Corresponde a un poema que escribió José Ángel Valente
“…desde un naufragio, desde lo que hemos destruido ante todo en nosotros…”.
Efectivamente mucho hemos destruido en nosotros mismos cuando somos
capaces de ver sin inmutarnos -e ¡indignarnos!- las imágenes de los miles de refugiados
(¡incluyendo niños y viejos!) en la
frontera greco-turca, en la frontera de México-EEUU, en el Mediterráneo…
No es posible que este drama esté ocurriendo en gran medida en Europa. He
llamado varias veces la atención sobre el reiterado incumplimiento de los
principios tan lúcidamente expuestos en la Carta de los Derechos Fundamentales
de la Unión Europea (2000). El artículo primero se refiere a la igual dignidad.
El segundo al derecho a la vida… La Unión Europea debería de
ser, en primer lugar, una unión política y social y económica dotada de
seguridad autónoma… y es solamente una unión monetaria. ¿Y quiénes y por qué
deciden reducir hasta anular prácticamente la ayuda al desarrollo con el fin de
prevenir los flujos migratorios forzados por el hambre y la pobreza extrema?
En noviembre
de 2015 se llevó a cabo en Barcelona la XV Cumbre
Mundial de Premios Nobel de la Paz con la participación de 19 galardonados,
nueve personas y diez instituciones. De esta reunión surgió la “Declaración de Barcelona:
Refugiados, el desafío de nuestra humanidad”, un claro y apremiante llamamiento
a que se adopten las medidas necesarias e inaplazables para la paz mundial, centrado en cuatro desafíos
que afectan a la humanidad en su conjunto: amenaza nuclear, medio ambiente,
insolidaridad y fanatismo. Los Premios Nobel abogaban en favor del “desarme
para el desarrollo”, con el fin de corregir las presentes tendencias antes de
que sea demasiado tarde…
Una vez más cobran especial
valor las palabras pronunciadas por el Papa Francisco con motivo de la Primera
Jornada Mundial para los pobres en noviembre de 2017: “El gran pecado de
omisión contra los pobres es la indiferencia”.
Vuelvo a hacer mías unas
palabras de Iñaki Gabilondo: “¿Saben lo más impresionante de esta noticia? Es
que no es noticia”…. En nosotros está hacer que sea noticia… Unamos nuestra voz
a Manifiestos como el de CEAR para contribuir a que las personas migrantes reciban
el trato digno que merecen (https://www.cear.es/manifiesto-devoluciones-en-caliente/
)
Hasta ahora los ciudadanos europeos han sido espectadores
impasibles de tanta insolidaridad e incompetencia. Pero estoy seguro de que
ahora “Nosotros, los pueblos”… no
podremos seguir mirando los ojos a estos niños tristes, angustiados y perplejos
que suscitan emociones y despiertan consciencias, de tal modo que, en poco
tiempo, se alzará un gran clamor popular para que se produzca un cambio radical
en las actuales conductas de la Unión Europea, de los líderes del mundo –en
particular del Presidente Trump-, de los grandes consorcios financieros,
mediáticos, energéticos y militares, de los multimillonarios que no recuerdan
“que las mortajas no tienen bolsillos”…
Cada día,
al levantarnos, debemos pensar en la
mirada de esos niños refugiados y migrantes en los que estamos plantando
semillas de animadversión y odio. Cada amanecer, sentir la herida de los miles
de seres humanos que morirán hoy de hambre y desamparo. Homicidio oculto, que
los medios de comunicación no nos manifiestan como deberían. Aunque no lo
parezca por las noticias, tan discriminatorias y desproporcionadas, toda vida
vale lo mismo y toda muerte vale también lo mismo.
“Me duele
este niño hambriento
como una grandiosa espina”, escribió Miguel Hernández… y tendríamos que sentir: “Vergüenza de haber perdido la vergüenza”
como manifestara el Papa Francisco al finalizar la oración con motivo del Vía
Crucis de 2018…
Para
salir de la zozobra y naufragio en que nos hallamos, unamos voces y manos para
grandes clamores presenciales y en el ciberespacio, y para derribar muros y
vallas y construir puentes.
La
acogida a los refugiados es un derecho humano. La ayuda a los más menesterosos
es una obligación ética esencial. Sólo el multilateralismo –“Nosotros, los
pueblos”, como tan lúcidamente se inicia la Carta de las Naciones Unidas- podrá
esclarecer los sombríos horizontes actuales y sólo la cooperación internacional
podrá librarnos del naufragio.
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