Atender lo esencial y apremiante

martes, 17 de junio de 2014

Ante la avalancha de decisiones y acontecimientos que no sólo complican todavía más la ya complejísima situación a escala nacional, regional y mundial, contribuyendo además a ocultar o tergiversar lo que es relevante para los intereses a corto y largo plazo de la gran mayoría de la gente, creo oportuno manifestar que: 

A mí lo que me preocupa 

• es que cada día mueran, como ignorados o inadvertidos “efectos colaterales” del sistema, miles de seres humanos de hambre y desamparo al tiempo que se invierten en armas y gastos militares más de 3.000 millones de dólares. 

• es que el “barrio próspero” de la aldea global alberga sólo a un 20% de la humanidad, viviendo el 80% restante en un gradiente progresivo de precariedades, en condiciones adversas para la igual dignidad de todos, esencia de los derechos inherentes a la existencia humana. 

• es que, en lugar de defender un multilateralismo democrático, con unas Naciones Unidas dotadas de los recursos personales, técnicos y profesionales adecuados, en una estructura que represente a “Nosotros, los pueblos…” como establece la Carta, pretendan gobernar al mundo grupos oligárquicos integrados por los 7, 8,… 20 países más ricos y poderosos de la Tierra, sustituyendo un sistema democrático de 196 Estados por un sistema plutocrático inadmisible. 

• es que, según la OXFAM, 85 personas poseen una riqueza equivalente a la de la mitad de la humanidad (3.300 millones), terrible reflejo de las profundas desigualdades a todos los niveles y de la concentración sucesiva de poder. Cuando más necesaria es la cooperación internacional para apoyar el desarrollo, y paliar o evitar de ese modo el drama insoportable de Lampedusa, las pateras, los saltos de la valla de Melilla y Ceuta… resulta que todos los países “del bienestar” reducen drásticamente las ayudas… y el PNUD acaba de anunciar grandes recortes financieros y de personal… ¡Qué vergüenza! 

• es conseguir ahora, como en 1975, el reconocimiento de la infinita diversidad cultural, el pluralismo político, el respeto a los principios éticos universales,… en suma, más y mejor democracia. Lo único que en mi opinión es apremiante es discernir y decidir cómo establecer una democracia genuina a escala mundial (con la refundación de las instituciones multilaterales adecuadas), regional (con la inmediata adopción en Europa de medidas que permitan que a la apresurada y precaria unión monetaria se añadan la unión política y económica de tal modo que sean los representantes de los pueblos y no los mercados, que han tenido la desfachatez, increíblemente tolerada, de nombrar gobiernos sin urnas en la propia cuna de la democracia, los que tomen en sus manos las riendas del destino común) y local (adoptando de inmediato las medidas oportunas para garantizar la independencia de los poderes judicial, ejecutivo y legislativo). 

• es que, en España, en lugar de procurar pautas electorales que favorezcan una mejor representación parlamentaria y disponer de los mecanismos correctores de la acción, legal pero antidemocrática, de las mayorías absolutas, se sigan utilizando las normas y procedimientos que a todas luces deberían reformarse, incluida, después de 36 años de vigencia, la Constitución española y en primer lugar su capítulo 8º, que trata de la vertebración del Estado que quedó inacabada por la presión de quienes pusieron en grave riesgo la transición con el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Ahora el debate urgente y relevante es asegurar, como se hizo entonces, la convivencia de todos los españoles haciendo posible un auténtico auto-gobierno dentro de un marco federal de acreditada solvencia, para que en cada caso se reflejen fielmente las preferencias de la mayoría de sus habitantes. 

• es que el neoliberalismo imperante haya sustituido los valores éticos por los bursátiles, los “principios democráticos” –tan lúcidamente establecidos en la Constitución de la UNESCO- por los mercantiles, la cooperación por la explotación y las ayudas por préstamos en condiciones draconianas. 

• es que los muy pocos sean capaces de modelar el comportamiento de los muchos mediante el acoso de un enorme poder mediático, hasta el punto de que sigan callados e inaparentes cuando el tiempo del silencio ha concluido. 

• es que, en lugar de ser “libres y responsables” –como califica magistralmente a los educados la UNESCO- consigan mantener sumisos y dependientes a un elevado porcentaje de ciudadanos, que ahora ya disponen de tecnologías que les permiten levantar la voz y hacerse oír. El clamor popular es inaplazable. Estamos entrando en el antropoceno y el compromiso supremo de cada generación es la siguiente, en palabras del Presidente Nelson Mandela. Es gravemente irresponsable seguir deteriorando la habitabilidad de la Tierra, sin tener en cuenta la irreversibilidad potencial de muchos procesos que influyen en la calidad del medio ambiente. 

• es que, a pesar de la zozobra y descalabros ya producidos, se sigue impulsando obcecadamente una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra, en lugar de favorecer una economía basada en el conocimiento para hacer posible el desarrollo global sostenible y humano, que permita la puesta en práctica de las grandes prioridades a escala global: alimentación, agua, salud, ecología, educación, paz… 

• es que sigamos viviendo con la “espada de Damocles” de una explosión nuclear y que el desarme atómico siga varado como símbolo del poder, a pesar de que su uso está descalificado por tratarse de una cuestión de lesa humanidad. 

• es que, como he tenido ocasión de declarar y escribir desde hace varios años, cuando podemos y debemos ser ciudadanos del mundo desde nuestra identidad y espacio concreto, en lugar de evolución y ampliación se preconice la involución y reducción. 

• es que, cuando ya podemos expresarnos libremente gracias a la moderna tecnología digital, dejando de ser testigos impasibles, invisibles, anónimos, temerosos y obedientes, para pasar de súbditos a ciudadanos plenos que participen y defiendan sus puntos de vista, sigamos distraídos, mal informados, manejados por la omnipotente y omnipresente influencia del “gran dominio” (militar, financiero, energético y mediático). 

• es que no nos apercibamos de que hemos entrado en una nueva era en la que los seres humanos ya no vivirán confinados territorial e intelectualmente; en que la longevidad procurará una formidable experiencia que debe ser plenamente utilizada, pero depositando en personas menos añosas las funciones ejecutivas; en que los jóvenes, conocedores de la Tierra, con conciencia y ciudadanía global, contribuirán con su imaginación y su impulso a hacer realidad, por fin, el otro mundo posible que anhelamos. La inercia es el gran enemigo. 

• es que los diagnósticos siguen proliferando pero los tratamientos disminuyen. Es tiempo de acción. 

…Por todo ello, propongo: 

• La activa transición a una cultura de paz y no violencia desde la actual secular cultura de imposición, dominio y guerra. 

• Adoptar una “Declaración Universal de la Democracia” (ética, social, política, económica, cultural e internacional), único marco en el que podrían llevarse a término los derechos y deberes humanos. Democracia a escala personal, local, nacional, regional y planetaria: esta es la solución para todos y para todo. La fuerza de la razón en lugar de la razón de la fuerza, y comprobar la inmensa y distintiva capacidad creadora de la especie humana, que no puede reducirse a pequeños espacios y miopes objetivos. 

• Un progresivo empoderamiento de la mujer para que, pieza esencial de los cambios radicales que son inaplazables, contribuya con las facultades que le son inherentes a la convivencia pacífica, a la inflexión histórica de la fuerza a la palabra. 

• Una movilización mundial, especialmente en el ciberespacio, liderada por las comunidades docente, científica, académica, artística, intelectual en suma, para que sea el poder ciudadano el que, en los albores de siglo y de milenio, inicie el “nuevo comienzo” que proclama la Carta de la Tierra. 

*El por-venir está por-hacer. “Tot está per fer i tot es possible”, escribió Miquel Martí i Pol. Pero añadió: “¿Qui sino tots?” 

- Ahora que tenemos conciencia global, medios para expresarnos con libertad irrestricta y un porcentaje proporcionalmente mayor de mujeres en la toma de decisiones, debemos descubrir e inventar nuevos caminos y esclarecer los sombríos horizontes actuales, para que el legado que debemos dejar a los que lleguen a un paso de nosotros esté a la altura de la dignidad humana. Cada ser humano capaz de crear, nuestra esperanza. 

- Ciudadanos del mundo, con una “nueva mirada” para abarcar la Tierra entera.

2 comentarios

Juliana Luisa dijo...

Totalmente de acuerdo con usted.Me oreocupa especialmente la forma como el sistema intenta que, sobre todo, los jóvenes no piensen: deportes, principalmente, fútbol; fans de cantantes; inadecuada educación; artefactos tecnológicos; etc, etc,
Un saludo

17 de junio de 2014, 21:37
Unknown dijo...

!Gran artículo! Lo triste es la gran manipulación existente en todos los niveles y sectores;la publicidad engañosa que nos inculcan para mantener nuestras mentes dormidas y hacernos pensar que somos los culpables de nuestra propia tragedia. Tenemos un hermoso planeta que merece ser protegido y buenas personas luchando por mantener un mínimo de dignidad.Quizás algún día podamos unir nuestro pensamiento positivo y podamos cambiar muchas cosas en este llamado "Planeta Azul". Mis mejores y más cordiales saludos,

24 de junio de 2014, 21:54