas Don Federico.- Soy un guitarrista de Rock que le abordó en la casa de Vacas justo antes de que entrase en su conferencia en "emisión cero"; llevo desarrollando casi 4 años el segúramente mas POTENTE proyecto del mundo que va en ayuda a una mejor concienciación ecologista.
Le dije, tras mostrarme su interés, que llegaría hasta Ud. por medio de Marcela Sanmartín, que me habló de la amistad entre su padre y Ud. Estoy en ello, créame, pero muchas veces hay que tener mucha, mucha calma.
Solo contarle ésto. Muchas GRACIAS!!

20 de noviembre de 2009, 19:27
Anónimo dijo...

Muy buenas Don Federico.- Soy un guitarrista de Rock que le abordó en la casa de Vacas justo antes de que entrase en su conferencia en "emisión cero"; llevo desarrollando casi 4 años el segúramente mas POTENTE proyecto del mundo que va en ayuda a una mejor concienciación ecologista.
Le dije, tras mostrarme su interés, que llegaría hasta Ud. por medio de Marcela Sanmartín, que me habló de la amistad entre su padre y Ud. Estoy en ello, créame, pero muchas veces hay que tener mucha, mucha calma.
Solo contarle ésto. Muchas GRACIAS!!

20 de noviembre de 2009, 19:31
Emilio Portillo Ruiz dijo...

¿No será que la naturaleza del ser humano es así, mezquina y necia?.
¿Nos han servido de algo los miles de años de historia de la humanidad?, ¿hemos cambiado?
¿Realmente estamos capacitados para vivir en un mundo donde las relaciones sociales y comerciales tengan como base la honestidad y el respeto?
¿Y yo, qué hago, implicarme al máximo hasta morir de exasperación o darme la vuelta y volver a mi caverna con la TDT?

22 de noviembre de 2009, 20:07