De acuerdo con los “principios democráticos” que establece su Constitución, la UNESCO ha aprobado por gran mayoría la incorporación del Estado de Palestina a la Organización.
Y, de nuevo, se ha producido una severa confrontación porque los Estados Unidos tratan de imponer una Ley local anti-Naciones Unidas, de 1994, para satisfacer a Israel, por la que los Estados Unidos dejarán de contribuir a cualquier institución internacional que acceda a aceptar a Palestina como Estado miembro.
De nuevo, como en 1984, en que con excusas absolutamente intolerables, los Estados Unidos y el Reino Unido abandonaron la UNESCO… en el momento en que iniciaban su alejamiento del Sistema de las Naciones Unidas y la creación de los grupos plutocráticos (G7, G8, G20).
Unos años más tarde, en 1989, los Estados Unidos fueron el único país –y sigue siéndolo- que no suscribieron el Convenio sobre los Derechos Humanos del Niño.
Los que sufrirán esta actitud, ahora reiterada, de los Estados Unidos de Norte América son sus maestros, alumnos, científicos, artistas, intelectuales…
No pueden, no deben, condicionar la educación en el mundo. Deseo que en esta ocasión se queden y se arregle su contribución declarando sin efecto la Ley de 1994, que no puede prevalecer sobre el Tratado Constitutivo de la UNESCO, pero lo deseo por ellos, no por la UNESCO, ya que el pueblo norteamericano y sus docentes deben beneficiarse del intercambio de experiencias con los de toda la Tierra. Sólo desde la ignorancia propia del aislamiento se explica la baja calidad formativa, creadora y liberadora de la educación en Norte América, hasta el punto de que, en algunos de sus Estados, no está permitido enseñar la evolución…
Lo que desean en realidad estos países es marginar progresivamente el multilateralismo, el Sistema de las Naciones Unidas. No lo conseguirán. 196 países no deben ser gobernados a escala planetaria por 8, 20 o 25 Estados prósperos. Nadie tiene el derecho a arrogarse el destino común. “Todo está por hacer, y todo es posible… pero ¿quién si no todos?” escribió Miquel Martí i Pol.
El mundo entero, presencial y virtual, se alzará en favor de la democracia y de los derechos humanos. Los sueños hegemónicos del Presidente Reagan y la Primer Ministro señora Thatcher, junto a los de una Europa obediente y sumisa, ya no se transformarán en realidad. El tiempo del dominio, de los pocos sobre los muchos ha concluido.
Y, de nuevo, se ha producido una severa confrontación porque los Estados Unidos tratan de imponer una Ley local anti-Naciones Unidas, de 1994, para satisfacer a Israel, por la que los Estados Unidos dejarán de contribuir a cualquier institución internacional que acceda a aceptar a Palestina como Estado miembro.
De nuevo, como en 1984, en que con excusas absolutamente intolerables, los Estados Unidos y el Reino Unido abandonaron la UNESCO… en el momento en que iniciaban su alejamiento del Sistema de las Naciones Unidas y la creación de los grupos plutocráticos (G7, G8, G20).
Unos años más tarde, en 1989, los Estados Unidos fueron el único país –y sigue siéndolo- que no suscribieron el Convenio sobre los Derechos Humanos del Niño.
Los que sufrirán esta actitud, ahora reiterada, de los Estados Unidos de Norte América son sus maestros, alumnos, científicos, artistas, intelectuales…
No pueden, no deben, condicionar la educación en el mundo. Deseo que en esta ocasión se queden y se arregle su contribución declarando sin efecto la Ley de 1994, que no puede prevalecer sobre el Tratado Constitutivo de la UNESCO, pero lo deseo por ellos, no por la UNESCO, ya que el pueblo norteamericano y sus docentes deben beneficiarse del intercambio de experiencias con los de toda la Tierra. Sólo desde la ignorancia propia del aislamiento se explica la baja calidad formativa, creadora y liberadora de la educación en Norte América, hasta el punto de que, en algunos de sus Estados, no está permitido enseñar la evolución…
Lo que desean en realidad estos países es marginar progresivamente el multilateralismo, el Sistema de las Naciones Unidas. No lo conseguirán. 196 países no deben ser gobernados a escala planetaria por 8, 20 o 25 Estados prósperos. Nadie tiene el derecho a arrogarse el destino común. “Todo está por hacer, y todo es posible… pero ¿quién si no todos?” escribió Miquel Martí i Pol.
El mundo entero, presencial y virtual, se alzará en favor de la democracia y de los derechos humanos. Los sueños hegemónicos del Presidente Reagan y la Primer Ministro señora Thatcher, junto a los de una Europa obediente y sumisa, ya no se transformarán en realidad. El tiempo del dominio, de los pocos sobre los muchos ha concluido.
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