Llamamos al número de “Atención al cliente” e invariablemente se escucha, con buena música de fondo, eso sí, la monótona retahíla de: “Nuestros operadores están ocupados. Por favor, no se retire… Nuestros operadores continúan ocupados. Espere, por favor… Nuestros operadores están ocupados…”.
Y así pasan dos, tres, cinco, ocho… minutos hasta que el operador contesta solícito y le escucha con deleite… si la paciencia del interesado ha sido casi infinita y no ha decidido, irritado, darse de baja.
Demasiada paciencia con servicios al público cada día más ineficientes.
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