La mujer, “piedra angular de la nueva era”

miércoles, 14 de marzo de 2018

Me lo dijo el Presidente Nelson Mandela en 1996 en Pretoria, cuando yo le manifestaba mi decepción por la escasa aceptación que en aquel momento había conseguido la cultura de paz frente a la cultura de imposición, violencia y guerra que había prevalecido durante siglos. “Se debe a que desde el origen de los tiempos unos cuantos hombres han mandado sobre el resto de los hombres y la totalidad de las mujeres”. En efecto, la inmensa mayoría de los seres humanos nacían, vivían y morían confinados en muy reducidos espacios. Y eran, lógicamente, silenciosos, temerosos, obedientes… “Si quieres la paz, prepara la guerra” era el siniestro proverbio que todos seguían –y siguen hoy gobernantes irresponsables- marginando a la mujer “en la casa, la cocina y la costura”… 

”¡Lo vamos a cambiar todo!”, han proclamado millones de mujeres el 8 de marzo de 2018. ¡Qué bien! ¡Qué bien que la igualdad sin cortapisas permita establecer los nuevos rumbos que tanto deseábamos y que el poder absoluto masculino impedía! 

Gracias a la tecnología digital, los seres humanos ya pueden hoy saber lo que acontece en todo el mundo y expresarse libremente. “Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía sino justicia”, escribió Cervantes. Se trata ahora, ahora por fin, de poner en práctica la lúcida expresión con que se inicia la Carta de las Naciones Unidas: “Nosotros, los pueblos… hemos resuelto evitar el horror de la guerra a las generaciones venideras”. Entonces era prematuro. Y “los pueblos” fueron representados exclusivamente por Estados y por hombres. 

En la conversación que mencionaba al principio, el Presidente Nelson Mandela completó su aseveración del papel central de la mujer en la nueva era “porque la mujer sólo excepcionalmente utiliza la fuerza cuando el hombre sólo excepcionalmente no la utiliza”. 

El pilar fundamental de todos los derechos humanos es la igual dignidad. Así lo corrobora la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea del año 2000 que, al parecer, no han leído atentamente la mayoría de los actuales líderes europeos. Ahora sí, después del 8 de marzo, puede tener lugar la transición histórica de la fuerza a la palabra. De esta manera buena parte de los inmensos caudales que se destinan hoy a la defensa de los territorios podrían invertirse en la seguridad alimentaria, sanitaria, medio ambiental y educativa de los habitantes de estos territorios tan protegidos. 

Es intolerable que frente a las grandes amenazas globales - nuclear, extrema pobreza, cambio climático- y con procesos potencialmente irreversibles, no existan recursos cuando el G7, la Unión Europea y el gobierno español se han apresurado a incrementar (¡hasta el 80% en el caso de España!) los presupuestos de defensa. 

Es igualmente intolerable que la insolidaridad y la falta de apoyo al desarrollo para una vida digna en sus lugares de origen, haya resultado en miles de inmigrantes ahogados y desaparecidos en el Mediterráneo… 

Mujer, igualdad total. Ha llegado el momento de esclarecer tantos horizontes sombríos. Todavía estamos a tiempo. Como en los versos de Tennyson en Ulises: “Venid, amigos míos,/ aún no es demasiado tarde para buscar un mundo nuevo../.. con la voluntad de resistir, de no rendirse”...

Desvivirse para vivir armoniosamente, para, todos distintos, sentirnos unidos por unos principios universales que guían nuestro destino inexorablemente común. Como en el barco leonardino que, cuando se abate la tormenta y se encrespan las aguas, súbitamente no hay a bordo mujeres y hombres, pobres y ricos, negros y blancos, jóvenes y adultos... sino únicamente pasajeros que deben colaborar afanosamente para mantener el buque a flote… 

“El Roto” nos advierte magistralmente en su viñeta del 9 de marzo de que es imprescindible que a partir de ahora todos los días del año ratifiquemos con nuestra conducta lo proclamado el 8 de marzo, de tal forma que este día sea el principio de todos los días, el principio de la inflexión histórica hacia la nueva era en la que los seres humanos vivan, como recomendaba Miguel Hernández en uno de sus preciosos versos, “con el amor a cuestas”.



¡Y no nos olvidemos de Forges!

martes, 27 de febrero de 2018

Si alguno de los que se nos van se quedan luminosamente entre nosotros, es Forges.

Sus viñetas nos han hecho reflexionar, sentir, abrir manos y mente. “Y no te olvides de Haití, y no te olvides de Somalia” el 22 de diciembre de 2011 escribí este blog:

En tiempos de tanto olvido, de tanto mirar hacia otro lado, de tanto ser espectador impasible, quiero reiterar mi gratitud a quienes, como Forges, nos recuerdan cada día lo que deberíamos tener todos presente en nuestra mente y corazón para, progresivamente, comportarnos de otro modo. Haití y Somalia, los habitantes de estos dos países requieren muestras de solidaridad, particularmente de quienes viven en los barrios más prósperos de la Tierra que, con gran frecuencia, se dejan manipular por informaciones que les convierten en simples receptores sin capacidad de reacción, sin coraje para dejar de pensar tanto en sí mismos y volver su mirada a los más necesitados. Hacerlo tiene muchas ventajas ya que no sólo se aprecia más lo que se tiene sino que se conocen las precariedades del prójimo.



Con insistencia ejemplar, Forges nos señala los auténticos desafíos que deberíamos tener en cuenta y adoptarlos como propios, especialmente cuando celebramos, aunque acosados por los mercados -¡qué inmenso error haber sustituido los valores éticos por los bursátiles en la década de los ochenta!-, fiestas navideñas y nos deseamos los mejores augurios (a pesar de los pesares) para el año 2012.

Haití y Somalia… y todos los que viven en condiciones difícilmente calificables como humanas: si realmente les atendemos, nos sentiremos mejor. Tener en cuenta todas las vidas y no sólo la propia. El recordatorio de Forges es el mejor mensaje para el Año Nuevo.

Sí, viñetas como éstas valen más que cien sermones.
Ha dibujado el mundo y a cada uno de nosotros con bondad sin límites.




¿Qué nos mantiene irresponsablemente silenciosos?

jueves, 8 de febrero de 2018


¿Dónde están las voces que tanto se anunciaban? ¿Las voces de los marginados, de los olvidados, de los jóvenes cuyo futuro se ensombrece todavía más por un puñado de monedas, de las comunidades académica, científica, artística… que debían estar al frente de la gran movilización popular que  hoy es imperativa y apremiante? Sólo las mujeres, por fortuna, parecen haber comprendido que ahora, ante procesos potencialmente irreversibles, ha llegado el momento de “Nosotros, los pueblos”, como tan lúcida como prematuramente enunció la Carta de las Naciones Unidas…

Ellas serán, como pronosticó Nelson Mandela, la “piedra angular” de la nueva era. Pero para que estos nuevos tiempos sean realidad es preciso actuar sin demora. Frente a los retos globales que amenazan a la humanidad en su conjunto –nuclear, extrema pobreza, cambio climático- no podemos aplazar nuestra reacción… porque mañana puede ser tarde.

No me canso de repetir que es inadmisible éticamente que cada día se inviertan en armas y gastos militares más 4.000 millones de dólares al tiempo que mueren de hambre miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad. Y sin embargo, ¡qué vergüenza!, no sólo no han disminuido las inversiones en defensa sino que, a requerimiento del Presidente Trump, se han aumentado… Y en España el gobierno se ha apresurado a anunciar, sin que se haya producido acto seguido una gran protesta, que se incrementarán en el ¡80%!

En cambio, se han ralentizado las propuestas para llevar a cabo los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y los Acuerdos sobre Cambio Climático que permitirían la gran transición desde una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra, a una economía basada en el conocimiento para un desarrollo global, humano y sostenible.

Y silencio.

El insólito Presidente Trump ha anunciado a bombo y platillo que no pondrá en práctica las medidas que permitirían evitar un mayor deterioro de la  habitabilidad de la Tierra, tan sabiamente promovidas y suscritas por su antecesor.

Y silencio.

En el ciberespacio, donde debían ser millones los “whatsapp”  y “twitters” que advirtieran al Presidente republicano de los Estados Unidos que si sigue afectando gravemente el porvenir de la humanidad dejaremos de adquirir productos norteamericanos…

Y silencio.

Trump margina todavía más a las Naciones Unidas y refuerza los dislates de los grupos plutocráticos (G7, G8, G20) inventados por el neoliberalismo de Reagan y Thatcher…

Y silencio.

Cuando más urgente es un nuevo concepto de seguridad, y de trabajo, y de estilo de vida… Cuando es  indispensable inventar un futuro distinto y recordar cada día que el por-venir está (aún, quizá ya por poco tiempo) por hacer… miramos hacia otro lado, los gobernantes se presentan amilanados y sumisos, los medios de comunicación, casi todos la voz de su amo, se ocupan en distraer al personal…

Y silencio.

He aquí lo que escribí en Berlín el 22 de octubre de 2011. Hoy es mucho más, muchísimo más, oportuno:

“Fingí que no sabía… y ahora voy con mi conciencia a cuestas, insomne noche y día.

Es un deber
ineludible
contemplar
el mundo entero.
Ya no hay excusas.
Ya no podemos
aducir
que no sabíamos.

Apresúrate
porque nunca
sabemos
si podremos dar
el siguiente paso.
El misterio
insondable
de la existencia
no admite
dilaciones.
Cada instante
cuenta.
No desperdicies
ni un instante.
Espera, sí,
pero no aguardes”.

No aguardemos ni un instante más: elevemos nuestra voz para que grandes clamores populares nos permitan mirar a los ojos de las generaciones futuras y decirles: “Hemos cumplido”.

Publicado en Público, 8 de febrero de 2018