Recuerdo la estremecedora frase que leí en una iglesia cerca
de Montpellier: “Les linceuls n’ont pas de poches”, “las mortajas no tienen
bolsillos”.
A todos los que siguen insolidarios, sin compartir, sin comprometerse
con los otros, traslado a continuación
el poema que escribí en abril de 1995 (publicado en “Terral”):
“La mano creadora
alzada
y no tendida.
La mano que soñé abierta
es mano cerrada
mano empuñada
mano armada
mano cautiva.
Sólo la mano abierta
construye, comparte, crea.
¡La sóla mano creadora!
la mano del cincel,
la mano del pincel,
la mano de la pluma…
La sola mano
capaz de crear,
de acariciar,
es hoy mano cerrada
y no mano tendida”.
París, 23.04.1995.
Unamos manos y voces… . Seamos generosos, cada uno en la
medida que pueda, porque sólo así conseguiremos la convivencia pacífica que dá
sentido a la vida humana.
1 comentario
Tras la muerte solo tendremos lo que hayamos dado.
15 de septiembre de 2018, 14:33Un saludo
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