Lo que faltaba. No sólo se está amoldando la educación en sus grados primero y segundo a los Informes de la OECD, la organización que agrupa a los países más desarrollados de la Tierra, sino que ahora ya pretenden (con el insólito beneplácito de “El País”) que la Educación Superior se acomode a las directrices de índole estrictamente económica, campo en el que la OECD puede ser competente del mismo modo que es ciertamente incompetente en el ámbito educativo.
Quiero expresar mi total discrepancia con este informe que aboga en favor de unos estudios universitarios dependientes de las características productivas actuales. La misma reiterada discrepancia con otros Informes Pisa que, como éste, tienen como objetivo unas directrices mercantiles. Habla de las necesidades productivas actuales. ¿Cuáles serán las características de esta naturaleza cuando terminen los estudios? Lo importante son las raíces y el tronco, no las ramas.
La esencia de la Educación Superior es exactamente la contraria de la que en este informe se promueve. Cuando de lo que se trata es de inventar el futuro, proporcionar nuevos conocimientos que puedan conducir a aplicaciones tecnológicas de gran interés no sólo en términos financieros sino sociales, se pretende que sean los intereses del mercado los que configuren los estudios universitarios en lugar de que sean, como es procedente, los universitarios los que establezcan y procuren el contexto en el que desean vivir.
Hoy hay en España excelentes ejemplos de grandes centros de I+D+i, en los que las universidades unen sus capacidades a las del CSIC y otras instituciones acreditadas tanto nacionales como extranjeras.
La competitividad, tan aireada, depende de la creatividad y de las patentes y progresos de ella derivados, y no, como sucede ahora, de ofrecer mano de obra tan cualificada como barata.
Sepan quienes promueven esta subordinación que es la “economía basada en el conocimiento” la que puede facilitar la transición desde un sistema basado en la especulación, la deslocalización productiva y la guerra a un desarrollo global sostenible y humano, que atienda las grandes prioridades mundiales (alimentación; agua; salud; medio ambiente; educación; paz).
Como proclamó el Premio Nobel al argentino Bernardo Houssay, “No hay ciencias aplicadas si no hay ciencia que aplicar”. Nada puede sustituir, ni los más sofisticados aparatos, al talento humano, por su distintiva capacidad creadora. Descubrir consiste, en palabras del Prof. Hans Krebs, en “Ver los que otros también pueden ver y pensar lo que nadie ha pensado”. La inercia y la obcecación marcan los últimos coletazos de la crisis sistémica que estamos padeciendo.
Educar es, según la UNESCO, contribuir a formar a seres humanos “libres y responsables”, que actúen en virtud de sus propias reflexiones y no al dictado de nadie. Otra cosa es la capacitación, la adquisición de destrezas, de especialización… pero como capacidades complementarias a las de universitarios “educados”, es decir, libres y responsables a nivel superior.
No es el “gran dominio” (militar, financiero, energético, mediático, digital…) el que tiene que orientar a la humanidad en cada momento histórico, sino los “principios democráticos”, tan bien establecidos en la Constitución de la UNESCO.
Es urgente la transición, como ya he indicado, del sistema actual de “bienestar” que excluye al 80% de los habitantes de la Tierra, a un desarrollo realmente global, que asegure una vida digna a todos y no a unos cuantos. Son los objetivos arriba indicados los que deben contar con la presencia, en la vanguardia de la movilización ciudadana, de las comunidades docente, académica, científica, artística, filosófica, intelectual y creadora, en suma, y no la codicia a corto plazo de grandes consorcios.
Estamos, quieran o no quieran reconocerlo, entrando en una nueva era, de ciudadanos del mundo, con conciencia global, capaces de expresarse y participar gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Una nueva era, porque la mujer, piedra angular del futuro, ha incrementado en los últimos años su participación en la toma de decisiones. También el trabajo, desde un punto de vista conceptual, es ya más relevante que el empleo.
Amin Maalouf ha dicho que “Una situación sin precedentes requiere soluciones sin precedentes”. A buscarlas y hallarlas deben dedicar sus esfuerzos las universidades que, además, promoverán los grandes clamores que se avecinan. El tiempo del silencio ha concluido. La gran transición de súbditos a ciudadanos ya se vislumbra.
Ahora, gracias a la longevidad, tenemos un tesoro inmenso inexplorado de experiencias docentes, científicas, artísticas… Usémoslo.
Tenemos una juventud que necesita ver iluminados los caminos del mañana, hoy tan sombríos.
Y tenemos unos profesionales excelentes, muchos de los cuales, por fortuna, no dan el “perfil”, que los mercaderes reclaman.
3 comentarios
No puedo estar más de acuerdo.
14 de julio de 2014, 15:55Qué maravilla leer el propio pensamiento expresado en palabras tan adecuadas, justas y firmes.
No caeremos en el desaliento, no.
Un saludo y gracias
“El descubrimiento consiste en ver lo que todo el mundo ha visto y pensar lo que nadie ha pensado” Frase de Albert Szent-Györgyi, fisiólogo húngaro que descubrió la vitamina C.
15 de julio de 2014, 12:01No puedo estar más de acuerdo con sus exposición. Soy bióloga (estudié Biológicas en la UAM cuando usted daba clases allí de Bioquímica)y ahora me dedico a la docencia.
Estoy harta de que a mis alumnos se les someta a cuestionarios Pisa y de otro tipo, que no sirven absolutamente para nada. Y ahora indignada con el editorial de El País donde veo que pretenden que la economía y las finanzas metan sus zarpas también en la educación, como las han metido ya en los bolsillos de la gente, en las legislaciones laborales, en los recortes, en los rescates bancarios...
¿Debemos ahora dedicarnos a enseñar cómo comprar tomates o cómo interpretar recibos? ¡me niego! estos conocimientos prácticos son en realidad cosa bien sencilla, que cualquiera puede aprender y llevar a cabo con bien poco tiempo y esfuerzo en cuanto lo necesite.
La educación enriquece a la persona; a comprar tomates o a meter la tarjeta por la ranura del cajero del BBVA o del Santander pueden aprender los chicos por sí solos o con la ayuda de sus padres o de un empleado de la sucursal, y en cuestión de minutos (lo mismo que saben manejar los móviles mejor que cualquiera de nosotros); en contacto con Garcilaso, Mozart, Darwin o las leyes que rigen el movimiento, solo les vamos a poner una serie de señores que entendemos de eso y que cada vez andamos más menospreciados: los profesores.
Asi que la OCDE que se dedique a hacer estudios de economía y que nos deje a los que sabemos enseñar cultura y conocimiento.
De acuerdo en todo pero, reconocerá la necesidad de una estrategia, de una planificación, entiendo su crítica y su alarma si ésta es marcada puramente por criterios mercantiles pero, formar cualificadamente nos cuesta a todos un esfuerzo, también económico, muy grande y, quizás no necesitemos tres millones de sociólogos por enriquecedor que sea el estudio de sociología (es sólo un ejemplo absurdo), las sociedades necesitan de individuos formados y, dependiendo el momento, en algunos campos más que en otros. El fin de la educación superior no creo que sea formar a una sociedad, para eso hay antes dieciocho maravillosos años. La realización personal, siendo para mí la mejor de las opciones, no tiene por qué ser la única motivación de un estudiante adulto ya que ésta, no sólo se consigue con el éxito académico ni con el desarrollo de una gratificante carrera laboral, las posibilidades son infinitas… Existen muchísimas falencias en la educación básica, en la secundaria y por supuesto también en la educación superior. Es preocupante el intrusismo de “el mercado” (ese coco omnipresente) en la educación superior, claro que sí pero, no es lo más alarmante, peor es la miseria con la que tienen que convivir las universidades públicas, peor es la falta de verdaderas becas (de estudios, de movilidad, de investigación…), peor es el nivel y la gran oferta de la mayoría de la educación privada, peor es la intromisión de algunas pseudociencias en algunas universidades públicas (hasta en el propio CSIC.), peor es la incapacidad de brindar una verdadera oferta laboral que permita a los titulados la posibilidad de desarrollarse en su campo sobre todo en áreas humanísticas, veo muy preocupante el mercado que se ha creado con las titulaciones de postgrado, la subida económica de las matrículas, la inflexibilidad horaria que impiden cualquier tipo de conciliación… En fin, estando totalmente de acuerdo en lo desafortunado del editorial creo que su entrada, esta vez, peca de alarmismo, no me entienda mal, no es una cuestión de gravedad sino de prioridad.
16 de julio de 2014, 2:27Aprovecho para felicitarle por su blog.
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