Cada día, en sus viñetas, Forges repite: “y no te olvides de Haití”. Hace bien, porque recuerda la velocidad con que nos olvidamos del tsunami en diciembre del año 2005; de los terremotos de Perú, de China… y de Darfur… y de los acontecimientos que, hace tan sólo tres lustros, asolaron Haití. Allí estuve y escribí:
Se fueron los últimos
soldados
y estalló la paz
en vuestra vida,
sin reporteros
que filmen
cómo se vive y muere
cada día.
Ya no saldréis
en las pantallas
para aguar
las fiestas y el vino
de los ricos.
Ya no moriréis
de bala y fuego.
De olvido
volveréis a moriros.
Como siempre.
“¿Quién se acordará de Haití cuando los fotógrafos se hayan ido?”, escribió en un artículo titulado “Las duras imágenes de una tragedia” Milagros Pérez Oliva, la Defensora del Lector, que publicó “El País”, el 24 de enero.
Viendo lo que ha sucedido en Haití, quédense, por favor, algunos reporteros. Recordemos otras terribles catástrofes producidas por la naturaleza enfurecida y, las peores, originadas por la furia humana: los genocidios de Cambodia (2 millones de muertos desde 1975-1979) y Ruanda (800.000 víctimas)… y los inmensos sufrimientos producidos, además de millones de muertos, por las guerras y, sobre todo, recordemos a los 60.000 seres humanos, hermanos nuestros, que mueren de inanición y desamparo cada día.
Que nadie vuelva a morir de olvido. Unámonos todos en contra de los desmesurados gastos en armas (3.000 millones de dólares al día, no me canso de repetirlo!) y pongamos en marcha una economía de desarrollo global sostenible.
De otro modo, en Haití y en tantas otras partes de la Tierra, miles de personas volverán a morir de olvido. Como siempre.
3 comentarios
Apreciado sr. Federico Mayor Zaragoza, casi nadie se acordará, como casi nadie se acuerda de esa otra guerra silenciosa de la que usted habla... Guerra sin armas que disparen balas, guerra sin tanques ni misiles... cada seis segundos una víctima del nuestro olvido, del no querer saber. Guerra sin culpables a quien señalar, o quizás sí... estan tan cerca que ni con nuestros propios ojos podemos verlos... Sólo tres palabras causan más muertes que todas las demás armas juntas: la INTOLERANCIA, el ODIO y el EGOISMO. Estas son nuestras auténticas armas, armas que permanecen bien resguardadas en nuestros insensibles corazones.
5 de febrero de 2010, 20:25Ha sido un placer llegar hasta aquí, reciba un cordial saludo y mi sincera admiración por su labor.
Saludos cordiales de josé maría
Ese resignado "como siempre" con el que usted termina sus líneas de hoy, resume a mi humilde entender, una de las claves para todo lo que está pasando a nivel social en el Mundo de nuestro tiempo: "Desde hace cuatrocientos años, los países subdesarrollados tienen un gran porvenir".
7 de febrero de 2010, 17:24El problema está perfectamente definido, se conoce con precisión el camino hacia un Mundo mejor, y grandes pensadores como usted lo han recogido y denunciado con tenacidad durante mucho tiempo. ...La solución, por el contrario, toca a partir de ahora explorarla desde todo lo que hemos demostrado que no ha servido para nada (DESUNIÓN SOCIAL), y con todo lo que por tanto nos queda por hacer todavía (UNIÓN CULTURAL).
El mismo Albert Einstein ya lo presumía de la forma más lógica y evidente al respecto: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".
Está en nuestras manos Sr. Federico. Querer es poder, y usted es ahora mismo la primera ficha que empuja a las demás.
Un abrazo muy fuerte,
Jorge Medina Azcarate
One brother World
Tiene mucha razón en lo que dice, pero cada día, en nuestras propias calles, nuestras propias plazas, en los campos, en las selvas, existen también los invisibles.
8 de febrero de 2010, 1:58El niño que limpia el parabrisas, la mujer que pide en las puertas de la iglesia, los que viven en las afueras de las ciudades, en villas miserias, también forman parte de ese ejército infinito e invisible.
Los ancianos olvidados, el jóven que por olvido nuestro, termina en la cárcel.
Como dice José María: Intolerancia, odio, egoísmo, indiferencia, y la falta de Amor a nosotros mismos, que es el Amor al prógimo.
La falta de Amor a la Vida.
A la madre tierra.
De todo el horror del mundo somos culpables, por permitirlo.
Quiero agregar, que la tragedia de Haití comenzó hace mucho, y que también se ha olvidado que Haití fue le primer Estado en abolir la esclavitud.
Haití nos debería abrir los ojos a una realidad que sin terremotos está sucediendo en los 500 años de Américalatina, y muchos más en el Continente africano.
Como olvidado está el genocidio cometido a fuerza de Biblia y polvora en lo que conocemos por América, 90 millones de sus pobladores, quién los recuerda?
Publicar un comentario