¡Irreversible
deterioro ambiental!, ¡muertos de hambre y pobreza extrema!, ¡incendios y otras
catástrofes!, ¡emigrantes!... Estos son los objetivos que ahora, por un acuerdo unánime
a escala mundial, conscientes todos de que se trata de una responsabilidad
generacional histórica, deben abordarse de forma impostergable. La inercia de
los poderes hegemónicos tradicionales y de los obcecados supremacistas y
minimalistas sigue propiciando el
incremento de gastos en defensa territorial, olvidando la seguridad de los
seres humanos que viven en estos territorios.
Miles
de bombarderos, misiles, acorazados… Miles de miles de soldados preparados para el
uso de las armas más sofisticadas… cuando resulta que se carece del personal
capacitado y de los medios técnicos adecuados para hacer frente con rapidez y
eficacia a incendios y otras catástrofes… De nuevo este año, California,
la perla de Norteamérica, devastada por
fuegos voraces que obligan a evacuar a decenas de miles de ciudadanos… 36.000 hectáreas abrasadas… Y lo mismo en
Atenas… Y aquí y allí miles de personas viviendo la tragedia de familiares
muertos o heridos, de hogares arrasados…
Y
miles de seres humanos al día, no me canso de repetirlo, muertos de hambre al
tiempo que se invierten y armas y gastos militares más de 4.000 millones de
dólares. Es un dislate intolerable que debe ser corregido sin mayor demora. Ya
lo advirtió el Presidente Eisenhower: “El mayor poder en los Estados Unidos
corresponde al complejo bélico-industrial”. Ahora mismo, el neoliberalismo
ultra habiendo marginado a las Naciones Unidas sustituyéndolas por grupos
plutocráticos (G7, G8, G20), el insólito Presidente Trump ha anunciado que va a
incumplir los Acuerdos de París sobre Cambio Climáticos y los Objetivos sobre
Desarrollo Sostenible. Y todos los demás países -¡casi doscientos!- en lugar de
oponerse radicalmente a una actitud que puede, si no se enmienda rápidamente,
afectar a la humanidad en su conjunto, se apresuran a obedecer los designios del
Presidente para aumentar los gastos de defensa, omitiendo las acciones
inmediatas que reclaman tantos humanos abandonados y la propia habitabilidad de
la Tierra.
La
Unión Europea, en lugar de haber señalado con firmeza unas “líneas rojas” bien
establecidas y argumentadas, se ha precipitado a aumentar las inversiones en
defensa, reservando para la otrora importante ayuda al desarrollo unas migajas
vergonzantes. ¿Cuánto costarán al final los cuatro “re-tocados” e “imprescindibles”
submarinos españoles? ¿Cuánto se invertía y cuánto se invierte ahora en ayudar
a tantos países en los que sus nativos no deban verse compelidos a emigrar por
carecer de los mínimos recursos de subsistencia? Cuando, por fin, el gobierno
decide atender a los emigrantes como se merecen y abordar con políticas
conjuntas la cooperación internacional, pensando en la gente y no en el dinero,
ayudando en lugar de explotar, tanto en España como en la Unión Europea los
peligrosísimos xenófobos y racistas -¡miles de millones para las armas… y unas
limosnas para el auxilio a emigrantes y refugiados!- superan a los que se
sienten reconfortados.
Todo ser humano igual en dignidad: esta debe ser la referencia para
los cambios radicales que son ahora apremiantes. Sin minusvalorar la seguridad
territorial, deben destinarse las cantidades apropiadas a las cinco prioridades
que hace ya años establecieron las Naciones Unidas: seguridad alimentaria,
acceso al agua potable, sanitaria, ecológica y educativa. Este es el nuevo
enfoque de seguridad que el mundo requiere con urgencia. Hasta hace pocas
décadas, “Nosotros, los pueblos”, como tan lúcidamente se inicia la Carta de
las Naciones Unidas, no podíamos expresarnos.
Ahora, por primera vez en la historia, ya podemos. Ya somos mujer y
hombre. Y ya somos conscientes de que “mañana puede ser tarde” y de que el
deterioro de la calidad de vida no tiene marcha atrás. Ahora ya podemos expresarnos y elevar la voz. Y sustituir la fuerza por
la palabra. Y ser millones y millones los que, un día señalado, escriban en su
móviles “NO”… a las políticas actuales, a seguir adquiriendo productos a
quienes profundizan la brecha social y económica. A los grupos oligárquicos que
pretenden retener en sus manos las riendas del destino común… Y decir “SÍ” a un
Sistema de Naciones Unidas dotado de los recursos personales, financieros,
técnicos y de defensa necesarios para el pleno ejercicio del multilateralismo
democrático… Y decir “SÍ” a la eliminación completa de las armas nucleares… y a
los comportamientos cotidianos solidarios.
En
1945, la mención de “Nosotros, los pueblos”, era prematura. Ahora ya es
factible. Los “pueblos” ya tienen voz y van a expresarse aunque el “gran
dominio” (militar, financiero, mediático, energético…) intente silenciarlos.
Será pronto la
voz del pueblo la que reconduzca las torcidas y peligrosas tendencias
actuales.
1 comentario
HAY QUE REPETIRLO MIL VECES. HAY QUE REPETIR UNA Y MIL VECES QUE, DADAS LAS CARACTERISTICAS DEL PLANETA QUE HABITAMOS, SOLO ES POSIBLE UN DESARROLLO SOSTENIBLE.
9 de agosto de 2018, 19:33OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE.
UN AFECTUOSO SALUDO
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