Lo dijo en
una entrevista Jean Ziegler, ex Relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación
(ABC, 11/6/12). “Cada cinco segundos muere de hambre un niño menor de diez
años”, añadió. “La obsesión por el beneficio, el afán de lucro y la codicia
ilimitada de las oligarquías predatorias del capital globalizado…”.
He repetido
sin cesar que constituye un problema de conciencia para la humanidad en su
conjunto que cada día se inviertan 4000 millones de dólares en armas y gastos
militares al tiempo que mueren de hambre más de 60 mil personas… Pero los más
poderosos están acostumbrados a mirar hacia otro lado. Tendremos que elevar un
gran clamor popular, un movimiento solidario de las redes sociales en el
ciberespacio para que sean millones y millones de seres humanos los que exijan
y los que aporten.
Matilde
Donaire, que ha escrito discretamente con gran sentido literario y con muy
difícil templanza algunos trazos de su “memoria histórica”, tan aleccionadora,
me obsequió el otro día, junto a su último “librito” (librazo) titulado
“Relatos y semblanzas”, un texto de su amiga escritora-poeta Rosario F. Cartes,
que versa, nada menos, sobre “De fragancias y esencias: “vera-flor””… Es todo
él una deliciosa descripción sobre la personalidad del moguereño Eustaquio
Jiménez, con episodios muy interesantes representantes por Zenobia y Juan Ramón
Jiménez. Un auténtico “encaje de bolillos” que no traería ahora a colación si no
adjuntara el poema “Los ojos del Sahel. Los ojos de los niños son los cielos
del mundo”, del que transcribo, para nuestra reflexión común, algunos versos:
“Los
poderosos… ponen en vuestras bocas un hambre planetaria… Mas todo está escrito
en las cimas abatidas de estos ojos niños, hijos
vuestros llorados, hijos olvidados nuestros. Y es la dignidad de sus cenizas la
indignidad nuestra”…
Sí,
indignidad nuestra que es apremiante dignificar de una vez, actuando,
compartiendo, exigiendo a los gobernantes, gritándoles –para asegurar que nos
oyen- que no queremos saber nada más de primas de riesgo ni de “agujeros
bancarios”. Que pedimos con firmeza que se depuren responsabilidades y que, inmediatamente,
cumplamos nuestras responsabilidades a escala mundial.
“Cada niño
que muere de hambre es un niño asesinado”… y
“es la dignidad de sus cenizas la indignidad nuestra”. Situemos ambas
sentencias en el centro mismo de nuestra mente para que guíen nuestra conducta
cada día.
2 comentarios
El autor del blog es muy modesto al no reproducir aquí su poema sobre la prioridad armamentística. Con su permiso, lo copio yo:
3 de octubre de 2012, 1:51No había dinero
para los famélicos
ni los ignorantes.
Pero ahora, súbitamente,
se han abierto
los caudales de la guerra
y miles de millones
fluyen hacia el frente!
No había dinero
para la paz,
para combatir la droga,
para el medio ambiente.
¡Qué ceguera, Dios!
No había dinero para la paz
pero lo hay para la guerra.
Estimado Sr. Federico Mayor Zaragoza,
3 de octubre de 2012, 6:11Mi nombre es Javier Collado y quería invitarle a compartir sus reflexiones en la próxima edición de Global Education Magazine para el día 17 de Octubre: Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza:
http://www.globaleducationmagazine.com/about-the-megazine/
Por favor, no duden en preguntar todo lo que necesiten.
¡Esperamos su activa participación en esta noble causa!
Reciban un cordial saludo,
Javier Collado
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