Tenemos un sueño: el de Martin Luther King

lunes, 13 de septiembre de 2010

El sueño de que un día podrían vivir juntos en América blancos y negros y de todas las razas sin discriminaciones, sin privilegios, sin exclusiones.

El sueño de que un día podría ser presidente de los EE.UU. una persona de raza negra.

Este sueño se ha hecho realidad.

Teníamos el sueño, extendido a todo el mundo, de vivir en paz todos los pueblos, sin distinciones. "Todos iguales en dignidad". Todos distintos, todos unidos.

Por eso he lamentado profundamente la concentración que tuvo lugar en el mismo espacio del Mall de Washington D.C. el pasado día 28 de agosto. La señora Palin organizó una concentración de fanáticos ultras (también ellos inmigrantes en su día) bajo el lema "restaurando el honor". El honor se restauró, hace ya años, por Rosa Parks, Sra. Palin. El honor se restauró por Martin Luther King. El honor se ha restaurado por todos los americanos que han demostrado al mundo que creen realmente en la igual dignidad de todos los seres humanos.

Nuestro sueño seguirá siendo del año 1963. Y nuestro sueño de ahora es que todos los que usted representa reflexionen sobre el malísimo servicio que prestan a los EE.UU. y al mundo con su actitud.

Usted, Sra. Palin, es el anti-sueño. Tenga la seguridad de que la inmensa mayoría de los habitantes de la Tierra sueña en que prevalezca el sueño que desde el Lincoln Memorial expresó tan bellamente el pastor Luther King.

1 comentario

Fernando Sanchez Amillategui dijo...

Sí, ciertamente, al honor restaurado gallardamente por Rosa Parks –cuya foto policial cuelga en mi despacho desde hace años–, también por Martin Luther King.

Pena que buena parte de ese mismo honor haya sido dilapidado por el mismo heredero de esos sueños. No hablamos esta vez del continuo aumento de gastos militares (¡relativamente al periodo Bush!), ni del recrudecimiento salvaje de la guerra afgana, ni de la absolución de facto de los responsables máximos de los desmanes financieros del pasado reciente, ni del eficaz torpedeo de los esfuerzos internacionales por mitigar el cambio climático. No: hablamos de los fundamentos mismos del estado de derecho, ése por el que lucharon, a su manera, Parks y King.

La administración USA ha detenido la tortura –por ahora–. Al mismo tiempo, afirma y reafirma su capacidad de llevar a cabo ejecuciones sumarias extrajudiciales, tanto por sus fuerzas especiales como, muy concretamente, por sus aviones miniatura teledirigidos (los “drones”). Incluso contra ciudadanos estadounidenses sospechosos de terrorismo (lo cual es igualmente deleznable, desde el punto de vista humano, que si no fueran estadounidenses – pero es doblemente deleznable desde el punto de vista jurídico, ya que cancela el elemento esencial de la condición de ciudadano, que había resistido desde la antigüedad grecorromana).

La administración ha mantenido y expandido la doctrina excepcionalista de la presidenca Bush, alegando que el ejecutivo debe contar con poderes ilimitados, no sujetos a control sustancial alguno, mientras dure la misma guerra indefinida que ellos han creado. Es decir, siempre.

Y no se detiene ahí. La reciente y delirante sentencia de SCOTUS, el Tribunal Supremo de los USA, da un espaldarazo a la política expresamente seguida por la presidencia, afirmando y reafirmando la no perseguibilidad de los crímenes de tortura pasados, presentes y futuros cometidos por su administración. Inmunidad que se extiende incluso a los casos donde la evidencia de tortura no esté protegida por exigencias de seguridad nacional. Paradójicamente, este último peldaño de barbarie jurídica demuele el último pretexto que hacía cerrar numerosos ojos - claro que la tortura no sirve para defender la seguridad nacional, sino sólo para afirmar el poder absoluto del emperador.

No, el honor del gran país no está sólo potencialmente amenazado en el futuro por la venal bufona y mentirosa compulsiva que Vd. denuncia. Está ensuciado y menoscabado en el muy concreto presente por un profesor de derecho culto, compasivo, joven, cordial, miembro de una minoría perseguida: por el mismo inquilino de la Casa Blanca.

Tuvimos una vez un sueño. Se llamaba Obama.

Cordialmente,

13 de septiembre de 2010, 16:30