¡Qué buena notica ver a la mujer de las alas democráticas, de la restauración de la igual dignidad con todos sus compatriotas, llevando de nuevo las riendas de un luminoso para su bellísimo país!.
¿Se repetirá en Myanmar, en Birmania, el mismo "milagro" de Nelson Mandela? Después de tantos años de cautiverio, de lucidez perseverante, ¿contará Aung San Suu Kyi con las complicidades internas y externas necesarias para dar el viraje histórico que permita a Myanmar salir del oscuro y largo túnel que la Junta Militar ha representado?
En cualquier caso, me llena de esperanza. Y reitero mi admiración profunda a esta gran "dama" del Sureste asiático y del mundo entero.
En mayo de 1988 escribía a Nelson Mandela, en el momento en que cumplía los 70 años, 26 de los cuales en prisión por el único delito de haber nacido con la piel morena:
Ahí estás, aherrojado,
dándonos libertad
a manos llenas.
Queremos hoy que sepas
que nuestras alas
tienen en cada pluma
la marca de tus rejas;
que somos tenaces arrieros
de las intransitadas sendas
que tu cautiverio inspira;
que desde tu celda
liberas y excarcelas
a tanto corazón anclado
en la tibieza,
y rompes con la fuerza
de tu ejemplo
los moldes de pactos,
de acuerdos y consensos
que no supieron
respetar íntegramente
la dignidad de todo hombre
que tus grilletes y cadenas
proclaman y procuran.
Cuatro años más tarde, la Junta Militar impedía a esta gran mujer símbolo de los Derechos Humanos y de la reconciliación, asistir a una reunión del Consejo Ejecutivo de la UNESCO a la que la había convocado. Le escribí este poema el 21 de octubre del año 1992:
Te han impedido
venir
a iluminarnos,
a consolar nuestra espera,
y dar amplitud
y vigor
a nuestras alas;
a inspirar nuestra voz
-nuestro grito quizá,
ya necesario-.
Te han amordazado
y, sin embargo,
tu pulso late hoy
con mayor fuerza
en todo el mundo
(¡No sabían
que no puede
encarcelarse
la sangre del espíritu!)
Estás
tan patente
sin estar,
porque es inútil
anudar y retener
el alto vuelo
de tu ejemplo,
de tu brisa
que invade esta estancia
y la ensancha
y dignifica
hasta el punto
del olvido
de la afrenta
de tu ausencia.
Respiramos hondo
y nos sentimos
desde ahora
indomables
en el mismo
alborear
de un mundo
que tiene tu lágrima de más
pero muchas heridas
aliviadas.
Hoy, Aung San Suu Kyi da "amplitud y vigor a nuestras alas" y nos ayuda a cumplir nuestro deber supremo que, en palabras de Pedro Salinas, es seguir.
1 comentario
Estaba en la gran sala del Espace Bellevue del Foro AL-UE de Biarritz hace 15 dias donde dio usted una conferencia. Fué usted el mas aplaudido de todos los ponentes; quizas porque dio usted esta esperanza de que los cuatro poderes que dominan el mundo acaban todos por fallar frente al poder del espiritu y la libertad. La liberacion de Aung San Suu Kyi puede ser una prueba.
17 de noviembre de 2010, 10:59Gracias, muchas gracias a usted.
(Escribo desde Francia , diculpe los acentos)
Olivier d'Arexy
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