Se acabó el
larguísimo tiempo de disculpas, de argumentos rebuscados, de tradiciones sobre
la seguridad personal. Cada dos por tres, asesinatos colectivos. De forma
recurrente, niños y mayores sacrificados sin que, como sucede con las drogas,
nadie se atreva a modificar la inercia de lo establecido.
El negocio
inmenso que se oculta tras estos hábitos que pertenecen, además, a la
competencia de cada Estado, no puede seguir manteniéndose a base de nuevos
sacrificios en el altar de estos “derechos constitucionales adquiridos”. Los
Estados Unidos no pueden seguir dando malísimos ejemplos de esta naturaleza –al
igual que sucede con la pena capital- por no ser materia de ámbito federal.
¡Armas
fuera! Siempre habrá, en grandes colectivos, personas que pierden el juicio,
pero corresponde al Estado asegurar, en toda la medida de lo posible, la
seguridad ciudadana.
Espero que
la horrenda matanza del Colegio de Newtown, en Connecticut, haga reflexionar a
las autoridades y representantes de un gran pueblo que, por intereses inconfesables, se somete a
anacrónicas “costumbres”. Unos, sometidos a la presión de la Asociación del
Rifle, incapaces de reaccionar, ni ante los niños muertos, por los inmensos
intereses que se obtienen. Los otros, incapaces de oponerse, azorados en el
funambulismo de arcos parlamentarios muy ajustados. Lo que es cierto es que los
Estados Unidos no pueden seguir presentando al mundo, del que deberían ser
líder, frecuentes ejemplos de esta índole.
El asesino
“siguió el horrible patrón de otras masacres similares”, se dice en la prensa.
“Tenía cuatro armas de fuego y vestía un chaleco antibalas”.
“En lo que
va de año, el sistema nacional que contabiliza el comercio de armas –informa
“El País”- ha detectado 16.300.000 ventas” (pero en cada “venta” puede figurar
un número ilimitado de piezas). El año pasado, de los 14.000 asesinatos que
tuvieron lugar en los Estados Unidos, 10.000 lo fueron por armas de fuego. En
2009 hubo casi 600 muertos en accidentes
causados por armas y unos 19.000 suicidios con el mismo método.
El
Presidente Obama, “con la mirada de un padre” y lágrimas en los ojos, hizo un
llamamiento para adoptar “acciones significativas”. Tómelas, señor Presidente,
sin contemplaciones para los que sólo observan estos sucesos con ojos llenos de
dólares y siguen defendiendo lo indefendible, lo inadmisible. Enmiende la
Segunda Enmienda en la que se escudan los cómplices de este dislate.
Y dirija
después su mirada, con determinación y firmeza, hacia los niños y niñas que
mueren todos los días en el desamparo y el anonimato, en el olvido mueren de
hambre miles de niños todos los días… mientras la sociedad saciada mira hacia
otro lado.
Aproveche
esta tristísima ocasión para hacer frente a esta ignominia, a esta vergüenza
colectiva.
2 comentarios
La sociedad americana tiene que ser ya consciente de que la mejor defensa propia es un entorno sin armas.
17 de diciembre de 2012, 15:36Feliz Navidad a todos.
Pero que grande es usted Federico. Tiene toda la razón.
17 de diciembre de 2012, 21:04Publicar un comentario