Dos noticias recientes ponen de relieve hasta qué punto la crisis es, ante todo, social.
La primera, hace unas semanas: “Llegar a un acuerdo con el PSD conlleva, porque es una exigencia ineludible, fijar en Alemania un salario mínimo” (lo que indica con claridad meridiana que las empresas alemanas no se sienten muy concernidas por las condiciones de vida de sus empleados). Y añade: “Al conocer la claudicación de la señora Merkel, varias grandes empresas anuncian su deslocalización”.
La segunda se refiere a unas declaraciones muy recientes del Presidente Obama en las que comenta con gran pesar que más de 50 millones de norteamericanos viven hoy por debajo del umbral de la pobreza, y propone aumentar razonablemente el salario mínimo. Como si les hubieran rozado el trigémino, los republicanos –especialmente los ultra, representantes de los sectores más acaudalados del país- han anunciado su rotunda oposición.
Esperemos que estas noticias sirvan para despertar a tantos adormecidos, a tantos impávidos, a tantos impasibles, a tantos silenciados, a tantos silenciosos.
Está claro que estamos a la víspera de grandes cambios, de un nuevo orden mundial.
Tomen buena nota los gobernantes de que a una mayoría de los ciudadanos les tiene sin cuidado la prima de riesgo y las fluctuaciones bursátiles. Lo cierto es que las desigualdades se incrementan en lugar de reducirse y que, al no producirse la evolución que sensata y serenamente debía tener lugar, corremos el riesgo de la revolución.
Repito con frecuencia el preciso y precioso verso-advertencia de D. Antonio Machado: “Es de necio confundir valor y precio”. Fueron necios. Siguen siendo necios. Dejen de serlo porque, en otro caso, el precio humano, social y medioambiental de su actitud actual sería extraordinariamente elevado.
Evolución rápida o revolución.
3 comentarios
http://catai.net/blog/2014/01/catedras-de-empresa-y-economia-neoliberal/
10 de enero de 2014, 17:57Muy de acuerdo, como siempre. Lo he compartido en facebook.
11 de enero de 2014, 11:23Eso de la "Evolución rápida" es una rotunda utopía en las condiciones actuales. El sistema está perfectamente blindado, y sólo se dedica a alargar todavía más la agonía decadente (hasta donde traguen), esperando a enfrentar algún día a la hipotética Revolución que nos viene encima. Y esa espera finalmente dependerá del ciudadano, que es quien está obligado a estallar la chispa o a seguir tragando, y que a día de hoy de momento traga y se sigue quedando mejor con el preocupante "malo conocido". Es el problema del EGOISMO Y EL INDIVIDUALISMO que ya nos ha invadido en nuestra educación, de la ausencia de pensamiento colectivo y del querer sólo salvar los muebles de nuestra propia casa. Lo diré mil veces si hace falta: este sálvese quien pueda nos condena a todos. Y por lo tanto, ahora sólo queda ya sufrir: o tragando, o enfrentando. Pero SUFRIR. El que siga soñando con la vuelta del "Estado de Bienestar", lo va a pasar realmente muy mal. Toca adaptarse al nuevo contexto, al fin y al cabo somos una especie animal más en este Mundo.
11 de enero de 2014, 17:48Saludos.
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