En las tres
últimas décadas se ha producido una transformación esencial en las
características tradicionales del empleo y del trabajo:
a) Deslocalización
productiva: la
“globalización”, guiada por las leyes del mercado, ha trasladado muchas
industrias a países en los cuales, sobre todo por las reducidas retribuciones
salariales, se obtienen comparativamente grandes beneficios. El país que ha recibido más “pedidos” es
China, convertida en “fábrica del mundo”… con unas condiciones laborales
propias de este gran coloso, transformado en poco tiempo en un raro ejemplar
comunista/capitalista. Pero está claro
que los “ojos neoliberales” no se fijan en estas cosas. Como tampoco se fijan en cómo se distribuyen
y comercian después, en flagrante insolidaridad, desde paraísos fiscales…
b) Automatización:
máquinas cada vez más perfeccionadas han ido sustituyendo –de forma exponencial
en los últimos años- a la “mano de obra” en agricultura, minería, grandes
procesos industriales… Pero las máquinas
requerían cierta “supervisión”, que ejercían profesionales, hasta que llegó la
c) Robotización:
son los robots lo que ahora realizan la mayoría de
las funciones de control y regulación.
Los códigos de barras o gráficos sustituyeron a muchos “operarios”.
Junto a los
importantes cambios en la índole del trabajo que acabo de esbozar, son
particularmente relevantes los que se han producido en los “trabajadores”:
A) Preparación-información-conciencia
global: hace unos
años la mayoría de los ciudadanos vivían confinados en espacios muy
restringidos, tanto territorial como intelectualmente. En pocas décadas, gracias a los medios de
comunicación y en especial a los recientes adelantos tecnológicos, los
“ciudadanos del mundo” se han incrementado rápidamente y, en buena medida, ya
no es un trabajo el que ahorma al trabajador sino el trabajador el que inventa
un trabajo.
B) Longevidad:
en menos de un siglo, la vida media ha aumentado en 30 años (de 50 a 80). Realmente son muchos los que se jubilan
laboralmente con muchos años por delante, con una calidad de vida aceptable que
implica una atención médica más continuada y tratamientos crónicos.
Todo
cuanto antecede deberíamos tomarlo muy
en cuenta para el empleo y trabajo en nuestro país: considero muy atinada la
iniciativa de seguir convirtiendo España –por su geografía, su diversidad
cultural, su talante y hospitalidad, su excelente nivel sanitario (que no debe
afectarse!), su gastronomía y su potencial científico- en “la California de
Europa” con una inmensa atracción turística y de segunda residencia.
Sería
un país de servicios, de construcción “sin burbujas” , de gran desarrollo en
investigación científica e innovación.
Esta “California” lo único que no necesita es “Las Vegas”.
¿En qué
piensan los políticos cuando hablan de “crecimiento” y “creación de
empleo”? Considero que deberían tener
muy presente la nueva naturaleza del trabajo, de los trabajadores y del país, y
hacer entre todos un gran “plan de futuro” que devuelva a los perplejos
ciudadanos españoles confianza en una vida digna.
2 comentarios
Creo que nuestros políticos hablan de "crecimiento" "creación de empleo" para quedar bien. Deben saber que con las Tecnologóas de la Infirmación y la Comunicación, los robots, no habrá empleo, tal como lo hemos cocebido hasta ahora. Será necesario organizar las cosas de otra forma: se deberá aprender a la práctica no existencia de trabajo asalariado y las personas aprender a comportarse como verdaderos seres humanos, pensar y crear. Es una oportunidad que no debemos desaprovechar.
17 de octubre de 2012, 17:42En cuanto al "crecimiento", depende del crecimiento a que nos refiramos ¿económico o humano?. Si como creo, se habla de crecimiento económico, lo empiden la escasez recursos naturales, Si se tratase de crecimiento humano (para evitar confusiones prefieto hablar de desarrollo humano), excelente, aunque, en absoluto creo que estén pensado en eso.
Un saludo
Lo que está sucediendo en todo el mundo, necesita de una visión que abarque con algo más de amplia perspectiva lo que de verdad está sucediendo.
18 de octubre de 2012, 8:29Tratar de aplicar lo nuevo que ya existe con una visión de lo antiguo, dejará de lado lo más importante y potente de lo nuevo, al no lograr percibir que se ha gestado de hecho algo que el derecho ni la economía logran todavía reconocer.
No solo los políticos responden a una ignorancia supina que les vuelve impotentes para entender el potencial positivo presente que subyace tras la natural defunción de un sistema arcaico, sino que la comparten las buenas intenciones de personas que por su responsabilidad auto asumida ante los demás, perseveran en tratar de comprender lo que hoy pasa con una visión caracterizada por lo que paso ayer… Cuando el futuro tiene tal prisa en ser presente que torna al minuto pasado en algo de otro siglo.
Nadie parece percibir la potencia de lo nuevo que precisa de una visión y acción tan coherente con lo que hoy sabemos y podemos hacer, como de nuevas instituciones que “entiendan” el presente para poder transformarlo de inmediato en un “desarrollo evolutivo constante” (DEC).
Para que deje de ser por ignorancia supina, “desarrollo involutivo constante” (DIC).
Parece increíble muchas veces, que mentes tan abiertas como dinámicas y responsables en el pasado reciente de tantos actos de plena consciencia, no profundicen en su propia necesidad de reactualizar la visión sobre lo que sucede y lo que podrían ayudar a que suceda mejor.
Parecen tan encadenados a la inercia del pasado y sus perspectivas de visión parcial, que no se auto conceden la opción de liberarse de los contrapesos para replantearse lo posible que hoy parece imposible: la construcción desde abajo y hacia arriba de una nueva civilización basada en los nuevos conocimientos científicos, las nuevas tecnologías y sobre todo, en una nueva consciencia de lo que es la vida como elemento global en común y la opción concreta de transformar un proceso económico democrático sin sentido de la vida, en otro que solo tenga sentido en promover y sustentar la vida.
Porque eso precisamente es la esencia misma de la transformación trascendente que habrá de diferenciar lo que fue y sus crisis constantes de lo que pueda ser y del desarrollo evolutivo constante que podemos hacer que sea, nosotros por nosotros mismos, las personas ciudadanas del siglo XXI.
Si, es correcto que muchas cosas han cambiado. Sí, es igualmente verdad que lo que no se ha transformado todavía es una visión y acción consciente de lo que podemos hacer con ese cambio.
Vivimos una crisis de ignorancia. Podemos vivir una desarrollo evolutivo de la consciencia desde el cual puede nacer una nueva economía y una nueva democracia que por fin deje atrás este atroz sufrimiento de sentirnos marionetas en un teatro de pura ficción, doble discurso y resultados de desvaríos donde lo que compartimos es ver quien destruye más rápido, cuando podríamos de inmediato, fusionarnos para lograr reconstruir más rápido y mejor lo que nos permite lo que ya ha cambiado para permitirnos activar desde abajo y hacia arriba el parto de una nueva civilización.
El parto duele. Pero lo que nace merece todo esfuerzo y dolor.
Guillermo O. Vetcher
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