Legalidad y legitimidad en las elecciones democráticas

miércoles, 2 de marzo de 2011

Es muy preocupante la progresiva disminución de la participación electoral, que pone de manifiesto la desafección ciudadana y la fragilidad de democracias cuyos gobiernos y representaciones parlamentarias tienen tan escaso respaldo popular.

Hace poco, en las elecciones portuguesas, al igual que sucedió hace unos meses en los EE.UU., las abstención supera a la participación.

En el caso de las elecciones al Europarlamento, los porcentajes que avalan a los "representantes" de muchos países constituyen un auténtico escándalo, un ejemplo inadmisible de indiferencia y desapego.

Hay que corregir urgentemente esta precariedad porque, de no hacerlo, seguiremos aceptando un peligrosísimo alarde de simulación, con un enorme descrédito para las instituciones democráticas, cuya legitimidad, además de legalidad, interesa actualmente más que nunca.

El establecimiento de un porcentaje mínimo de votantes sería tan útil como aleccionador. ¿Cómo pueden quejarse de carencias y mal funcionamiento de un sistema democrático quienes no han participado?

Corrijamos esta incoherencia. Es especialmente relevante de cara a un futuro que requiere cambios radicales. Es decir, democracias fuertes.

12 comentarios

¿Creemos de veras en lo de "un hombre, un voto"? Entonces lo más sencillo y coherente sería

(1) dejar una proporción de escaños vacíos igual al porcentaje de abstenciones. Parece lógico que las personas que no han votado... no quieren a nadie. Respetemos su voluntad.
Ejemplo: en las elecciones al Parlamento Español de 2008 hubo una abstención del 24%. Como el Congreso tiene actualmente 350 escaños, se habrían dejado 84 escaños vacíos, y asignado 266.

(2) en los trabajos parlamentarios, ponderar el voto de cada diputado con el número de votos populares -por ejemplo, redondeado a millares- con el que realmente haya sido elegido.
En cada votación tendríamos, de forma muy sencilla, el número de españoles que realmente la respaldan.

Es una vergüenza que a algunas fuerzas políticas les salga el diputado a 60.000 votos (NaBai, PNV, PP, PSOE) y a otras les cueste 250.000 (Izquierda Unida).
El mensaje que están recibiendo los electores del partido desfavorecido es, "sois ciudadanos de cuarta clase".

Cordiales saludos,

3 de marzo de 2011, 0:22
Marta Gracia dijo...

De acuerdo. Corrijamos la incoherencia. Pero, ¿a alguien se le ocurre cómo?
No ayuda en nada a corregir el descrédito del sistema representativo la moda que se ha impuesto entre los medios de comunicación de desacreditar a "El Político Profesional", como categoría, equiparándolo a todos los males del mundo. Me pregunto por qué valoramos a los profesionales para todo (cirujía, magisterio, fontanería, albañilería...) excepto cuando se trata de la política. Es la única profesión legal que conozco en la que está mal visto reconocer que alguien se dedica a ello profesionalmente. Es una contradicción tremenda querer un sistema de representación parlamentaria y rechazar por sistema a nuestros representantes.
Y la mayor contradicción reside en aspirar a un sistema en el que cualquier persona pueda erigirse como representante democrático pero simultáneamente criticar que estos puestos estén remunerados, encontrando en esos sueldos la principal causa de la crisis económica. Entonces qué queremos: ¿que sólo las personas con grandes patrimonios nos puedan representar? ¿Volvemos al voto censitario y a las cortes estamentales? Cuánto peligro tiene la demagogia.

3 de marzo de 2011, 10:06
Emilio dijo...

No es fácil ejercer el derecho a voto con la clase política que tenemos.
Yo personalmente siempre he votado en blanco porque no he encontrado ningún partido que se merezca mi voto o que quiera que me represente. Ya me he cansado. A pesar de ser una de las opciones de voto más importantes (entre la 6ª y 8ª opción normalmente), el voto en blanco no tienen ningún reconocimiento público y es difícil encontrar estadísticas donde venga reflejado. Tras mucho meditarlo, creo que la opción que me queda es la abstención. Que no cuenten con el respaldo social para seguir haciendo lo que hacen, que es bochornoso.
Por otro lado el sistema electoral actual castiga enormemente a los pequeños partidos. Entiendo que en el Senado se repartan los escaños entre las provincias, pero no en el Congreso.
Otro aspecto que no puedo compartir es el de las listas cerradas. Puede ser cierto que en unas elecciones generales no sirva de mucho (para el Senado son listas abiertas y normalmente se valora más el partido que la persona), pero eso cambiaría y mucho en las elecciones municipales.

Para terminar me gustaría pedir vuestra colaboración para la firma y difusión de la siguiente recogida de firmas:

http://www.avaaz.org/es/spain_clean_up_politics?fp

El objetivo es que no puedan ir en las listas electorales de los partidos políticos personas imputadas o condenadas. Quedan tres días.

Muchas gracias y un saludo.

3 de marzo de 2011, 12:30
Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con Emilio. Ahora mismo me voy al enlace que nos ha dejado porque es una vergüenza lo que está sucediendo en política en este país al igual que en otros países de nuestro entorno y me estoy acordando de Italia por poner un ejemplo cercano.
Saludos

3 de marzo de 2011, 13:49
Anónimo dijo...

Yo también estoy de acuerdo con Emílio y somos legión ya los que pensamos así. Las próximas elecciones ganara la abstención, entonces habra que replantearse muchas cosas, como que la gente ya no percibe el sistema de gobierno que tenemos como democrático sino como "algo" que facilita que sean los mercados los que gobiernan

4 de marzo de 2011, 15:40
victor dijo...

Propongo que se abra el debate sobre el COMO?. Está claro que el sistema electoral debe ser reformado como condición necesaria (pero no suficiente) para reforzar la democracia en este país. Falta debate en la sociedad sobre el cómo...y hay muchas cosas que se pueden hacer, por ejemplo las listas abiertas.

6 de marzo de 2011, 18:57
Este comentario ha sido eliminado por el autor. 6 de marzo de 2011, 22:19

https://www.facebook.com/video/video.php?v=1407418035778&oid=296848338646&comments

6 de marzo de 2011, 22:20
Masgüel dijo...

Imaginad una democracia mixta en la que el poder legislativo fuese un parlamento virtual con tantos escaños como votantes*. Para que una propuesta legislativa fuese sometida a voto requeriría un determinado número de firmas, se estima un plazo adecuado para cada votación y cada cual podría votar directamente o, si lo estima más oportuno, delegar el voto en otra persona o partido político. La posibilidad técnica de una democracia de ese tipo está a la vuelta de la esquina. Para implementarla, lo más dificil va a ser sacar de sus escaños al gremio de farsantes que hoy dice representarnos.

* Entiéndase que no hablo de inmersión en una realidad virtual. Con un listado o un gráfico de resultados vamos apañaos.

7 de marzo de 2011, 16:10

Hay que dar pasos hacia esa representatividad directa, por supuesto, pero la primera urgencia es mejorar el sistema indirecto.

Si queremos que la gente vote hay que poner en marcha una serie de reformas urgentes:

(a) posibilidad de votar por una persona, no sólo por una lista - tengo que saber quién es mi representante

(b) separación de poderes. Quien acepte un cargo ejecutivo, que renuncie al acta de parlamentario.

(c) información de retorno sobre los representantes: debe ser público quiénes votan en cada votación parlamentaria (presencias) y -salvo que el voto sea secreto donde lo prevé el reglamento- debe estar claro qué ha votado cada parlamentario, para poder controlarlo

(d) debemos asegurar que toda idea sostenida a escala nacional por un número significativo de personas tenga oportunidad de estar en el parlamento. De alguna manera, los partidos que no lleguen en ámbito provincial a obtener representantes pero que tengan cantidades importantes de voto a escala nacional deben contar con un mecanismo para que ese voto los lleve al parlamento.

(e) Todos los partidos deben estar autorizados. Ninguna idea, por ser idea, debe ser criminalizada.

Hoy en día tenemos un sistema electoral y parlamentario opaco, que favorece que una oligocracia decida mucho más que los electores (los comités electorales de los dos grandes partidos deciden quién se sentará en el parlamento). Se distorsiona la representatividad: los grandes partidos y las pequeñas provincias son favorecidos injustamente. Se acalla la voz de muchas personas que votan a escala nacional por la misma idea. Se ha sacralizado una vieja división administrativa, la de las provincias (de 1850), haciéndola condicionar el mapa político nacional. Se mantienen arbitrariamente excluidas algunas fuerzas políticas. Es imposible el control directo de los representantes, de los trabajos parlamentarios que llevan a cabo, de qué votan, concretamente. Hay una mezcla de intereses entre el ejecutivo y el legislativo. Se ignora la protesta de los ciudadanos que legítimamente expresan su rechazo a tantas oscuridades absteniéndose de legitimarlas con su participación. Todos estos problemas son fácilmente cuantificables. Como resultado, el Parlamento está produciendo día tras día decisiones oscuras y en muchos casos dudosamente reconducibles a una sólida mayoría social real, de mujeres y varones españoles.

¿Y aún nos extraña que mucha gente -el tercer partido de España, en 2008, más de 9 millones- no vote? ¿Y osamos ningunarlos?
¿Y nos atrevemos a decir que el puñado de partidos políticos que mantienen el statu quo no lo están haciendo tan mal, caramba?

Cordialmente,

8 de marzo de 2011, 12:53
Emilio dijo...

Será que no interesa tanta democracia, y como los que deciden son los partidos mayoritarios, pues así se va a quedar la cosa hasta que se queden solos.
¿Quién va a mover un dedo para quitarse poder?, si viven de eso, del poder.

8 de marzo de 2011, 13:36
victor dijo...

Bravo! Aquí se han propuesto medidas muy válidas. Seguramente una gran parte de la población no se para ni a pensar que se puede cambiar el sistema para mejor con medidas como estas. Hoy es más necesario y también más fácil que nunca difundirlas.

20 de marzo de 2011, 19:12