G-7 -> G-8 -> G-13 -> G-20 ->… ¡G-192!

martes, 14 de julio de 2009



Una vez más, en contra de lo que era aconsejable actualmente, aprovechando la “tensión humana” provocada por las crisis, se ha reunido el G-8 –la plutocracia- en lugar de reforzar la “democracia”, las Naciones Unidas. Se han tomado una serie de decisiones encomiables sobre medio ambiente, erradicación de la pobreza y África, pero es difícil creer que, careciendo de mecanismos y servicios de seguimiento, se rompa de una vez la inacabable serie de promesas incumplidas.

Sólo unas Naciones Unidas arropadas por todos los Estados, con representación de la sociedad civil –como la Carta establece- podría enderezar tantos entuertos. Desde hace muchas décadas la cooperación y las ayudas se tornaron en explotación y préstamos… y los corruptores se afanaron en poner de manifiesto a los corruptos. Hace doce años, en una reunión sobre desarrollo en los países subsaharianos pregunté: ¿A quién pertenece África?.

A pesar de que en L’Aquila ha habido buenos ejemplos –que valen más que cien sermones- como el del Gobierno español, es muy difícil, insisto, imaginar que, ahora precisamente, haya propósito de enmienda y los países más ricos de la Tierra cumplan su compromiso con los más necesitados. Porque casi todo sigue igual: se escuchan atentamente las previsiones y augurios del Fondo Monetario Internacional (FMI), una organización que durante décadas ha estado al servicio de los más poderosos y ha sido incapaz de evitar o paliar el desastre que se avecinaba. Lo mismo en el caso del Banco Mundial (BM). ¡Qué cansancio de dedo índice levantado y miradas de sombrías previsiones cuando durante años no supieron preveer las catástrofes hacia las que nos encaminábamos! Desoyeron las voces que decían que era insensato saltar de “burbuja” en “burbuja” (comunicaciones, inmobiliaria…) y mantener unas inversiones en armamento propio de confrontaciones convencionales que ya no se justificaban por la nueva naturaleza de los enfrentamientos. Estas organizaciones, obedientes a sus amos, deben volver a las misiones que se les encomendaron en Bretton Woods en 1944.

Y la Organización Mundial del Comercio (OMC) tiene que situarse decididamente –junto a las dos organizaciones mencionadas- en el ámbito de las Naciones Unidas, de todas las naciones y no sólo de unas cuantas que carecen de fiabilidad.

Si no se adoptan rápidas medidas para el restablecimiento (establecimiento) de un eficaz sistema multilateral, me temo que 2009 será, como lo fue 1989, una nueva ocasión perdida. Y tendremos más de lo mismo. Y no habrá justicia social ni lucha eficaz contra la pobreza, ni energías renovables, ni producción de alimentos y de agua…

Pero la paciencia de los africanos no es infinita. ¿Recuerdan las promesas del G-8 en Gleneagles en julio de 2005? En 2008, el G-8 prometió 12.000 millones de dólares, de los que ha llegado a su destino menos del 10%. Se ha “rescatado” a las instituciones financieras con fondos que no parecían existir para quienes se mueren de hambre todos los días… al tiempo que las inversiones militares no cesan de incrementarse. También la paciencia de los ciudadanos está, por fortuna, acabándose. Y, además, tienen ahora una forma pacífica y masiva de expresar sus disentimientos y propuestas. Que ya no esperen que los ciudadanos se muevan y motiven exclusivamente a golpe de timón mediático. Cada vez serán más lo que no seguirán siendo testigos sumisos y obedientes de tantos dislates. En poco tiempo, serán muchísimos los que pensarán en la suerte inmerecida e inadmisible de tantas personas en el mundo. Quienes tienen comida, agua, luz… pensarán en los miles de millones que carecen de todo. Y reclamarán otra gobernanza mundial. Y exigirán que no sean unos cuantos líderes que representan el dinero sino todos los líderes que representan a todos los pueblos quienes hagan frente a los grandes desafíos de nuestro destino común.

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