Muy necios. Cuando todo clamaba paz –desmoronamiento de la Unión Soviética sin una sola gota de sangre; terminación del apartheid racial en Suráfrica; fin de los enfrentamientos fratricidas en Mozambique y El Salvador; reinicio del proceso de paz en Guatemala…- el Presidente Reagan y la Primer Ministro Thatcher abanderaron, por ambiciones hegemónicas, el neoliberalismo “globalizador”, y cambiaron los “principios democráticos”, tan bien establecidos en la Constitución de la UNESCO, por las leyes del mercado, y el multilateralismo de las Naciones Unidas por grupos oligárquicos. En suma, cambiaron la democracia por la plutocracia y los valores éticos por los bursátiles.
Ellos y los que les siguieron fueron necios. “Es de necio confundir valor y precio”, había advertido D. Antonio Machado, y no me canso de repetirlo. A veces un verso resume mejor que un análisis pormenorizado lo que ha sucedido y cómo podría solucionarse la situación planteada.
El resultado ha sido una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra. Y un incremento de las desigualdades y desgarros sociales. Y el desamparo de buena parte de la humanidad, que vive (sobrevive) en medio de grandes precariedades de toda índole.
Fueron necios. Y su legado no puede seguir vulnerando la existencia de tanta gente. Su voz debe elevarse, pacífica pero firmemente, en todo el mundo. El tiempo de la gran inflexión se aproxima: refundemos unas Naciones Unidas plurales y eficaces, dotadas de los recursos humanos, financieros y técnicos necesarios. Y repongamos los valores democráticos en el centro mismo de nuestro quehacer diario.
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