Este es el título del
Congreso celebrado los días 23 y 24 en la Casa de la Paz y los Derechos Humanos
de San Sebastián, organizado conjuntamente por la Fundación Cultura de Paz y la
Fundación Cibervoluntarios.
En la inauguración,
presidida por el Alcalde Juan Karlos Izagirre, María Silvestre, Directora del
Instituto Vasco de la Mujer, destacó la necesidad de seguir atendiendo a la
mujer como víctima pero, sobre todo, ponderarla como actora de paz, de serenidad,
de conciliación. Yolanda Rueda, Presidenta de la Fundación Cibervoluntarios,
destacó la necesidad de que, en el papel fundamental que representan las redes
sociales y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para la
libre expresión de todos los ciudadanos, era necesario confiar en las
capacidades distintivas de la especie humana y ser, dijo,
"ciberoptimistas"
María Teresa Fernández
de la Vega, en la conferencia plenaria del Congreso, indicó que, por fin,
"las mujeres nos hemos reconocido... y debemos ser implacables con las
discriminaciones". Existe, subrayó, la imagen pública secular de "eso
no es cosa de mujeres". Creo que fue especialmente certera la siguiente
interrogación: "¿Qué habría sucedido, qué descrédito no hubiésemos acumulado
si en lugar de producir la crisis Lehman Brothers la hubiera producido Lehman
Sisters?". En su comunicación por vídeo, Michelle Bachelet, Directora
Ejecutiva de la Institución Naciones Unidas/Mujer, que tan importante papel
está ya jugando en la refundación del Sistema de las Naciones Unidas, puso de
relieve la influencia femenina en la puesta en práctica, tan apremiante, del
multilateralismo democrático.
Han asistido
"blogueras" de la "primavera árabe", del Tibet, y otras que,
como la siria Razan Ghazzawi, han tenido que remitir sus manifestaciones a
través de los canales "expeditos" del ciberespacio, ya que no las han
dejado salir físicamente de los países de origen. Todas ellas se hallan en la
vanguardia de la gran inflexión que se avecina, de la transición de súbditos
silenciosos a ciudadanos capaces de expresar sus opiniones, sus anhelos, sus
propuestas, sus disentimientos.
En mi breve intervención
mencioné lo importante que había sido para mí la sabiduría de las mujeres
africanas, que deben inventar muchas de ellas cada día al amanecer cómo llegar
a la puesta del sol, repitiendo que creo que sería un excelente y
recíprocamente beneficioso acuerdo para la Unión Europea intercambiar saberes
por sabiduría.
También recordé que el
Presidente Nelson Mandela me indicó en Pretoria que sólo cuando la mujer -por
su inherente respeto a la vida, su mayor capacidad de aplazar la violencia y
favorecer la conciliación- tenga un papel relevante en la toma de decisiones a
escala local y global será posible sustituir el perverso proverbio de "si
quieres la paz, prepara la guerra" por el de "si quieres la paz,
ayuda a construirla con tu comportamiento cotidiano". La gran transición
de la fuerza a la palabra, el "nuevo comienzo" que puede estar ya
cerca, depende en esencia de un mayor protagonismo de la mujer, alejada desde
el origen de los tiempos de los escenarios de la gobernación de los pueblos.
¡La gran transición de
la fuerza a la palabra!. En "Mujer, tecnología y democracia para el cambio
social", ha quedado claro que gracias a poderse oír, finalmente, la voz de
la gente, la voz femenina especialmente, se iluminan ahora los horizontes del
mañana.
Tecnologías para
difundir valores, para hacer realidad el principio básico de los derechos
humanos: la igual dignidad de todos, sin excepciones.
Tecnología para difundir
el riesgo, para evitar el miedo, el dogmatismo, el fanatismo, el extremismo...
Tecnología para crear
una conciencia global, que nos permita apreciar mejor lo que tenemos y las
precariedades ajenas.
Tecnologías para ver los
invisibles y, de este modo, contribuir a que los imposibles hoy sean realidades
futuras.
Tecnologías para
movilizar, para despertar a los adormecidos, a los entumecidos, a los cansados
de esperar, a los silenciados y silenciosos, a que sueñen de nuevo, para que no
escatimen esfuerzos en demostrar que los cambios radicales tan anhelados son,
por fin, factibles.
El por-venir está
por-hacer y el papel de la mujer en este proceso es, por primera vez en la
historia, crucial.
0 comentarios
Publicar un comentario