El Capítulo VIII de la Constitución española no pudo concluirse como se debía por la "presión de los sables", que preparaban -y llevaron a cabo el 23F- un golpe de Estado para sustituir a un gobierno presidido por un civil por un "gobierno de concentración" presidido por un militar. En la Transición no se debatía república o monarquía sino dictadura o democracia. A un presidente de gobierno civil era imprescindible que le sustituyera otro civil.
Con la habilidad y sentido de Estado que le caracterizaban, Adolfo Suárez dimitió y facilitó la designación de otro demócrata intachable: Leopoldo Calvo Sotelo. Es cuando los militares deciden actuar, interrumpiendo Tejero el proceso de elección del nuevo Presidente.
Frustrado el golpe de Estado, con la oportuna intervención de la Casa Real y del propio Rey, y consolidado el poder civil, el conjunto de España se benefició del sistema de las Comunidades Autónomas, que acerca los gobiernos a los pueblos y produce saltos cualitativos y cuantitativos especialmente en Andalucía, Extremadura, etc.
Cuando se tenía que haber revisado la articulación del Estado para homologarla con países como Alemania, Estados Unidos, Reino Unido... el auge neoliberal y la burbuja inmobiliaria desviaron una y otra vez la atención de quienes recordaban las asignaturas pendientes.
La situación en el País Vasco contenía a Catalunya hasta que el tratamiento dado a su Estatuto comenzó a calar en los sentimientos de los ciudadanos catalanes.
En lugar de facilitar encuentros y promover una profunda remodelación federal, en la que los ciudadanos pudieran disponer de un gran autogobierno en todos los ámbitos, con el fomento de las identidades culturales, el "dontancredismo" se instaló en el ruedo hispánico... Pasó un mes, y otro, y otro... con incremento progresivo de quienes, más con la emoción que con la razón, pretenden la independencia...
Es urgente, muy urgente detener esta espiral de distanciamiento progresivo, para hallar una solución política que a todos convenga, sin imposiciones, sin violencia sobre todo. Que los sentimientos antagónicos acumulados se dejen a un lado y, con visión de futuro y firmeza, se establezcan las bases para una buena convivencia. Todos saldrán ganando.
Es apremiante, ante problemas globales, disponer de soluciones globales. No hay fronteras para los efectos del medio ambiente degradado ni para los microorganismos patógenos. Somos ya ciudadanos del mundo. Seamos, desde Catalunya, desde España, desde Europa... ciudadanos dispuestos a afrontar, con nuevos paradigmas, los grandes retos actuales. Y si la emoción nos ciega, miremos a los ojos de nuestros hijos y nietos. Es una prueba infalible
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