Catalunya: escuchar y resolver

lunes, 15 de febrero de 2016

El 3 de noviembre de 2014 publiqué un blog con este título que, por considerar que ahora es una cuestión todavía más apremiante que entonces, resumo a continuación: 

“Desde hace tiempo, en diversas manifestaciones y blogs, he insistido en que para transformar la realidad en profundidad hay que conocerla en profundidad. De otro modo, las reformas pueden ser sesgadas, epidérmicas, efímeras. 

Primero, es preciso que todos sepan muy bien cuáles serían las ventajas o inconvenientes que se derivarían de cualquier cambio. Después, es necesario escuchar, disponiendo al efecto de todos los mecanismos que garanticen que los resultados son fidedignos y recogen la opinión de los ciudadanos. 

La crispación es mala consejera. Lo peor es que, progresivamente, el pensamiento se sustituye por el sentimiento y la razón por la emoción. 

Hay que escuchar. Si no hay reforma hay ruptura. La Constitución no se defiende conservándola tan sólo sino adaptándola oportunamente… para que confiera una gran capacidad de autogobierno, una real autonomía en una nación federal de una Europa federal (hoy casi exclusivamente unión monetaria). 

El nacionalismo españolista tiene que tener en cuenta, antes de que sea tarde para una solución serena, que la vertebración territorial de España se hace con fórmulas políticas y no con imposiciones. Una mejor articulación en todas las dimensiones no se logra a través de comicios o mecanismos plebiscitarios sino con acuerdos orientados por el carácter específico de las Comunidades Autónomas españolas, cuya diversidad es la gran riqueza del conjunto, unidas por unos cuantos principios democráticos por todos aceptados. 

Ha dicho el Presidente del Gobierno que “las leyes se cambian pero no se violan”. Y, a continuación, nada ha cambiado… Por otra parte, es irresponsable ofrecer horizontes ambiguos carentes de las garantías necesarias relativos a las circunstancias inmediatas en las que discurriría la vida de la ciudadanía catalana. Decidir después de haber sido bien informados sobre lo que sucedería, en el caso hipotético de que la secesión tuviera lugar, al día siguiente de “ser soberanos”. 

La secesión no cabe en la Constitución española ni en el régimen jurídico de las Naciones Unidas ni de la Unión Europea. Sin embargo, una profunda modificación del Título VIII de la Constitución permitiría, a través de las fórmulas políticas apropiadas -la federación es la más extendida- que todas las actuales Comunidades Autónomas pudieran ejercer plenamente el alto grado de autogobierno que es deseable. 

El gobierno actual ha logrado, con su imperturbable actitud de espectador imperativo, que la Constitución, en lugar de ser la solución sea el problema. Los cincuenta Estados que constituyen la nación de los Estados Unidos de Norteamérica, después de una terrible guerra de secesión, son un ejemplo de conciliación de la diversidad y de la unidad. Y Alemania, Brasil, Rusia, México, Suiza… 

Insisto: la Constitución, cuyo Título VIII quedó inacabado por la amenaza de un golpe de Estado –que estuvo a punto de situar de nuevo a un militar en la presidencia del gobierno español- debe ahora adaptarse a los tiempos que vivimos. Para el bien de todos. De todos los catalanes. Y de todos los andaluces… y vascos… de todos los españoles” 

Ante tan graves problemas a escala mundial es hoy más importante que nunca en el pasado actuar serena y rápidamente para resolver cuestiones que nos impiden, por su efervescencia presente abordar los problemas cruciales que, particularmente cuando se trata de procesos potencialmente irreversibles, son esenciales para el futuro de la humanidad.

3 comentarios

¨Intuyo¨, que al final es todo como siempre: se anteponen cuestiones económicas a las identitarias, y al final se genera una profunda desconfianza social y una pérdida de rumbos brutal. Yo no puedo hablar de la cuestión catalana, pero como vasco, me AVERGÜENZA que hace 2 días la noticia fuese que el PNV exigiera el control de su propia hucha de la seguridad social, como condición innegociable para dialogar en una hipotética formación de gobierno. ..Como si ahora resultara que unos médicos fuesen mejores si hablan en euskera que en castellano.

Me dolió ver que se anteponen estas cosas a lo que intuyo que cualquier ¨nacionalista mínima y sinceramente convencido¨ impondría en sus condiciones, relacionado a lo que pudiera ser la cultura, el idioma, la educación, el folklore, las tradiciones, un himno, unas danzas... yo qué sé: UNA CAUSA-EFECTO-ORIGEN de por qué un nacionalista vasco no se siente español. ..Eso tendría un mayor sentido lógico y social, con una clara y respetable legitimación reivindicativa, y por tanto no esta PANTOMIMA EGÓLATRA en la que nos están metiendo unos pocos políticos de una generación preocupantísima, en su propio beneficio que repercute en el general perjuicio.

Apoyo por entero su visión federalista como remedio a tanto sinsentido. Sería probablemente una solución salomónica en la que ninguno de los intermediarios partidistas ganen, y en la que a la vez la gran mayoría social ganaría. Este país necesita urgentemente ya una ESTABILIDAD.

Abrazos.

15 de febrero de 2016, 11:45
Juliana Luisa dijo...

Hablar de nacionalismos en un momento en que todo es interdependiente, y el mundo se ha convertido en una aldea, me parece absurdo. ¿Qué hacemos con los matrimonios catalán-español, con un hijo vasco y otro andaluz, surgidos por necesidad del empleo o cualquier otra razón? Como hace muchísimos años decía mi padre, somos ciudadanos del mundo.
Un saludo

16 de febrero de 2016, 19:02
Camino a Gaia dijo...

Difiero en algunos puntos. Es la realidad cambiante la que se está imponiendo. El colapso de los estados será algo inherente a la implosión de recursos, especialmente energéticos. No olvidemos que la energía tiene su manifestación social y económica en forma de trabajo realizado. La importancia de identificar a los procesos físicos es que en caso contrario se identificaran como sociales, individuales o si se quiere etnológicos. Es decir, las relaciones causa-efecto serán identificadas como culpa-castigo con todo lo que eso conlleva. El problema es que a escalas de países, el efecto de la escasez de energía se transmite de forma difusa.
¿Qué tiene eso que ver con Cataluña? Pues que cuanto mas locales (menos transporte) y mas autosuficientes (menos dependencia) sean las economías, mas probabilidad tendrán de sobrevivir y no terminar colapsando en forma de conflicto civil.
De acuerdo por tanto en el resto de puntos. Es conveniente y necesario que se flexibilice la Constitución para que este proceso de tendencia descentralizadora se haga de forma lo menos traumática posible y manteniendo el máximo nivel de integración, coordinación y convivencia pacífica de todos los pueblos de España. Si no hay flexibilidad, habrá ruptura.

18 de febrero de 2016, 0:34